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La falta de agua pone en jaque el campo gaditano

Cultivo de cereal en una imagen de archivo. Cultivo de cereal en una imagen de archivo.

Cultivo de cereal en una imagen de archivo. / Salas/Efe

Escrito por

· Pilar Vera

Redactora

El olivo es un campeón. Resiste termómetros cambiantes, la flema de los veranos, un régimen de lluvias de compromiso. Es el monarca del clima mediterráneo, de esas Ítacas –buenas para cabras, malas para caballos– que nos empeñamos en habitar: sus múltiples virtudes le ganaron Atenas a Atenea. “El olivo es muy agradecido –admite Juan, uno de sus muchos conocidos, desde Algodonales–, está acostumbrado a pasar inclemencias”. Juan cultiva olivares de montaña, con una pendiente del 40% para unos; del 30%, en otros. Lo escarpado del terreno es lo que hace que perviva, entre otras cosas, la forma tradicional de cultivo del olivar:imposible pensar en un superintensivo. En la Cooperativa Nuestra Señora del Rosario tienen claro que lo que les queda es “la calidad del producto”, que no es ajena a un tratamiento más respetuoso.

En el sector, dice Juan, hablar del agua se ha convertido en algo de mal gusto: “Todos los días mirando al cielo, ni poner la tele ni mirar el móvil queremos –asegura–. Independientemente de la media de precipitaciones o del estrés hídrico, hemos tenido un año con mucho levante. Ese cambio al olivo le está costando: en verano, hemos tenido tres meses de temperatura extrema, de día y de noche”. El estrés vegetal fue el que hizo que el año pasado la recogida se redujera en un 70%. Aunque ser oracular con la meteorología es un oficio de alto riesgo, no parece que las lluvias vayan a asomar a corto plazo y las proyecciones hablan de un verano de sofoco.Nunca, ni en los peores años, habíamos tenido esta reducción de la cosecha –asegura–. El olivar está sufriendo. Por otro lado, nunca he visto tanto esquimo como esta temporada: puede ocurrir que, si no llueve, para San Juan, el olivo empiece a tirar aceituna”.

Calendario acelerado. El año pasado, el marco de Jerez también vio un inició histórico de la vendimia, a finales de julio. Este año, afirma Pedro Gallardo, de ASAJA, aún hay dudas, pero todo indica que será “una campaña más corta, con menos producción, y más rápida”. Para ellos aún queda algo de margen pero esta temporada no se ha sembrado arroz en la provincia; el estado de pérdida de cereales es del 50% a día de hoy pero, si no llueve en dos semanas –no parece que vaya a hacerlo–, se perderá el 80%de la cosecha, “y en vez de echar una espiga de 12 centímetros, la planta reduce sus expectativas, digamos, y se queda en tres”, explica Gallardo. También el girasol y el algodón, a la espera igualmente de lluvias, estarán tocados. “En el regadío, con un recorte del 25% en dotación, también habrá menos cultivo.El olivo viene con mucha floración pero, como no hay reserva, seguramente se recorte en torno a un 50%, y los operadores dicen que lo mismo no se llega a enlazar una campaña con otra”. A esto se añade que, como sabemos, los costes de producción se han duplicado: “Ante la falta de pasto –añade el presidente de ASAJA–, el ganadero extensivo tendrá que solucionar el aporte con pienso, que ha duplicado su precio en dos años”.

En estos momentos, en definitiva, la situación del campo es “dramática” en la provincia, que no ve llover en condiciones desde el pasado 12 de diciembre. De hecho, el presidente de la Junta, Juanma Moreno, anunciaba esta semana el Tercer Decreto de la Sequía, que incluye medidas como la ejecución de obras hidráulicas de interés; la prórroga a 2023 de la exención del canon de regulación y tarifa del uso del agua; diez millones de euros en ayudas para renta y liquidez de los más afectados por la sequía y la solicitud de la activación del fondo de crisis de la PAC:“Agradecemos mucho la intención –asegura Gallardo– pero a ver cómo se reparte esa tarta: de los 160 millones estipulados, unos 40 irán a ayudas directas”.

