Puertos en guardia: la nueva frontera de la cocaína en Europa
Narcotráfico | Los grandes cárteles sudamericanos inundan de droga el mercado
Los mayores controles en las fronteras de EEUU o México y la superproducción hacen que los narcos miren hacia el viejo mundo y desafíen a las autoridades con nuevas rutas y métodos de infiltración
Cocaína: Conexión Cádiz
En las selvas tropicales de Sudamérica hay más plantas de coca que de cualquier otro cultivo. Crece sobre todo en zonas rurales donde hay parcelas pequeñas y medianas. Las escasas alternativas rentables en estos lugares y la limitada presencia del Estado han sido factores que históricamente han alentado a los campesinos a lanzarse a un entramado delictivo del que son el eslabón más débil de una cadena que va ganando grosor conforme asciende hacia la cúspide de la pirámide de poder. Tras la cosecha, las hojas de coca pasan por etapas de procesamiento para obtener un producto que los intermediarios compran y transportan. Esas fases suelen realizarse en instalaciones rurales alejadas, con mano de obra local y laboratorios camuflados desde donde salen toneladas de droga hacia EEUU y Europa. En los últimos años, en que la inflación está por las nubes y los precios no paran de crecer, la cocaína en origen ha bajado. Si hace unos años el kilo se movía entre 30 y 36 mil euros ahora está a 18 mil. Y no será porque la demanda haya caído. Todo lo contrario. De hecho, Europa se está metiendo por la nariz media América Latina.
Aunque en los últimos años la llamada Ruta Africana de la cocaína ha ganado protagonismo, con narcolanchas que utilizan la tradicional vía de entrada del chocolate marroquí, el mayor volumen de farlopa sigue llegando al viejo mundo a través de sus principales puertos: Amberes, Rotterdam, Hamburgo, Valencia… y Algeciras.
Al acercarse a la entrada del puerto algecireño la sensación es que se está penetrando en una ciudad con sus propias reglas. Rascacielos de contenedores forman largas calles multicolores en una especie de tetris indescifrable. Las grúas no descansan. Cada día, miles de contenedores marítimos procedentes de América Latina se descargan con precisión milimétrica en la que es una de las terminales más activas de Europa. Entre bananos, aguacates y productos manufacturados, también viaja la mercancía que más preocupa a las autoridades: cocaína.
La escena se repite en los grandes puertos europeos, nodos esenciales del comercio global que se han convertido en la primera línea de la batalla contra el narcotráfico. Los números hablan por sí solos: Bélgica y Países Bajos concentran juntos más de 600 toneladas de cocaína incautadas en la última década, una cifra que revela tanto la magnitud del tráfico como la eficacia creciente de los controles.
Amberes y Rotterdam, los gigantes del contrabando
El puerto de Amberes se ha consolidado como el gran epicentro europeo. En apenas unos años, las incautaciones allí han rozado las 450 toneladas, lo que convierte a Bélgica en el país más golpeado —y a la vez más vigilante— de esta ruta. Muy cerca, en Países Bajos, Rotterdam acumula otras 180 toneladas de cocaína interceptadas, en un goteo constante de operaciones. La magnitud del tráfico obliga a una logística casi bélica: cada contenedor sospechoso es revisado con escáneres de última generación y perros adiestrados, pero aun así la balanza sigue inclinándose a favor de las redes criminales.
En ambos puertos la presión ha llevado a reforzar la seguridad con más controles, mayor coordinación con Europol y medidas administrativas inéditas, como restringir el acceso de transportistas a las terminales para evitar que el crimen organizado levante los contenedores antes de ser revisados.
Algeciras, la puerta del Sur
España también juega un papel clave en esta historia. El puerto de Algeciras es uno de los mayores de Europa en tráfico de contenedores y su posición lo convierte en escala natural para las mercancías procedentes de América Latina. En agosto de 2023, la intervención de 9.436 kilos de cocaína en un cargamento de bananas abrió informativos nacionales al convertirse en la mayor incautación realizada en España hasta ese momento. Sin embargo, pocos meses después, en noviembre de 2024, se superó el récord al encontrarse 13 toneladas de cocaína escondidas entre un cargamento de bananas ecuatorianas, una de las más grandes de Europa en un solo contenedor.
