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Kiki abre las puertas de la solemne Academia de Bellas Artes a Cádiz

  • Joaquín Hernández, que es el primer fotógrafo que ingresa en la institución, fue arropado en el acto por una buena representación de todo y todos cuantos representan a la ciudad 

Lo que en la tarde noche de ayer se vivió en el salón Regio de la Diputación de Cádiz es uno de esos momentos históricos que Joaquín Hernández 'Kiki' hubiera inmortalizado con su objetivo. Pero esta vez el discreto fotógrafo de Diario de Cádiz no aparecía sigiloso, casi escurridizo, en busca de la imagen idónea. Era el fotografiado, pues protagonizó el instante en que la Real Academia Provincial de Bellas Artes de Cádiz abría sus puertas por primera vez en su historia al arte de la fotografía, a la obra de un fotógrafo vinculado a la historia visual de esta ciudad en los últimos cuarenta años. Le abría las puertas a Kiki y éste, a su vez, abrió las puertas de la solemne institución a todo Cádiz.

Y es que todo Cádiz o una gran representación de todas los mundos que la representan estuvieron presente en el acto de ingreso. Numerosas personalidades del mundo de la política, la cultura, compañeros de profesión,  la Universidad, el Carnaval y la Semana Santa, amigos y académicos. Muchos de los que en alguna ocasión han sido objeto de sus instantáneas o han descubierto la actualidad diaria a través de ellas en estas páginas. Así, quisieron arroparlo en su comprometido discurso de ingreso los tres alcaldes que ha tenido Cádiz durante la democracia -Carlos Díaz, Teófila Martínez y José María González-, el expresidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, así como la presidenta de la Diputación, Irene García, que clausuró el acto, ante otros muchos concejales o diputados provinciales y nacionales. Le acompañaron también el rector de la UCA, Eduardo González Mazo, su amigo Pablo Juliá, hasta hace poco director del Centro Andaluz de Fotografía y otras muchas personalidades, aparte de los académicos de la Real Academia de Bellas Artes, como Carmen Bustamante -que respondió a su discurso- y su presidenta al frente, Rosario Martínez, que reconoció este punto de inflexión de una institución que "que evoluciona con los tiempos".

Y ante la mirada de su ciudad y de su familia, Carmen y Rocío, "los dos faros que alumbran mi tránsito por la vida", Kiki, que durante toda su trayectoria "he escrito con la luz, no con las palabras", como él mismo introdujo, se hizo grande en esta ocasión desde estas palabras, para hablar de fotografía, arte y compromiso social, tras asumir la "gran responsabilidad como primera persona que ingresa por su exclusiva condición de fotógrafo".

En esta condición repasó casi desde sus albores el compromiso que siempre ha mantenido con Cádiz como fotoperiodista y también como socio documentalista, y que resumió con las palabras del gran Robert Capa. "Un fotógrafo debe tener buen ojo, sensibilidad social, acercarse lo suficiente". Y es lo que siempre ha perseguido, afirmaba ayer, "acercarme a las personas y a sus problemas con intenciones estéticas, pero sobre todo éticas".

Lo hizo casi desde sus primeros flirteos con la fotografía, con su primera cámara, pues "creo que amé la fotografía antes de saberlo". Una pasión con la que resistió inicialmente en el seno de una familia humilde y escéptica, pero a la que demostró que desde su inmersión autotidacta en este mágico arte, "he podido vivir de fotografía y no entiendo la vida sin la fotografía".

En esta labor, pasión y profesión dijo sentirse identificado con los "fotógrafos que desde el nacimiento de la fotografía hasta nuestros días, prestaron atención a las personas, a su forma de vivir, incorporando una perspectiva social y antropológica". Algunos sin pretensiones activistas y otros "con el afán de remover las tripas del mundo para luchar contra la injusticia y las desigualdades".

Un objetivo con el que sacó a relucir el eterno dilema deontológico de los límites de la fotografía ante terribles realidades. Y se mostró partidario de exhibir para revolver conciencias siempre desde la empatía, citando el reciente caso de Aylan Kurdi, el niño que apareció ahogado en la orilla de una turística playa turca o la icónica foto de Nic Ut, convertidos en el símbolo del drama migratorio y de la guerra de Vietnan.

También entró en la democratización de la fotografía desde la era digital, "que está transformando el rol tradicional del fotógrafo y la función social de la fotografía". Un apartado, la crisis de la profesión de fotógrafo ante la incontrolada eclosión de la imagen, en el que apuntó como culpable a la desaparición de los que han sido sus grandes motores, la prensa en papel, revistas ilustradas y las agencias, que la convirtieron en "una herramienta impresdindible al servicio de la sociedad".

Porque es en esta labor donde Kiki ha desarrollado su pasión, desde "que la familia Joly me brindó en 1978 la oportunidad de publicar por primera vez una fotografía", tras lo que quiso agradecer a sus compañeros y "excelentes" fotógrafos que junto a él han formado parte de Diario de Cádiz.

Pero no puso punto y final sin antes reivindicar la tardía incorporación de la fotografía como expresión artística en la Academia. De hecho, anunció que con su ingreso pretende "promover y estimular la investigación y la conservación del abundante y valioso patrimonio fotográfico gaditano, incluyendo el trabajo de los reporteros que como Aranda, Movellán, Bernet o Juman nos han dejado una obra poco conocida y valorada". Porque, como sentenció, "la historia y Cádiz tienen con ellos una deuda pendiente".

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