Los embalses de la provincia se encuentran actualmente al 29,7% del total de su capacidad

También este año se ha convocado a nivel nacional la Mesa de la Sequía, con varios de los sectores implicados:“La conclusión fue que se iba a hacer un diagnóstico de la situación actual, pero el diagnóstico ya está claro –continúa Pedro Gallardo–. Nosotros lo que queremos son ayudas directas a fondo perdido desde el Gobierno central y la UE, mejores condiciones de seguro y un decreto de sequía de puesta en marcha inmediata que asegure la viabilidad y permanencia de las explotaciones, además de flexibilidad respecto a las políticas agrarias comunitarias:recientemente, se han puesto en marcha una serie de nuevas medidas que son muy difíciles de seguir en la situación actual”.

“Las últimas reformas del PAC –apunta Juan– no permiten hacer labores. En verano, solíamos hacer un arañazo superficial para tapar las grietas del terreno y evitar que entre calor: no es una gran intervención pero, como hay que dejar el manto vegetal, no se permite, y servía para refrescar un poco la capa superficial. El laboreo pasado junio, que no habrá precipitaciones, sí que beneficia al olivo. Las tareas no sólo hay que hacerlas técnicamente desde una oficina, sino que también habría que contar con el agricultor de toda la vida, que conoce su campo. Yo sé bien las tareas que hacía mi abuelo con el olivar”.

En la línea de competir con calidad, Juan recomienda a sus agricultores el cultivo en ecológico:“Yo tengo gente que se pasó al eco hace tres años y, con los abonos eco, no han tenido una gran reducción de producción –asegura–. En la calidad del aceite, además, se nota. Nosotros, el producto ecológico, prácticamente lo tenemos vendido”.

Imagen del puente del Picao, al inicio del embalse de Guadalcacín. Imagen del puente del Picao, al inicio del embalse de Guadalcacín.

Imagen del puente del Picao, al inicio del embalse de Guadalcacín. / Miguel Ángel González

En la cooperativa Nuestra Señora del Rosario molturan aceituna de Algodonales, Zahara, El Gastor, Grazalema y parte de Prado del Rey. Hace dos años, se cubrieron 1500 peonadas; este año, fueron 150. “Contratamos y los mandamos a la finca dados de alta y con prevención de riesgos laborales, descontándoselo al socio en el primer o segundo pago”, indica Juan, que piensa que, políticamente “se puede hacer lo que se puede hacer:el dinero es el que hay. Pero no es normal –subraya– que se plante superintensivo, leñoso a gran escala, en zonas que han sido de cereales”. El pantano de Zahara-El Gastor ha pasado de sacar agua “desde mediados junio y hasta finales de septiembre, a abrir de marzo a noviembre: si ese pantano tiene una entrada de 30 hm3 anuales, no le puedes sacar 60. Grazalema no ha tenido tanta reducción de precipitaciones –continúa– pero, si se dan concesiones por encima del llenado de la presa, luego te encuentras con esto. No se pueden dar más concesiones para este tipo de cultivo: yo estoy perfectamente de acuerdo con que el que quiera cultive tomates, melones, sandías, y se genere empleo; lo que no quiero son grupos de inversión con capital extranjero que terminen con el olivar tradicional. No podemos competir ante eso”.

“Si los gastos de producción son de 2,50 euros, ellos van a tenerlos de 50 céntimos –asevera Juan–. No se puede permitir destrozar el olivar tradicional de toda la vida. Una cosechadora de superintesivo te saca 70-80.000 kilos diarios de aceituna con una máquina: para eso, nosotros necesitaríamos a diez personas durante dos meses”, apunta, para asumir la magnitud de la escala. La tan cacareada fijación al territorio no es ajena a todo esto:“Y que los pueblos no estén totalmente vacíos no quiere decir que no haya despoblación: cuando yo era joven, en La Muela vivían unas 1000 personas; ahora, serán unas 150. Cuando mueran los mayores, esto está listo. El campo no es fácil y, si les haces la vida imposible a los jóvenes, por mucho que quieran, se van a ir”.

Pedro Gallardo llama la atención sobre la necesidad de un Plan Hidrológico Nacional “que comunique las cuencas españolas que están tirando agua al mar con aquellas a las que les hace falta: algo que es cuestión solamente de voluntad política”.