Los agentes lo recuerdan como un golpe de suerte y precisión. El contenedor fue señalado tras un análisis de riesgo y, al abrirlo, apareció el alijo perfectamente camuflado. La operación se convirtió en un símbolo de la vulnerabilidad de las rutas comerciales más habituales —la fruta tropical, altamente perecedera, obliga a cadenas de transporte rápido y complica los controles exhaustivos—.
Paco Mena, de la coordinadora antidroga del Campo de Gibraltar Alternativas, es una de las personas que mejor conoce el fenómeno del narcotráfico. “El puerto de Algeciras se ha convertido en uno de los más importantes de introducción de cocaína de toda la Unión Europea, pero también hay que decir que es uno de los que más incauta. Eso es fruto del gran trabajo y la profesionalidad que realiza tanto Vigilancia Aduanera como la Guardia Civil. Y de los medios que se le han dado a este puerto por parte tanto del Ministerio del Interior como por el propio Puerto del Estado”, comenta a este diario.
Porque el puerto de Algeciras cuenta con dos escáneres para la utilización y la detección de cualquier tipo de mercancía que venga en los contenedores fundamentalmente de Sudamérica.
Mena considera que uno de los motivos de que haya aumentado la entrada de cocaína por Algeciras es porque “en los dos puertos donde entraba más cocaína, que eran Rotterdam y Amberes, las autoridades de estos países han aumentado los controles de manera notable”.
Advierte Mena que aunque en origen la coca ha bajado su precio a la mitad en el mercado minorista “esta bajada de precio no se ha notado absolutamente nada, por lo tanto a las bandas el negocio le está saliendo bastante rentable”.
¿Y por qué ha bajado el precio de la cocaína? “Se debe fundamentalmente a dos cuestiones: una, que ha habido una superproducción en Sudamérica en el último año; y dos, la dificultad que están teniendo para introducirla en el mercado americano por las fuertes medidas de seguridad que están tomando tanto Estados Unidos como México en sus fronteras. Lo que intentan los cárteles es desviar esa cocaína que no pueden introducir en EEUU hacia Europa”.
Pero para que la droga llegue con seguridad a uno de estos puertos contaminados por los cárteles sudamericanos, cuenta Mena, “es evidente que deben contar con una estructura, una logística dentro del propio puerto de gente que se deja corromper, desde el portuario, al administrativo, la vigilancia privada e incluso algunas corruptelas en Policía Nacional, Guardia Civil o Vigilancia Aduanera”, reconoce.
A los tres grandes puertos de España en cuanto a incautaciones, Algeciras, Valencia y Barcelona, se ha sumado en los últimos tiempos Málaga, donde han subido las aprehensiones de cocaína. “Esto significa que se empieza a utilizar más el puerto malagueño por una sencilla razón, entienden que hay menos vigilancia que en Algeciras. Si no recuerdo mal, el puerto de Málaga ni siquiera tiene un escáner, por lo menos que yo sepa, a no ser que en los últimos tiempos se haya comprado”, aclara.
El método más habitual para meter cocaína por los puertos es el que se conoce como gancho ciego, que consiste en usar un contenedor totalmente legal en origen e introducir la cocaína. Cuando viaja hacia destino la droga que trae es ajena totalmente a la persona que ha fletado ese contenedor, se abre en el mismo puerto y se sacan los fardos de cocaína por parte de quienes tienen acceso a los contenedores, que en la mayoría de los casos son personas relacionadas con el ámbito portuario. El otro método es mandar miles de kilos de cocaína dentro de piñas, plátanos, maderas o en cualquier carga donde los puedan camuflar. “Para eso es importante la labor que hace Vigilancia Aduanera con el método de análisis de riesgo donde se evalúa el contenedor y se decide abrirlo”, explica Mena.
El gran éxito de localizar el transporte de cocaína es fruto de la cooperación internacional, de la fluida comunicación con la Fiscalía Antidroga y de la labor de las Fuerzas de Seguridad del Estado con las autoridades de países sudamericanos, desde donde el contenedor que viaja hacia Europa puede ser marcado y se le hace un seguimiento hasta abrirlo y encontrar un tesoro para cuyo hallazgo no existen mapas.
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