"Es un orgullo que el ‘Blanco y Verde’ sea un emblema de Conil"
José Trujillo Gómez | Propietario del hotel restaurante 'Blanco y Verde' y ex concejal en Conil
El propietario de uno de los restaurantes más afamados de la provincia de Cádiz trabajó en el campo desde muy niño y fue 20 años concejal antes de su apuesta final por la hostelería
"Mi vida estaba en el campo pero en 1991, por culpa de la reconversión ganadera, tuve que abandonar y me centré en el restaurante"
"Competir con La Fontanilla y con otros restaurantes haciendo pescado era imposible y por eso me centré en la carne"
Conil/La suya es la cara del éxito, porque de éxito indiscutible puede calificarse el auge tan tremendo que sigue teniendo el restaurante ‘Blanco y Verde’, que después de hacerse un nombre primero en Conil y luego en toda la provincia, ahora ya trasciende las fronteras gaditanas. Pero lo que nadie o muy pocos saben es que detrás de esa cara de éxito de José Trujillo Gómez (Conil, 1948) hay una estela de muchísimo trabajo (empezó a currar en el campo con 11 años), de durísimas preocupaciones (llegó a estar acorralado por las deudas) y de dolorosas desgracias personales (vio fallecer a dos de sus seis hijos). De todo ello, y de sus 20 años como concejal en Conil, habla en esta entrevista José Trujillo, un hombre forjado a sí mismo, que está aprendiendo a disfrutar de su jubilación y que es feliz porque, entre otras cosas, dice que tras tantos años de sacrificio ahora sí puede viajar de vez en cuando junto a su inseparable Antonia Moreno, su esposa desde hace casi 48 años y sin duda el alma máter de la archipremiada cocina del ‘Blanco y Verde’.
–¿Imaginó usted alguna vez que terminaría siendo el propietario de un restaurante de éxito?
-Para nada. Toda mi familia ha sido siempre de campo, yo empecé a trabajar allí con 11 años junto a mi padre y en el campo he sido y sigo siendo muy feliz. Cuando estoy allí me olvido de todo.
–¿A qué se dedicó usted antes de la apertura del ‘Blanco y Verde’?
–Estuve trabajando en el campo hasta que a los 18 años entré en la Central Lechera de Jerez. A los pocos años monté una empresa de distribución de piensos compuestos que estaba muy relacionado con la recogida de la leche que hacía. Ahí también me fue bien. Aún recuerdo la cara de mi padre cuando me compré una furgoneta Ebro. 60 letras a 5.000 pesetas la letra me costó. Mi padre se llevó las manos a la cabeza y me dijo que estaba loco. Pero yo en aquellos años no paraba. Aquí, donde está el ‘Blanco y Verde’ yo tenía también gallinas y pollos que criaba para las carnicerías.
–¿Aquí? ¿Esto ya era suyo?
–Esto era un solar y el suelo se lo compré a mi suegro. Allí enfrente empecé a levantar mi casa en 1972 para casarme al año siguiente, y en una zona de atrás tenía el almacén para los piensos. También me puse a acarrear animales a los mataderos. Me levantaba a las 4 de la mañana y empezaba a recoger los animales porque a las 6 tenía que estar en el puesto reproductor para recoger la leche. Y cuando acababa ahí, empezaba a repartir pienso. Recuerdo que le pedía a los camiones que me traían el pienso que viniesen a partir de las 21 o 22 horas para poderlos descargar. Y a veces me daban hasta las 2 de la madrugada descargando el pienso.
–Y con tanto jaleo, ¿cómo se le ocurre meterse en política?
–A mí siempre me ha encantado la política y siempre he tenido muchas inquietudes y unos ideales que aún hoy defiendo. Por eso en 1977 me afilié al PSP, el partido de Tierno Galván, que a mí siempre me pareció una persona que llenaba mucho.
–¿Qué buscaba usted al entrar en política?
–Lo que no buscaba seguro era dinero, porque jamás cobré en mis 20 años como concejal. Yo creo que busqué en la política lo que nunca pude conseguir. Y me explico. Yo no pude ir al colegio porque mi padre no podía pagarme los estudios en Campano, que era lo que yo quería. Mi vida desde niño fue el trabajo y por eso tuve que aprender a leer y a escribir fuera del colegio. Y durante mi etapa en política aprendí mucha cultura y aprendí también a desenvolverme en muchos aspectos.
–Pero el PSP duró muy poco, fue absorbido rápidamente por el PSOE.
