Cultura

Muere a los 89 años el poeta Joan Triadú

  • El autor, también pedagogo, impulsó la recuperación cultural catalana tras el franquismo

El escritor, pedagogo y crítico literario Joan Triadú falleció ayer en Barcelona a los 89 años, informó la entidad Òmnium Cultural. Los restos del escritor y activista cultural se instalarán hoy a las 13:00 horas en el Saló Sant Jordi del Palau de la Generalitat, donde permanecerán hasta las 20:00 horas para que los ciudadanos que lo deseen puedan darle el último adiós.

El presidente catalán, José Montilla, recibirá a los familiares de Triadú al mediodía, cuando lleguen al Palau de la Generalitat para instalar la capilla ardiente, informó la administración catalana.

La Generalitat lamentó la pérdida de Joan Triadú en un comunicado en el que destaca que fue una persona "clave" en la recuperación cultural catalana durante la dictadura franquista, "convirtiéndose en uno de los principales activistas en este campo" desde la clandestinidad.

Impulsor de Òmnium Cultural -entidad privada de Cataluña de carácter cultural y político-, Triadú fue reconocido con algunos de los más importantes galardones de la literatura catalana, como el Premio de Honor de las Letras Catalanas (1992).

Joan Triadú, nacido en Ribes de Freser (Girona) en 1921, en el seno de una familia obrera, se formó como profesor de catalán, e ingresó después, en 1939, en la Universidad de Barcelona, donde se licenció en lenguas clásicas.

Triadú cultivó la poesía con títulos como Endimió (1948) y El Collsacabra (1956); el ensayo; la traducción al catalán de clásicos, como los Sonetos, de William Shakespeare; la crítica literaria y firmó antologías de cuentos y poesía catalanes.

En 2008 publicó Memòries d'un segle d'or, volumen en el que defiende que el siglo XX representó un siglo de oro para la cultura catalana pese a la represión franquista.

Triadú fue uno de los cofundadores de la revista clandestina Ariel, en 1946; ejerció de lector de catalán en la Universidad de Liverpool (Reino Unido) entre 1948 y 1950, y se convirtió en símbolo de la resistencia catalana de la posguerra.

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