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Coronavirus en Cádiz

Denuncian a la residencia de Alcalá del Valle por la muerte de un anciano

  • La familia asegura que durante varios días no tuvo atención médica y que la condiciones del traslado al hospital fueron determinantes en el fallecimiento de las tres primeras víctimas

Los familiares de Mateo Moncada muestran la copia de la demanda presentada

Los familiares de Mateo Moncada muestran la copia de la demanda presentada

“El día de su muerte mi padre amaneció con un 70% de oxígeno en sangre, lo que ya era una situación preocupante. Sin embargo, yo hablé ese día con Rafi, el alcalde, y me dijo que mi padre estaba controlado, que no era de los que estaba peor y que estuviera tranquila. El médico recomendó su traslado al hospital de Ronda y así figura por escrito. Sin embargo, no fue trasladado hasta las 12 de la noche de ese día, más de doce horas después, en una ambulancia con otros dos abuelos y se lo llevaron al hospital de Villamartín. Uno de los médicos que le atendió nos ha dicho que llegó con un 51% de oxígeno en sangre. Ya era irrecuperable. Le durmieron. A la mañana siguiente estaba muerto”. Fue la primera víctima del covid en la residencia de Alcalá del Valle. Mateo Moncada, de 79 años.

Los hijos de Mateo Moncada, Loli y Mateo, presentarán una demanda contra la residencia de ancianos Dolores Ibarruri de Alcalá del Valle por lo que interpretan que fue abandono y denegación de auxilio. Lo que sucedió en esas horas en la residencia está aun por esclarecer. Horas antes de la muerte de Mateo, la Junta retoma el control sobre la residencia, gestionada hasta unas horas antes por el Ayuntamiento. La situación es caótica. La infección se ha adueñado del centro. Se decide el traslado de cinco ancianos a hospitales. Los más graves deberían ir al de Ronda, que se encuentra a poco más de veinte minutos, los que estuvieran en mejor situación irían a Villamartín, a casi una hora de trayecto. Los familiares recuerdan que los tres que fueron a Villamartín murieron; los que fueron a Ronda sobrevivieron.

Loli y Mateo llevan casi tres meses intentando reconstruir los últimos días de su padre. Han rastreado por todas partes su hoja de enfermería en la residencia, pero lo único que han conseguido es “un historial de su paso por el centro en el que se habla de su carácter y otras generalidades que perfectamente se podría haber fabricado a posteriori, pero no se incluye nada del tratamiento en sus últimos días ni de las visitas que se realizaron. Cuando hablaba con mi padre esos días por el móvil él me decía que estaba solo, que nadie iba a verle y que cada día se asfixiaba más”, aseguran.

“Cuanto más ahondamos, más situaciones extrañas nos encontramos. La directora de la residencia no ha colaborado en nada. Sabemos por el centro de salud que, en contra de lo que se nos dijo, ningún médico fue a verle en los primeros días, después de que él empezara a encontrarse mal. Lo trataron con un antibiótico, pero en el centro de salud no figura ninguna llamada relacionada con mi padre. El único médico que fue a la residencia es uno que ya se ha marchado del pueblo porque está peleado con el alcalde. Iba allí todos los jueves, pero ni siquiera le vio”.

Aún así, ellos creen que la clave sigue estando en el traslado. Su padre, que sufría de la enfermedad respiratoria EPOC por los muchos años que había trabajado el aluminio cuando era emigrante en Holanda, era el único de los 45 usuarios de la residencia que necesitaba estar enganchado a una botella de oxígeno las 24 horas. Aunque no lo han podido demostrar al cien por cien, los facultativos de Villamartín consideran que el traslado se hizo sin esa botella de oxígeno, “probablemente en una ambulancia no medicalizada, ya que iban tres ancianos en ella”.

Todo lo que lleva Mateo Moncada al llegar al hospital es su bastón. No tiene el DNI ni la tarjeta sanitaria, por lo que no es posible conocer su historial. En cualquier caso, “ya estaba sentenciado”.

Su hijo vive en Alcalá del Valle y asegura que lo sucedido esas horas en la residencia es un tema “tabú. Nadie habla de ello den el pueblo. Es algo que ha caído sobre Alcalá del Valle y que lo ha dejado marcado”. Dolores, la hija de Mateo vive y trabaja en Francia, está intentando salir de la pesadilla y su única forma de hacerlo es seguir hasta que sepa todo lo que sucedió. “Se lo debo a mi padre y es lo único que me aliviará su pérdida”.

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