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Negro sobre negro

Periodismo a las puertas del infierno

  • Berna González Harbour aprovecha su recreación ficcionada de la caída al pozo del niño Julen para cargar contra los males de los medios de comunicación

Berna Gonzále Harbour.

Berna Gonzále Harbour.

Berna González Harbour no necesita mucha presentación. Periodista de raza —enviada especial a diferentes conflictos bélicos a lo largo de su dilatada carrera, ganadora el pasado año del Premio Dashiell Hammett que otorga la Semana Negra de Gijón, subdirectora de El País o contertulia del programa de la SER Hoy por hoy—, en sus ratos libres Berna es capaz de escribir novelas donde una cosa está muy clara: su pasión por contar cosas, por el periodismo, una profesión que ama y odia como sólo se hace con esos amores difíciles. Su última novela se titula El pozo (Destino) y es un thriller periodístico que, inevitablemente, recuerda el dramático caso de Julen, el pequeño que cayó a un pozo en Totalán y que durante 13 días mantuvo en vilo a toda España. En la novela Julen se llama Estrella, y la maldita puerta del infierno, de apenas 30 centímetros de diámetro, está en el sur de Madrid en vez de en Málaga. Pero Estrella no es la verdadera protagonista de la historia, ni siquiera lo es Greta Cadaqués, la intrépida periodista de El Canal que deberá buscar información de la buena mientras participa como jurado en el juicio por el presunto asesinato de una adinerada señora a manos de su único hijo, un niño bien con cara de no haber roto un plato pero al que se acusa de haber estrellado un jarrón de Lladró en la testa de su progenitora.

Pero, decía, que muy posiblemente el verdadero protagonista del libro sea el periodismo, porque Berna realiza un magnífico retrato del estado actual de la profesión. Quizá por ello hasta el nombre de la novela, El pozo, podría ser una metáfora del momento que atraviesa el periodismo riguroso, fagocitado por los gráficos de audiencias, los cliks en las webs, el sensacionalismo o la telebasura.

Pero tampoco hay que olvidar que El pozo es mucho más que una crítica a ese periodismo condenado a sufrir después de pasar décadas regalando sus contenidos. También es una novela dinámica, con un pulso narrativo intenso, que te atrapa desde la primera página a pesar de que la trama principal no deja de ser la recreación ficcionada de un suceso que monopolizó la atención mediática española. La fuerza de los personajes principales, desde Greta a su inseparable cámara, Juan Quatremer —un tipo curtido en mil batallas y que ha cubierto guerras y desastres naturales en todo el planeta—, de la becaria guapa y trepa de nombre Melania, al bombero (Leo) atormentado por una misión anterior en Italia donde no pudo salvar a otro niño de las fauces de un pozo y cuyo fantasma lleva agarrado a su pelo ensortijado.

El pozo no es El gran carnaval, aquella magnífica película de Wilder con Kirk Douglas, pero desde luego que a veces la condición humana, y la periodística, sólo consigue pudrirse aún más pese a que hayan pasado 70 años desde su estreno.

La saga: Hércules Poirot, el más famoso detective de Agatha Christie

La gran dama del crimen y el misterio, la británica Agatha Christie creó algunos personajes memorables, pero si hay uno que la ha trascendido y revitalizado ese ha sido sin duda su detective Hércules Poirot. Protagonista de 37 de sus novelas, el detective belga aparece en algunos de los libros más célebres de la autora, como por ejemplo Asesinato en el Orient Express, Muerte en el Nilo, Cinco cerditos, El testigo mudo o El misterioso caso de Styles, publicado en 1920 y con el que nos presentó a Poirot. Desde entonces, y hasta 1975, con Telón, el hombrecillo protagoniza aventuras por medio mundo dejando su impronta y su sagacidad.

Rara vez las novelas de Agatha Christie superaban las 200 páginas, pero en ese espacio era capaz de hilar tramas extraordinarias y de mantener en vilo al lector, que iniciaba un juego detectivesco para intentar adivinar quién era el responsable de las fechorías.

Las primeras novelas de Poirot son más ágiles y entretenidas, aunque a medida que los años pasan y Poirot envejece se hacen algo más lentas, aunque igual de ingeniosas. La edad de Poirot no es mencionada en ninguna de las historias, eso sí. A lo largo de toda la serie son muchos los personajes con los que comparte aventuras, por ejemplo: su amigo el capitán Arthur Hastings, el inspector Japp, o su mayordomo George.

Una escena de 'Park Row'. Una escena de 'Park Row'.

Una escena de 'Park Row'.

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