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Cultura

Censura, Al Gore y Estopa

  • En febrero sale a la luz el nuevo disco del dúo rumbero catalán, víctima de la prohibición que en los años ochenta propugnó la mujer del político ecologista

Otra verdad incómoda. Paradojas de la vida y del rocanrol. Tal vez el visitante asiduo de una tienda de discos, que hoy se parece más a un museo de arqueología musical que a algo vivo, se pregunte de dónde narices salió el sello de "explicit lyrics" que algunos compactos lucen en la portada a modo de reclamo morboso o de aviso para navegantes. Tal lema suele ir adherido a discos de Prince, Madonna, raperos de toda clase y condición y muchos más. La clasificación inquisitorial proviene, nada más y nada menos, que de un grupo de mujeres de congresistas americanos que en los años 80 encabezaron la cruzada contra las malas influencias del rock en las mentes juveniles. Toma ya. El libro La censura en el rock, de Jordi Bianciotto, abunda en la cuestión, que conocen de veras los hermanos Muñoz, David y José, a la sazón Estopa, que en febrero editan nuevo disco.

Una tarde, la esposa de Al Gore convocó a unas amigas de Washington, todas ellas mujeres de políticos estadounidenses en activo, para escuchar atentamente la canción Darling Nikki, de Prince, un alegato provocador de la masturbación femenina. Las mujeres, escandalizadas, acordaron mostrar su indignación en público y forzar al Senado a estudiar el intrincado mundo de la obscenidad en la música, fitetú. Crearon la Parent Music Resource Center y exigieron al Gobierno que estableciera la clasificación de edad de los discos, como en las películas guarrindongas. Ni que decir tiene que los músicos pusieron el grito en el cielo. Frank Zappa, cómo no, respondió con ingenio y contundencia. El genial y controvertido artista, padre de las Mothers of Invention, ya estuvo en la cárcel, y no de visita precisamente, por ponerle voz a un coito. Zappa protestó por la inclusión de numerosos cantantes en una lista negra de presunto rock pornográfico. Intentaron incluso configurar una relación de palabras prohibidas. Pero al menos lograron estampar la pegatina dichosa, la de letras explícitas, para limitar el movimiento de ciertos discos. Curiosamente, cosas de los yanquis, llegaron a estigmatizar un disco de Zappa, Jazz from hell, que era totalmente instrumental. Paranoia total que alcanzó también a grupos como Led Zeppelin, Judas Priest, Black Sabbath o Pink Floyd, entre otros muchos.

A la vista de tales antecedentes, se tiñó de contradicciones el festival Live Earth que reunió a cientos de rockeros alrededor de un mundo herido de muerte, organizado por Al Gore antes de emprender, esta vez con todas las de la ley, la campaña por la salvación del planeta. Curioso al menos que Al Gore se llevase de giras a algunos artistas que años antes habían sido repudiados por su esposa y por él mismo, que votó contra el porno rock o como se llamara ese invento producto de las mentes diminutas de la intolerancia. Madonna estuvo en la lista negra del censor de los 80, transformado dos décadas después en propagador de verdades incómodas. La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida.

La censura musical es tan vieja como el acordeón. El mismísimo Bob Dylan la sufrió en sus carnes, en sus voces y en sus armónicas, con motivo de la publicación de su segundo disco, el celebrado y seminal Freewheelin. La poderosa CBS borró del álbum media docena de composiciones, retiró del mercado la primera edición y la tornó por otra bien distinta. Cayó así en desgracia un blues hablado en torno a la locura anticomunista que asolaba el país de las barras y las estrellas.

Aquí cerca, por la parte de Cornellá, de la censura ha aprendido e incluso se ha beneficiado, por así decirlo, el grupo Estopa. Basta con comprobar las abismales diferencias entre la maqueta que registraron aquellos chavales que curraban en una factoría de automóviles y los cantantes que triunfaron con su primer disco en los albores del nuevo siglo. Letras camufladas, suavizadas, edulcoradas, hechas añicos. Estopa sacrificó su salvajismo inicial por un éxito masivo, callejero y popular, pero no olvida.

En concreto, las letras han variado sus intenciones en casi todos los discos de Estopa, que incluyen versiones de piezas de su legendaria maqueta. Por ejemplo: de "porro a porro" se pasa a "poquito a poco"; de "cocaína" a "cosa fina" en el tema dedicado a Camarón; los canutos y la heroína se convierten en penas y alegrías en la del Medio de los Chichos; por no hablar de numerosos escarceos verbales sexuales, que ellos mismos limitaron porque "también tenemos una madre". Pero otras modificaciones parecen veleidosas, timoratas.

Tampoco olvidan los hermanos Muñoz la censura de las televisiones, con sus vídeos o promociones, ni las puertas cerradas a causa de las hechuras de sus letras y músicas. La cadena Telecinco llegó a censurar un promocional del disco La calle es tuya porque pintarrajear una señal de tráfico, como simulaban ellos en el vídeo, es ilegal. Como si correr a 240 por hora, o las miles de cosas que sugieren los anuncios, no lo fueran. En general, vivir es ilegal.

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