Música

Depedro inaugura el primer enero del siglo XXI sin Carnaval en el Teatro Falla

  • El artista madrileño abre este jueves 20 de enero una especial temporada de Teatros de Cádiz con 'Máquina de piedad'

  • "Necesito hacer canciones que conecten emocionalmente conmigo para poder defenderlas", relata

El músico Jairo Zavala, 'Depedro'.

El músico Jairo Zavala, 'Depedro'.

Recuerdo a Depedro hace algo más de un lustro en Cádiz. Solo, guitarra en mano, sin escena, tocando directo para nuestros oídos. En el Baluarte de los Mártires. Un puente de octubre. Llovía con avaricia. El ciclo se llamaba Aires Sonoros. Era ambicioso pero, al igual que su nombre, llegó y se fue. Depedro, que este jueves 20 de enero abre las puertas del Gran Teatro Falla en formato quinteto, dice al teléfono que no viene a Cádiz todo lo que quisiera. Pero lo cierto es que cuando viene, siempre es irrepetible.

–No sé si sabe que le toca abrir una temporada bastante especial del Gran Teatro Falla. La primera en ese siglo sin Carnaval...

–Sí, lo sé. De hecho, estoy más emocionado, si cabe. Lugares como vuestro teatro son sitios ya de por sí muy especiales y uno no tiene siempre la oportunidad de tocar en sitios tan emblemáticos. He estado en mucho sitios especiales pero todavía no había tocado en el Falla así que tengo unas ganas enormes. De todas formas, tengo que ir más a Cádiz, aquí uno se siente ignorante ante un lugar con tanta identidad, donde han pasado tantas cosas y han pasado tantas culturas. Por Cádiz ha pasado todo y, a nivel musical, un lugar tan abierto históricamente, con tantos palos pasando por allí, es un referente en el concepto de música que yo tengo.

–También viene con un trabajo bastante peculiar. Concebido casi en dos mundos, el prepandémico y el pandémico. ¿Ha pesado éste último?

–Pues, utilizando el adjetivo, te diría que no es un disco pandémico. La única canción que hace referencia esa periodo es la que da título al disco y que hice con mi amigo Guille Galván (Vetusta Morla). Por lo demás, como dices, es un disco fraguado antes, casi desde 2016.

–Se ha tomado su tiempo

–Es que yo no soy nada prolífico y necesito hacer canciones que conecten emocionalmente conmigo para luego poder defenderlas y hacerlas lo mejor posible. Para ello, primero tengo que creerme eso que estoy cantando y tocando, si no me lo creo, no se produce esa conexión con el público. Y eso es un proceso lento. Además, este disco se basa en las experiencias conscientes, en poner en valor todo lo que pasa a mi alrededor. También hay referencias más lejanas, de viajes y encuentros, pero, sobre todo, de las cosas del día a día, ser consciente del momento, del durante.

–Y dice que esto arrancó antes de la pandemia... Qué profético, ¿no?

–Sí, sí. Sobre todo tiene mucho que ver con el principio de todo aquello, de ese momento en el que parecía que nos hubieran puesto un espejo enorme delante... Después todo se volvió una cuesta y ahora ya no sé ni es qué momento estamos. Yo lo que espero es que si alguien escucha este disco le ayude aportándole ciertas dosis de optimismo para no perder el rumbo.

–’Máquina de piedad’ es una expresión tomada de ‘La batalla de Occidente’, ¿por qué la escogió para dar título a este disco?

–Realmente no hay ninguna analogía entre el contenido del libro (sobre la Primera Guerra Mundial) y el del disco, pero cuando la leí me invadió un sentimiento muy poderoso. Que nombrara así al corazón en una obra sobre un momento terrible en nuestra historia... Esa imagen en ese texto... No sé, será el enorme poder plástico que realmente tiene la lectura... Me impactó y la verdad es que uno se nutre de muchas referencias en su vida y cerca de cinco años de composición son muchos años, muchos libros leídos, muchas películas vistas, muchos discos de compañeros escuchados... Todo este te enriquece a la hora de analizar y sintetizar lo que ves. Es robar, ¿vale? (ríe) Ves algo, te impacta, y lo sacas de contexto para que forme parte de tu propio universo.

'Noche oscura', Depedro y Leiva.

–Un disco de reencuentros, también: Guille Galván, pero también Leiva, o Iván Ferreiro

–Pues sí, a Leiva le conozco desde hace muchísimo tiempo, de cuando empezábamos en los bares de Madrid. Leiva era una referencia en cuanto a que él tenía más clara su propuesta que los demás. Un tipo muy inteligente al que todos nos queríamos arrimar, y muy generoso. Con Iván pues nos conocemos desde Los Piratas... ¿Qué quieres que te diga?, que ya tengo una edad y nos conocemos todos (ríe). Noche oscura con Leiva ha quedado muy bien y está funcionando muy bien y Entre el cielo y el barro responde a esa exploración en las lenguas romances como el gallego e Iván eso lo lleva en la sangre, claro. Como la canción conecta también con Brasil, con todo ese mundo galaico-portugués pues le iba muy bien aunque al final la hicimos en castellano. Fue un gustazo trabajar con Iván allí en su casa, ha aportado calor y talento a la canción.

–Otro amigo, Manuel García. De su viaje a Chile a visitarlo nació esta ‘Plegaria de los sufridos’

–Sí fue en noviembre 2019 y me cogió el estadillo social del país que hoy ha desembocado en un nueva Constitución y en un nuevo presidente. Pero eso no se sabía en ese momento, claro... Sería idiota por mi parte creer que conoces un país por estar un tiempo de visita, así que yo sólo me he limitado a escribir lo que vivimos en esta canción, cosas muy dramáticas.

–Pero desde la esperanza también.

–Sí, en eso no fallamos. Todavía queda mucho por estabilizarse y por llegar a puntos de encuentro pero hay esperanza. Esa palabra tan importante que incluye la espera.

–¿Y para España? ¿Hay esperanza?

–¡Claro! Hemos conseguido muchas cosas, y más que se van a conseguir en un país tan rico culturalmente, tan variado y tan cosmopolita como el nuestro. Mi visión de nuestro país está más allá de nuestros políticos. Yo tengo esperanza en la gente.

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