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riada Los efectos de la lluvia en la Sierra

Setenil despierta de una resaca

  • Una tromba de agua deja 55 litros en menos de una hora en algunas zonas del pueblo · Cuatro miembros de una familia son rescatados y más de una veintena de viviendas se vieron afectadas

"Como ésta no la he conocido nunca. Ha sido demasiado". Así resume Francisco, un vecino de Setenil de las Bodegas, la impresionante tromba de agua y posterior riada que sufrió la noche del pasado lunes una zona de este pueblo serrano, que afectó a casas, huertas, caminos, acceso a un colegio, y dejó, incluso, incomunicados a una familia que tuvo que ser rescatada por distintos efectivos de su hogar.

La acumulación de tormentas que descargaron en algunos puntos concretos más de 55 litros por metro cuadrado, en menos de una hora, fue el origen del desastre, que se materializó en riada y en el aumento del caudal de los arroyos. Ocurrió sobre las nueve de la noche del pasado lunes. Lluvia que se convirtió en una granizada en algún emplazamiento como la zona del apeadero del ferrocarril, que dejó una capa espesa de unos 15 centímetros, según explicaron ayer los propios vecinos testigos.

La tromba de agua sorprendió a los habitantes de Setenil, entre ellos, a una familia que vive en una casa rural, en la zona de Matavargas, que fue rescatada de su vivienda tras quedarse totalmente aislada y rodeada de corrientes de agua.

Tras el aviso, se montó un dispositivo formado por Guardia Civil, los bomberos de Olvera y Policía Local para rescatar a los cuatro miembros de esta familia: dos mujeres, un hombre y un pequeño de cuatro años. La tarea de salvamento duró casi tres horas y se resolvió realizando una cadena humana, con una soga, para desalojar uno a uno a sus moradores.

Setenil despertó ayer de la reseca con la manguera en la mano, excavadoras a pie de tajo, y con las botas de agua puestas para adecentar los espacios y hacer recuento de los daños ocasionados. El Ayuntamiento local organizó un dispositivo de más de 80 personas, que contribuyeron a las faenas de retirada de lodos de los accesos a casas, negocios y caminos. También, la institución municipal y la empresa mancomunada Aguas Sierra de Cádiz trabajaron para reponer la tubería de conducción de agua que va desde el sondeo hasta los depósitos municipales, que quedó afectada y rota. A mediodía de ayer, el pueblo se abastecía de la reservas acumuladas aún en los depósitos, según explicó el alcalde de la localidad, Cristóbal Rivera.

El regidor realizó un balance a pie de faena mientras varios dispositivo limpiaban los accesos a las fincas y casas del conocido Camino de la Estación, la zona más dañada por el temporal, con unas 25 viviendas afectadas junto a la parte llamada Huerta Baja.

"Ha caído mucha agua en poco tiempo, en una zona alta con pendientes", explicó Rivera. Para la institución municipal fue prioritario en las horas posteriores a la riada despejar los caminos y accesos para que la gente no se quedara aislada.

Entre esas faenas, ya de madrugada, estuvo como una prioridad más la limpieza de la entrada del colegio de primaria Nuestra Señora del Carmen, que quedó taponada por el barro. El centro pudo ayer abrir sus puertas con normalidad gracias a esta intervención. Por su parte, al propietario del Mesón Huerta Alta le cogió la riada de agua sirviendo a a sus clientes. Dice literalmente que "el susto" que han pasado es "demasiado". En la explanada de su negocio se llegó a acumular un metro de agua, barro, lodos, piedras, debido al desbordamiento de varios arroyos de la zona. "No hemos podido dormir en toda la noche. Esto parecía, no sé...", dice el hombre con la voz entrecortada, aunque dando gracias porque pudieron poner a tiempo unas protecciones a las puertas para impedir que la lluvia lo inundara todo.

"Estamos preparados. Tenemos unas chapas porque ya hemos sufrido este tipo de riadas otras veces", añadió, refiriéndose al miedo que ya pasaron algunos vecinos en diciembre de 2009, cuando otra tromba de agua cayó en el pueblo.

Aún así, la entrada de este mesón se llenó por completo de barro, que las máquinas y excavadoras, con cuadrillas de operarios municipales, desalojaron desde primera hora de la mañana de ayer. La misma estampa se repetía en otros puntos del término. Por ejemplo, la setenileña Anabel López y su marido, José Miguel Reina, no daban abasto en volver a la normalidad ya que el río Guadalporcún se les ha metido en su casa, una vivienda donde él tiene montado su almacén de fontanería. "Hemos tenido muchas pérdidas. Es una casa, que la tenemos de segunda residencia", se quejaba la mujer, intentando junto con vecinos y amigos salvar los pocos enseres que merecían aún la pena después de que el río engullera la mayoría de ellos.

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