Cultura

Metáfora del hecho artístico

  • La artista granadina reflexiona sobre el producto-obra de arte en Rivadavia mientras que el puertorrealeño hace lo propio en Manolo Alés

Una de las obras que Belén Mazuecos expone en la Sala Rivadavia.

Una de las obras que Belén Mazuecos expone en la Sala Rivadavia.

El universo artístico suscribe intereses que, muchas veces, deja atrás esquivos planteamientos a los que sólo llegan los que se encuentran íntimamente ligados a su dimensión creativa o están al tanto de cuantas circunstancias acontecen en su deambular cotidiano. En torno a la plástica suceden muchos factores, intervienen infinitos planteamientos y discurren tangente a su proceso muchos figurantes que, como mínimo, imponen extraños elementos poco ajustados a la propia realidad artística. Y es, precisamente, todo ese transitar tangente a lo artístico lo que sirve de argumento conceptual a la obra de Belén Mazuecos en esta su segunda comparecencia por tierras gaditanas, la primera fue en la Sala Pescadería Vieja de Jerez, que antecedió a la que ahora nos muestra en la Sala Rivadavia de Cádiz, esos magníficos espacios expositivos dependientes de la Diputación Provincial que se encuentran en el que es el Consulado de Argentina en la capital gaditana.

Belén Mazuecos forma parte de esa pléyade de artistas importantes que, desde Granada, están marcando las rutas de un arte contemporáneo trascendente, comprometido, valiente y adecuado, en fondo y forma, a los esquemas de una contemporaneidad de muy amplio espectro. Ella es artista muy importante, una pintora de carácter, poseída de un status creativo donde el concepto, firme, sabio, muy bien estructurado y conscientemente ordenado, posibilita unos planteamientos formales que la artista desarrolla muy adecuadamente y con acertados criterios plásticos.

Ahora llega a Cádiz para mostrar su contundente trabajo pictórico en el que continente y contenido unifican sus postulados para presentar una obra que narra inquietantes planteamientos de un arte con muchas posiciones cuestionables.

La exposición de Rivadavia presenta obras de un proyecto, Genius Loci. Apuntes para una etnografía del mundo del arte, que nos hace transitar por espacios metafóricos en los que lo artístico plantea sus múltiples circunstancias. Las circunstancias del arte son tan determinantes, sus intervenciones son tan fundamentales, que el artista y su obra subsisten, se hacen realidad, llegan a considerarse porque una serie de factores intervienen para que ello sea posible. Dicho de otro modo, la creación artística está en manos de agentes extraartísticos que imponen su ley casi depredadora. Belén Mazuecos realiza una sabia metáfora de estos planteamientos. Recrea, con un moderado, pero poderoso y solvente lujo de detalles pictóricos, un paisaje, el artístico, donde se desarrolla la creación. En él actúan todo los factores que intervienen en su desarrollo, son los salvadores del arte, los genios protectores de los artistas que asumen, además, un papel más definitivo, el mover los hilos que ellos quieran para que el sistema funcione. A estos valedores de lo artístico Belén Mazuecos los ha travestido con disfraces de osos panda, aludiendo a como los cuidadores de estos animales actúan, vestidos como ellos, para proporcionarles una mayor tranquilidad. El desenlace de la metáfora es clara: el arte está manejado por espíritus malignos, manipuladores y embaucadores que, con trajes de feliz apariencia, imponen sus criterios interesados, una realidad que los artistas, en su indefensión y hasta inocencia, no dejan de acatar. En este paisaje creado por la artista granadina, los frágiles creadores son llevados de un lado para otro por estos cuidadores impostores que actúan en medio de un teatro que ofrece las infinitas circunstancias espurias que acontecen en lo artístico.

La exposición nos introduce en la más aplastante realidad del arte; ese circo artístico, espectáculo de vanidades, donde lo más fundamental, el artista y su obra , se ve reducido a pura mercancía -esas cajas de embalaje con "frágil contenido"- en manos de los manipuladores del arte -galeristas, curadores, directores de centros de arte, conservadores de museos y críticos estrellas- que relegan a los artistas a un simple objeto o, como dice la propia artista, a "categoría de producto-obra de arte". Lo que el historiador Juan Antonio Ramírez llamaba el ecosistema del arte.

La muestra, sabia experiencia creativa de principio a fin, como no podía ser menos, está llena de referencias a artistas fundamentales en el siglo XX -Pablo Ruiz Picasso, Joseph Beuys, Marcel Duchamp, Jeff Koons, Marcel Broodthaers, Maurizio Cattelan o Damien Hirst-, así como a algunos elementos de sus obras más significativas.

La exposición en la céntrica sala de Cádiz es importante, además de por la potencia plástica que desprende, por la fuerza del dibujo y por su claridad ilustrativa, por la dimensión conceptual que ofrece, ese verdadero cuestionamiento del mundo del Arte, de sus actuantes, de sus interesadas acciones y de una problemática difícil de solucionar por la propia dinámica existente.

Estamos, pues, ante una visión consciente de la realidad del arte actual; una visión que la joven profesora plantea con unos parámetros artísticos llenos de intensidad y rigor conceptual, abriendo las perspectivas de unos hechos que, quizás, pasan desapercibidos entre el transitar deslumbrante de un arte que, además, presenta infinitas sombras.

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