Francis Mel: El inventor de dulces
Retrato a dos caras, por Pepe Monforte
No todo el mundo va a dedicarse a crear fregonas que eliminan el agua sucia sin esfuerzo o aplicaciones para los móviles que te leen la hora al revés. En el Universo también tiene que haber inventores de durses y esa es la profesión de Francisco Mel.
Reconoce que en los últimos meses ha ganado en contorno, pero es que con el estrés le da por comer y el efecto de mordisquear cuñas de crema y chocolate, mouses variadas y palmeras de sabores imposibles le ha hecho que la parte baja de su tronco llegue antes que la alta a cualquier sitio… ¿A que me ha quedado poético decir que Francis está un poquito gordito?
Barba cuidada y siempre con la "camiseta del equipo", un polo o un yersi en el que se ve, eso sí con discreción, pastelería La Trufa, la aventura que emprendiera allá por la Navidad del 2011 con su "hermano chico", José Luis, que sigue embarcado en el proyecto. Entonces empezaron ellos dos y ahora ya suman 16 personas. En este tiempo han convertido su despacho de pecados de merienda de la calle Sagasta de Puerto Real en cafetería y en estos días de Semana Santa inaugura heladería en el paseo marítimo. Le deberían mandar un video a Rajoy o a Susana Díaz, la de la bajada estelar por la rampa, para que se enteren de lo que es crear empleo.
Es de sonrisa fácil y su gesto se vuelve casi tan tierno como una Carmela cuando habla de su profesor, Joaquín Ramírez, el que fuera el jefe de cocina del Hotel Monasterio de El Puerto. Ramírez, que hoy regenta junto a sus hijos el restaurante Los Rescoldos de El Puerto, fue su jefe y el que le enseñó cuando tenía tan sólo 16 años qué diferencia hay entre un merengue italiano y uno suizo. Cuando el imperio de la empresa Jale empezó a tambalearse, Mel abandonó el trasatlántico, donde era ya el jefe de pastelería de todos los hoteles, para montarse en una barquita a escasos 500 metros del parque de Las Canteras de Puerto Real.
Duerme poco, es lo que tiene esto de inventar y, a menudo, se queda a pasar la noche en el obrador para "fabricar". El último fin de semana fue especialmente emocionante. "Vendimos más de 1000 palmeras en un día". Es su última aportación en dulce a la humanidad, una colección de 12, como los apóstoles, pero en palmeras de gustos diferentes. Como si fuera un diseñador de esos que terminan el desfile con el traje de novia, él termina la exhibición con un "palmerón", un hojaldre de 35 x 40 centímetros, más grande que la cara de Angela Merkel, que venden para celebraciones, como si fuera una tarta, y cubierta de chocolate de crujir.
Ahora da los últimos toques a un helado con el único aceite de oliva virgen que se elabora en Puerto Real, el del Molino San Miguel, pero en este camino desde el 2011 hasta hoy ha inventado hamburguesas dulces, tartas de San Marco con forma de sandwich mixto, roscos de Reyes con sabores exóticos, una empanada de chicharrones y, sobre todo, el dulce típico de Puerto Real, bautizado con el nombre de Piñonera.
A Mel no le parecía bien que la población en la que vive desde hace 18 años, Puerto Real, no tuviera dulce típico. Toda población, de más de cien habitantes, debe tener su patrón, su bar…y su dulce típico, así que se puso a combinar cosas y en unas semanas salieron unos pequeños bizcochos, que miden tres bocaos, y a los que bautizó con el nombre de Piñonera. Puerto Real ha tenido dulce típico, ya mayor…cuando ya no se tienen dulces típicos, pero lo cierto es que ha salido diferente, alejado de ese carácter "espartano" que suelen tener los pasteles "patronales" (a veces no se los comen ni el que lo inventó…pero esto que quede entre tú y yo).
Piñonera lleva bizcocho borracho, perfumado con unas gotas de "elixires" de Jerez, un poquito de oloroso y otro de Pedro Ximénez. Sobre esa cama acolchada por los efectos de la solera, se asientan unos piñones, un producto que crece en los pinos que rodean la población, y un poco de mermelada de manzana…para que los piñones no se caigan.
El dulce puede viajar y aguanta casi un mes sin estropearse a temperatura ambiente. Incluso ha creado unas cajas en la que ya luce su etiqueta de dulce típico de la ciudad. Mel ya trabaja en otro invento. ¿qué?...sonrisa…ya te enterarás.
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