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Elena Ferrándiz | Ilustradora

“Alberti no sería el mismo si no tuviera ese amor por la pintura”

  • La dibujante de San Fernando ilustra con luminosidad y nostalgia una selección de doce poemas del autor portuense publicada por la editorial Kalandraka

La ilustradora isleña Elena Ferrándiz.

La ilustradora isleña Elena Ferrándiz.

La ilustradora de San Fernando Elena Ferrándiz ha vuelto a Alberti, a sus poemas. Cierto es que los versos del portuense nunca se fueron de su vida, pero ahora han vuelto con otra mirada, con la que le ha permitido ilustrar el libro ‘12 poemas de Rafael Alberti’, editado por Kalandraka. La ilustradora isleña, que vive en Madrid, ha conformado una obra azul y luminosa, como homenaje al poeta paisano que una vez perdió de vista, como ella, el mar: “Llevo como Alberti el mar en los ojos, e intento bajar siempre que puedo porque necesito ver ese mar, esa Bahía”, explica la artista con nostalgia.

–¿Cómo surge la posibilidad de ilustrar para un libro esta docena de poemas de Rafael Alberti?

–Porque la editora de Kalandraka me lo propuso. Y cuando me propuso Alberti, imagínate: supercontenta y a la vez, al segundo, con vértigo porque era una responsabilidad muy grande. Porque Alberti también pintaba, dibujaba, y conozco su poesía desde pequeña porque forma parte de mi vida... Pero Manuela, la editora, enseguida me pidió que me olvidara de que él pintaba, de que dibujaba. “Tú tienes que hacer tu Alberti”, me dijo. Me propuse hacer otra cosa, olvidarme de toda la imagen que tenía de Alberti, y eso ha sido un reto. Todos tenemos las imágenes de sus trazos tan reconocibles, sus palomas, los colores primarios que utilizaba en sus serigrafías... Y es muy difícil borrar todo eso y hacer una lectura propia, y una lectura propia y nueva también de los textos para dar una visión más personal, más íntima.

–¿Y ese reto de ver cómo pintar a Alberti llega ya con los poemas seleccionados o es un proceso más tardío?

–Sí, sabía cuál era la selección de los doce poemas. Hubo un pequeño cambio luego, pero los conocía. Además, empecé por el que me sentía más identificada que era el que al final ha quedado también para la cubierta, ‘El mar. La mar’. Es que yo también me siento un poco marinera en tierra, igual que él también dejé la Bahía, igual que él también tengo esa sensación de necesitar el mar. E hice esa metáfora del niño porque él llegó a Madrid de adolescente, pero él llevaba el mar en los ojos, recordaba siempre su Bahía, su mar, sus olas, el blanco de la espuma, las salinas. Fue empezar por ahí porque era con el que me sentía más identificada.

Portada del libro ilustrado por la isleña Elena Ferrándiz. Portada del libro ilustrado por la isleña Elena Ferrándiz.

Portada del libro ilustrado por la isleña Elena Ferrándiz. / Kalandraka

–Da la impresión de que si ese poema no hubiera estado en la selección, Elena Ferrándiz lo hubiera incluido.

–(Ríe). Sí, lo hubiera propuesto porque me siento muy identificada. Además, fue curioso porque entregué el dibujo a la editora y ella, sin haber visto el poema, ya sabía cuál era. Le encantó. Aparece por detrás la ciudad pero también la luz que tenemos en la Bahía, que es impresionante.

–¿Cómo fue la relectura de esos doce poemas de Alberti sabiendo que tenía que dibujarlos?

–Pues descubrí muchas cosas nuevas. Había que zambullirse de nuevo en esos versos y hacer una relectura y quitar mucha pátina de tantas lecturas. A mí la poesía siempre me ha gustado, desde pequeña, y no sólo la de Alberti sino la poesía en general. Con las lecturas de los poemas puede pasar que te acomodes de alguna manera, y eso no lo permite el hecho de quitar esa pátina porque hay que ilustrarlos y tengo que encontrar qué decir, unir a la voz de Alberti mi interpretación, mi visión y mi voz de cada uno de los poemas. Quitar todo eso ha supuesto una relectura de cada uno de los poemas y zambullirme, investigar... Ha sido algo muy interesante, porque hay poemas a los que he dado una vuelta. Ha sido muy interesante buscar, escudriñar en los versos.