–Exacto, yo me afilié al PSP en 1977 y la fusión con el PSOE fue en 1978. En las municipales de 1979 me presenté en la candidatura socialista que encabezaba Diego Leal y salí concejal. En 1983 volvimos a ganar, pasamos de 10 concejales a 13 en un Ayuntamiento de 17 ediles, me dieron la Delegación de Urbanismo, pero ya había muchos problemas internos. El PSOE entonces era una máquina total y las presiones eran terribles.
–¿Presiones? ¿En qué sentido?
–En 1983 Conil se regía por la Ley del Suelo porque no tenía planeamiento urbanístico alguno. Las primeras Normas Subsidiarias las aprobamos en 1984 y digo yo que muy malas no serían porque estuvieron en vigor hasta 2004, cundo se aprobó el Plan General. Y cada vez que surgía un tema urbanístico, siempre aparecía alguien que tenía un amigo que mandaba mucho en el PSOE. Venía el delegado de Obras Públicas pidiéndome que dejara vender unas parcelas cuando eso era ilegal, venía el delegado de Gobernación para decirme que yo tenía que darle licencia a un hotel porque sí, y hasta vino a presionarme una abogada de Rota que decía que era la esposa de un parlamentario del PSOE. Así se las gastaba a veces mi partido pero, vamos, que todo está olvidado y yo me llevo de maravilla ahora con aquellos cargos de la Junta.
–¿Esas presiones hicieron que formaran ustedes aquel partido independiente que se llamó Leales Conileños?
–Y también los enfrentamientos internos que hubo. Alfonso Perales quiso mandar en el PSOE de Conil y, como no lo dejamos, el partido montó una agrupación en El Colorado. Después nos dijeron que los que mandaban en Conil eran ellos, y les permitieron presentar una lista para las municipales de 1987 pese a que los más votados en la asamblea fuimos nosotros, los que estábamos con Diego Leal. Pero como nos esperábamos esa cacicada pues ya teníamos recogidas las firmas que nos permitieron presentarnos como Leales Conileños. Ganamos aquellas elecciones de 1987 pero ahí se inició una campaña de acoso y derribo brutal. En 1991 pasamos a la oposición y en 1995, tras hacerse el PSOE el hara-kiri, llegó IU a la Alcaldía. Y si IU lleva 26 años gobernando en Conil es por culpa de mi partido.
–¿Su partido? ¿Sigue siendo militante socialista?
–Sí, milito en el PSOE porque sigo teniendo mis mismos ideales de siempre, pero, vamos, que no me apetece serlo.
–¿Cómo?
–A nosotros no nos expulsaron del PSOE, nos dieron de baja por autoexclusión, pero en 2007 varios militantes de Leales pedimos el reingreso en el PSOE. Nos lo dieron pero nos vetaron totalmente nada más entrar. Y lo que estoy viendo es que en todos los acuerdos provinciales que hay entre el PSOE e IU, Conil siempre es moneda de cambio. Hay gente muy obediente en el PSOE conileño, gente que sólo busca un cargo y que no aspira a gobernar el pueblo. Ahí están Eva Leal o la portavoz actual, a la que en 2019 votaron los andalucistas y el PP para que fuera alcaldesa y renunció. Este PSOE no me representa si renuncia a la Alcaldía de mi pueblo.
–Aparcando la política, ¿cuándo y por qué empieza a cobrar vida el restaurante ‘Blanco y Verde’?
–Yo estuve a punto de abrir aquí una tienda para vender aperos de labranza, riego por aspersión, ordeñadoras, etc. Estaba todo listo pero surgió la reconversión ganadera, cuando España entró en la UE. Aquella reconversión se hizo a lo bestia y llegó el desastre, porque ya no se recogía la leche y hubo que sacrificar a muchísimas vacas. Así que la que iba a ser mi tienda se transformó en un pub. Le pusimos ‘Blanco y Verde’ porque toda su decoración estaba inspirada en los colores de la bandera de Andalucía. Y como el pub funcionó muy bien, pues no quise cambiarle el nombre cuando a finales de los 80 optamos por poner aquí un asador. Pero aquellas fechas fueron muy duras para mí y para mi mujer. En 1985 murió en un accidente mi hijo mayor cuando tenía 11 años y en 1989 se me mató el tercero en el colegio cuando tenía también 11 años. Y aparte estaban las deudas, tantas que llegué a arruinarme.
–¿Y por qué esa deudas?
