Los seis tripulantes de la narcolancha detenidos por arrollar a una embarcación de la Guardia Civil en Barbate y causar la muerte de dos agentes se encuentran actualmente internos en cuatro cárceles andaluzas, principalmente en Sevilla, toda vez que Instituciones Penitenciarias ha acordado su traslado de Puerto II -donde ingresaron en un primer momento-, así como su separación por "razones de seguridad".

Según fuentes penitenciarias consultadas por este periódico, tres de los detenidos fueron trasladados el pasado miércoles mientras que los otros tres han cambiado de centro a primera hora de este jueves

Las mismas fuentes apuntan que estos cambios, autorizados por la magistrada titular del Juzgado Mixto número 1 de Barbate que instruye la causa, responden a "razones de seguridad", habida cuenta la "enorme conmoción social" que ha generado la muerte de dos guardias civiles a manos de un grupo de narcotraficantes. 

En cualquier caso, inciden en que no ha ocurrido "ningún tipo de incidente" con los detenidos el tiempo que han estado internos en el centro penitenciario de Puerto II. Así, desde el pasado lunes, cuando la jueza decretó su internamiento provisional, han permanecido en el módulo de ingresos y se han mantenido "alejados del foco" como medida preventiva, pues "no se sabe a ciencia cierta cómo van actuar ellos ni cómo va a responder la población reclusa".

No obstante, inciden las citadas fuentes, "a pesar de  la tensión social, no ha sucedido ningún altercado, todo se ha desarrollado con normalidad gracias al trabajo y la gestión de los funcionarios, de los médicos que los asistieron en la primera visita obligatoria y del resto de trabajadores que han estado en contacto con ellos estos días atrás".

Los traslados de internos a otras provincias suelen ser habituales cuando el caso por el que han acabado entre rejas tiene una especial repercusión, no sólo a nivel social, sino también dentro de la propia comunidad penitenciaria. Y es que aunque los tripulantes de la narcolancha que acabaron con la vida de los agentes  puedan ser vistos por otros delincuentes como supuestos "héroes" por "acabar con el enemigo", lo cierto es que sufren represalias dentro de la cárcel por parte de otros traficantes que se sienten perjudicados en sus actividades ilícitas por el incremento de la presión policial derivada de sucesos como el ocurrido el pasado viernes en Barbate.