–¿Ha aprovechado también para volver a leer otros textos de Alberti? En el texto que usted escribe en el libro se refiere, por ejemplo, a ‘La arboleda perdida’.

–Pues eso precisamente, sí, es un texto que me encanta, que siempre me ha gustado. Yo lo tenía presente de las lecturas de hace mucho tiempo, y releerlo ahora me ha reafirmado en que me encanta la prosa de Alberti. Son unas memorias muy bonitas, y releerlas me ha encantado. Aparte de leer poemas que no estaban en la selección, por documentarme, releer ‘La arboleda perdida’ me ha gustado también mucho, creo que es un libro imprescindible. Cuenta muchas cosas de él, de su exilio, de la historia de España.

–Viendo las ilustraciones da la impresión de que ha intentado dotar a sus dibujos de mucha luz, no solo en la portada en la que aparece esa luz en los ojos. Parecen dibujos muy luminosos.

–Sí, son muy luminosos incluso en los poemas que son más reivindicativos, como el de ‘Galope’ o ‘Balada del que nunca fue a Granada’, que son muy potentes, la imagen es muy fuerte como en el de ‘Galope’, que es una reivindicación del pueblo, una alabanza del pueblo en su lucha, con esa metáfora de la tierra que son los brazos del hombre y las mujeres que están clamando por ese pueblo, por ese caballo que galope y que triunfe. Y el de ‘Balada...’, que también es triste pero donde al final hay esperanza. Pero, en general, en todos dominan los tonos azules. Hay que buscar que el libro tenga una coherencia y una unidad, que tenga un hilo narrativo que, de alguna manera, es el niño con la camiseta a rayas que cuento un poco en el texto de atrás, el origen de todo es buscar una mirada más intimista, no al Alberti de pelo cano que volvió después del exilio, sino a ese niño que corría por las playas gaditanas.

Ilustración del poema 'Pregón'. Ilustración del poema 'Pregón'.

Ilustración del poema 'Pregón'.

–¿Al niño que le robaron el mar?

–Sí, exactamente, pero que siempre lo llevó consigo, siempre.

–Y ha dibujado a Picasso, un Picasso joven además.

–Bueno, ellos eran muy amigos. Como en la selección hay poemas de todas las etapas de Alberti y tiene un libro dedicado a Picasso, pues es uno de esos poemas. Dibujo a Picasso, sí, pero también le he puesto la camiseta de rayas con ese guiño de la unidad que tenían; él también andaluz, también con el mar, y dentro de él todos los elementos de los que habla: el mendigo, el arlequín, el caballo, el toro, la cabra..., todo está ahí como un puzzle y se ve detrás de esos ojos impresionantes que tenía Picasso.

–Una pequeña reflexión en torno al Alberti pintor. Parece que nunca se impone al Alberti poeta. Lo recordamos como escritor, e incluso como político antes que como pintor. ¿Cree que el Alberti pintor está menos valorado, está oculto detrás del Alberti poeta?

–Creo que son cosas complementarias. Creo que en su caso su pintura es muy plástica y, por ejemplo, él en su obra, las letras las utilizaba como ilustración. La líricografía es darle al alfabeto un carácter plástico, y su pintura es un poco así. Creo que hay una simbiosis entre las dos cosas, una cercanía entre ambas. A mí, particularmente, me gusta más el poeta, pero no le quito ningún mérito a lo otro. Alberti no sería el mismo si no tuviera ese amor por la pintura, tiene un libro dedicado a la pintura, muchos poemas, hay mucha utilización del cromatismo, se nota que tiene un amor increíble por la pintura.

–Fue pintor antes que poeta.

–Exactamente. Y creo que cuando llegó a Madrid, lo que le salvaba eran las visitas incansables al Museo del Prado, descubrir ahí el paraíso; había perdido el paraíso de la Bahía pero encontró el paraíso del Prado, y su sueño era ese. Es difícil entender a Alberti si no hubiera pintado; se alimentan entre sí las dos artes, son completamente compatibles. Hubo una época, cuando estuvo viviendo en Roma, en la que el tema de la obra gráfica tuvo mucha importancia.

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