Los embalses gaditanos bajan ya del 30% de su capacidad (29,75%), con un total de 539,63 hm3: el año anterior, por estas fechas, acumulaban 693,31hm3, un 38%. Respecto a la precipitación acumulada, según la AEMET, la estación de Cádiz marcaba esta semana un tercio de su registro habitual; Jerez, menos de la mitad.

La sequía pluviométrica se inició en 2018, pero el descenso en volumen de precipitación no ha sido excepcional

También esta semana, el CSIC ponía en marcha un monitor de sequía meteorológica, que chillaba en rojo grana en la mayor parte el territorio peninsular: ahora mismo, nos encontramos por debajo de los registros históricos. La situación es parecida a la que teníamos hace treinta años, en la última gran seca. En la provincia, según el último informe autonómico, el Sistema de Explotación de Barbate se encuentra actualmente al 22,67% de su capacidad: ninguno de los cuatro escenarios que se manejan en las proyecciones librarían a la zona de una situación de escasez grave y emergencia para el próximo 30 de septiembre.

La petición de ASAJA recoge un discurso escuchado, entre otros, a Moreno Bonilla: el de las cuencas en las que “sobra” el agua frente a las cuencas deficitarias. Tanto desde el frente ecologista, como desde otros organismos cercanos a la gestión, como AEOPAS (Asociación de Operadores Públicos de Agua) no existe un agua “que se desperdicia en el mar”, insiste Antonio Amarillo, coordinador del área de agua Ecologistas en Acción. La Mesa Social del Agua resume la situación:“Desde el punto de vista de la gestión del agua, no nos encontramos con una reducción excepcional e histórica de las lluvias, sino con un desequilibrio permanente entre las demandas y los recursos disponibles”. La sequía pluviométrica de Andalucía se extiende desde 2018 a la actualidad pero los informes técnicos no arrojan una excepcional intensidad de la secuencia desde el punto de vista de las precipitaciones. Más exagerado ha sido, señalan las tablas, el aumento de temperaturas: pero, todo ello, “ha dado lugar a una reducción de las escorrentías, con la consiguiente escasa recarga de acuíferos subterráneos y embalses superficiales”.

“Un problema así no se va a resolver repartiendo el agua con mas trasvases”, declaraban los operadores, añadiendo que nuestros acuíferos “están en gran medida agotados o tremendamente deteriorados por la contaminación, especialmente en el medio rural. En muchos lugares, el uso de agua subterránea no es sostenible. “El agua agrícola –continuaban– debe redistribuirse con criterio social, se debe priorizar el apoyo a las pequeñas y medianas explotaciones frente a modelos de producción especulativos”.

“Como recordaba el otro día Miguel Delibes al hilo de lo de Doñana, esto no se resuelve con medidas infantiles de buenos y malos, pero hay que tomar medidas impopulares”, indica Antonio Amarillo, que apunta que el “exigir continuamente al Estado” por parte de la Junta es una “estrategia que ha ido bien en otros territorios”, pero que existen actuaciones que dependen de la administración autonómica y no se están ejecutando, “como el garantizar el abastecimiento en la parte norte de la provincia de Sevilla, o el tema de canon autonómico”.

“Es un relato social complicado –reconoce–. Pero no se puede vender como cosas de ecologistas y tecnócratas, que no entienden a la gente del campo. Hay que plantear un enfoque redistributivo, porque no hay sólo conflicto entre distintos ecosistemas, sino entre explotaciones: capital intensivo, empresas familiares vinculadas al territorio, etc. Pero lo que seguimos viendo es que en Huelva se conceden autorizaciones en terrenos forestales, o macrourbanizaciones ligadas al litoral que tampoco pueden garantizar el agua al 100%. Hasta la semana pasada –prosigue– se han seguido dando concesiones pero, en la tendencia que vivimos, más que nunca, los ciclos de planificación se han de ir revaluando. Ampliaciones de riego que se han hecho hace 10 o 15 años han perdido el sentido”. De modo que, esa “transición cuanto antes se haga, mejor, porque si se tiene que hacer en el punto de no retorno, va a ser más traumático”.