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Javier Ruibal en Royal Hideaway Sessions (Chiclana): “En la música de hoy falta calado, algo que deje poso en nuestra sentimentalidad”

El cantante y compositor Javier Ruibal (El Puerto de Santa María, 1955).

El cantante y compositor Javier Ruibal (El Puerto de Santa María, 1955). / Pepa Niebla

–Todo vendido para su concierto en Royal Hideaway Sessions. Algo habrá hecho bien para tener ese calor del público ¿no?

–Bueno –ríe–, creo que son las canciones las que nos hacen ganar adeptos. Uno puede acertar o no, pero cuando las canciones llegan en un momento un poco especial como pasó con el disco Pensión Triana, cuando no había un cantautor que hiciera esa mezcla ecléctica de flamenco y músicas étnicas con jazz e incluso rock, pues más vale llegar a tiempo que rondar cien años. Ese disco cayó muy bien, simpatizó mucha gente con él y la muestra está en que cuando hemos anunciado el concierto, que ya lo hicimos en Madrid hace un par de meses, se agotaron las entradas y aquí ha ocurrido lo mismo. Es un placer que esté tan vigente.

–¿Qué es lo primero que siente al recordar aquel álbum de 1994?

–Tengo en la memoria perfectamente intacto cómo fue y cómo lo hicimos. También la singularidad porque se grabó por primera vez en un estudio con público, con las limitaciones que eso conlleva, con muchas canciones nuevas y un puñado de canciones conocidas. Luego la suerte tan bonita de que cuando lo grabé ya había conocido a muy buenos y grandes artistas que ese día quisieron acompañarme. Se da una confluencia de coloridos instrumentales y de peculiaridades de esos músicos al ponerse al servicio de mi repertorio y también éste era como una primera revisión de unos cuantos años, porque yo tenía tres discos antes y entonces estaban descatalogados. Tuvo la función de resucitarlos y de que volvieran a estar ahí, al acceso de la gente.

–¿Cambiaría algo hoy?

–Cambiaría lo que hice por la mañana –ríe–. Haz en cada momento lo mejor que sepas hacer si pones todo el esmero, y no te des por satisfecho nunca. Hombre, en algún momento hay que firmar el cuadro ¿no? Pero siempre puedes hacerlo mejor, siempre hay que cambiar todo lo que puedas para futuros trabajos. En ese momento hice lo que mejor sabía hacer y por eso salió así. Hoy creo que lo haría con alguna variación, pero sustancialmente el propio disco nos ha dicho a todos que era lo que había que hacer y que estaba bien concebida la idea.

"Creo que hoy cambiaría algo de ‘Pensión Triana’ pero sustancialmente hice lo que había que hacer”

–Aparte de Pensión Triana, ¿qué más habrá en el espectáculo?

–Un puñadito de canciones más, que la gente ha elegido como suyas. Es un repertorio que en su totalidad no se ha tocado en mucho tiempo, sí canciones sueltas. Hacerlo entero, tal como era, tiene la ceremonia de escucharlo canción a canción, para que cada uno de los que lo descubrieron tengan la misma sensación, es lo que intentamos.

–¿De quiénes se acompañará?

Manu Sánchez al piano, José Recacha a la guitarra y bajo, Diego Villegas a los vientos, Javi Ruibal a la batería y percusión y Pablo Domíngez a la guitarra flamenca. Toda una generación nueva que ha crecido escuchándolo también.

'Pensión Triana' (Javier Ruibal)

–Lanzó en 2020 el libro-disco Ruibal , con una completísima edición física, y De tu casa a la mía, en 2022, un hermanamiento musical entre Lorca y Rosalía de Castro. ¿Se siente una rara avis?

–No sé –ríe–. No me miro de una forma tan trascendente. Intento divertirme, provocar una corriente de afecto hacia mi persona y mi obra. Uno no puede pensar que está haciendo historia cuando en realidad estás viviéndolo. Sí es verdad que hoy se hace mucha música, digámoslo de una manera benévola, mecanizada en cuanto a estructura musical, ritmo, estrategia de búsqueda de público y posibilidad de difusión entre públicos que precisamente no ambicionan de la música más allá que un mero entretenimiento. Esas son las características de la música popular, pero casi siempre llevada por una mecánica mercantil. Muchos de los artistas que hoy hacen esa música no la estarían haciendo así si no tuvieran detrás una industria de una voracidad insaciable. No me siento una rara avis, siento que hago lo que hay que hacer. Creo en una tradición, una evolución, una vanguardia; me parece que eso va conmigo y con muchos artistas, siempre y cuando tu trabajo haga referencia y deferencia a los que antes lo han hecho muy bonito y muy bien.

"Es mucha la energía que Cádiz y su gente te dan (...) la provincia y la bahía son lugares privilegiados del planeta”

–¿Falta mensaje, calado?

–Faltan tantas cosas... Calado, estoy de acuerdo. Algo para profundizar, que deje un poso en nuestra sentimentalidad, incluso en nuestro intelecto. Va todo muy rápido. Se dan casos incluso de gente que está viendo una película y la está pasando a más velocidad mientras hace otras cosas, como si de cuatro renglones leyeras uno. Eso no sirve. El asunto es recrearse en la buena factura del libro que lees, la película que ves o la música que oyes. Falta reposo y sosiego, hay demasiada prisa y talante de consumo.

–¿En qué proyectos anda?

–En noviembre saldrá un disco nuevo, Saturno Cabaret, una obra sutil, singular. Es la historia de un cabaret de los años 50 y retrata una época muy difícil, en la que todos estábamos sometidos a la represión, el peligro, el miedo, el abuso y la persecución. Éramos un país salvaje en ese sentido. Ahora que hay tanta gente que está invocando una vuelta a esos tiempos tenebrosos, Saturno Cabaret va a venir muy bien para contarnos a nosotros mismos que la gente que confluía ahí era de cualquier ideología o desideología, el cabaret era el único espacio de libertad. Está escrito y compuesto por mí y arreglado por Javier López de Guereña, un amigo y artista magnífico. Y el elenco musical es estupendo también. También habrá artistas invitados en las ciudades a las que vayamos que se convertirán en artistas del cabaret por una noche. El estreno en vivo será el 17 de enero en el Teatro Circo Price de Madrid.

–¿Qué le sigue aportando Cádiz a su arte y su manera de crear?

–Cada día más cosas. De pronto te das cuenta de la suerte tan inmensa que es haber nacido y podido vivir la mayor parte de tu vida en este entorno. Es mucha la energía que el lugar y la gente te dan. Uno siente un gozo en la identidad y también tenemos un cierto privilegio de vivir en un lugar donde la premisa primordial es procurar estar bien y tener buen humor para hacer los cosas. Esto no se da en todos sitios. La provincia y la bahía de Cádiz son lugares privilegiados del planeta.

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