–En 1986, por culpa de la reconversión ganadera, Puleva compró la Central Lechera antes de que se declarara en quiebra. Yo llegué a un acuerdo con Puleva y me quedé recogiendo leche por la zona para ellos. Pero en 1990 todo empezó a extinguirse, empecé a endeudarme con la fábrica de pienso y llegó un momento en el que tenía en el campo 9 millones de pesetas que no podía cobrar porque ningún ganadero tenía dinero. Y en 1991 tuve que abandonar el buque. Lo solté todo y me centré en el ‘Blanco y Verde’, que lo transformé en restaurante. Puse la barbacoa, me puse a asar carnes, me quedé con un solo trabajador que fue mi mano derecha durante 18 años y me metí aquí con mi mujer como si fuéramos cartujanos. Noche y día.
–Muchas obras tuvo que hacer, me imagino.
–Lo primero fue pagar todo lo que debía, que era tanto que no podía tener nada mi nombre. De las deudas me libré en 1998. Y la primera reforma fue en 2002 ó 2003. Es que esto tenía un techo de uralita, cañizo... era un chiringuito. Me embarqué en la obra pero me faltó el dinero enseguida. Empecé a negociar con los bancos y al final logré un crédito de 90 millones de pesetas, una burrada porque tenía ya 50 y muchos años. Pero me lancé, con ese dinero pude hacer la reforma integral de lo que hoy es el ‘Blanco y Verde’, con su restaurante y su hotel, y la deuda pude quitármela hace ahora dos años.
–¿Qué le ha dado el ‘Blanco y Verde’ a Conil?
–Mi mayor orgullo es que el restaurante es un emblema de Conil. Mi gran apuesta en el ‘Blanco y Verde’ eran las carnes, algo que ni mis amigos entendían. Me decían que estaba loco, pero yo les decía que cómo iba a competir con La Fontanilla o con otros restaurantes de Conil haciendo pescado. Eso era imposible. Así que me puse a asar carnes y conseguí ser el número 1 en carne de Conil. Hoy somos un referente en esa faceta y aparte están los guisos, la cocina tradicional de Conil que lleva mi mujer. Tenemos muchos primeros premios en concursos de carne, pescado, hortalizas, etc. Pero si nos va muy bien es evidentemente gracias a a clientela, que es muy fiel.
–El ‘Blanco y Verde’ suena mucho fuera de Conil.
–Eso me enorgullece pero además hay otro dato que a mí me gusta y es que después de 20 años de concejal la gente de mi pueblo sigue viniendo aquí. Nadie es profeta en su tierra, eso es verdad, pero que la gente entre aquí quiere decir que mi etapa por la política no me originó enemigos. Tenga en cuenta que el 90% de la clientela del ‘Blanco y Verde’ es de aquí, de Conil.
–¿Han cambiado los hábitos de consumo de los comensales?
–En cuanto a la carne, sí. Cuando yo empecé se comía mucho cerdo, sobre todo chuletas y solomillos. Comer carne de vacuno o de cordero era como un tabú. Pero eso fue cambiando conforme la gente empezó a viajar más y vio que en el norte de España era muy normal comer carne de vaca. Además, aquí la cultura que había era que la carne iba del matadero al consumo y nosotros en cambio hemos metido las carnes a madurar hasta 60 días o incluso 110 días, para que supiera más sabrosa.
–¿Cómo han podido combatir la actual pandemia?
–Pues a duras penas, como todos. Lo solucionamos acogiéndonos a un ERTE o trabajando a media jornada, pero afortunadamente no tuvimos que despedir a nadie.
–¿Qué futuro le ve a Conil?
–Yo creo que Conil ha evolucionado bien, pero podría haber sido mejor. Se ha apostado por el turismo, que me parece correcto, pero el pueblo tiene un problema muy grande con la falta de aparcamientos. Eso es muy malo para un pueblo turístico. Intentar peatonalizar todo el pueblo es un riesgo porque sin aparcamientos disuasorios cercanos se le puede hacer un daño terrible a los negocios locales.
–¿Y cuál es el futuro personal de José Trujillo?
–Yo estoy disfrutando de mi jubilación, porque todo lo referente al restaurante lo lleva ya mi hijo Diego. Mi mujer sigue en la cocina porque ella quiere, porque me dice que qué va a hacer ella lejos de los fogones. Yo sigo con mis tertulias diarias de política con mis amigos, disfrutando de mis nietos y con mis escapadas a un campo que tenemos aquí y en el que todo lo que cultivamos sirve de materia prima al restaurante. Estoy muy tranquilo, orgulloso de haber levantado el ‘Blanco y Verde’ de la nada y orgulloso también de haber podido pagarle carreras universitarias a mis cuatro hijos pese a los problemas económicos que tuvimos. Pero eso ya pasó y creo que voy a poder disfrutar de una vejez feliz.
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