Cerrojazo al Monasterio de San Miguel tras el desalojo del hotel

Una comisión judicial ejecutó ayer el desahucio del edificio, que queda en manos del BBVA a la espera de encontrar un nuevo gestor · La Inspección de Trabajo declara irregular el ERE al no ser de fuerza mayor

Una de las imágenes que decoran el hotel, ayer durante el desalojo.
Una de las imágenes que decoran el hotel, ayer durante el desalojo.
Teresa Almendros / El Puerto

17 de abril 2012 - 05:01

El hotel Monasterio de San Miguel, uno de los establecimientos turísticos más emblemáticos de El Puerto de Santa María, vivió ayer lo que se podría denominar la crónica de un cierre anunciado. A las diez en punto de la mañana, la hora prevista, se personaron en las instalaciones responsables de la propiedad del edificio, BBVA Renting, representantes de la Notaría y la comisión judicial encargada de tramitar el desahucio del edificio. Tres furgones de la Policía Nacional llegaban cargados de agentes con el objetivo de hacer cumplir la orden de lanzamiento dictada por el Juzgado Número 5 de El Puerto, tras la denuncia interpuesta por el BBVA contra Hoteles Jale (gestor del establecimiento) por el impago del alquiler de las instalaciones.

Desde una hora antes, hacia las nueve de la mañana, la plantilla del hotel al completo se encontraba en las dependencias, muchos de los trabajadores ataviados con camisetas de color azul con la leyenda 'Hoteles Jale. Estancias inolvidables'. Les acompañaban en la calle colectivos ciudadanos como el Foro Social, algunos trabajadores de Visteon y del piso asistido de la calle Nevería y familiares y amigos que quisieron acompañarles en el mal trago. Escasa, por no decir nula, fue la representación institucional, con las honrosas excepciones de los concejales Diego Muñoz y Alfonso Candón. También estuvo presente el que fuera concejal de Turismo cuando se abriera el hotel en 1989, el socialista Miguel Marroquín.

En la mañana de ayer aún permanecían en el hotel los últimos clientes, en su mayoría alemanes, que habían ocupado las últimas quince habitaciones alquiladas por el establecimiento. Algunos de ellos salían incluso con lágrimas en los ojos y deseaban a la plantilla toda la suerte del mundo en su futuro laboral. Entre tanto, y ante la evidencia del inminente desalojo, la plantilla ya se había preocupado por enviar los alimentos que aún quedaban en el hotel a las Hermanitas de los Pobres. La ropa de cama, el menaje y los uniformes se habían guardado y contabilizado, a la espera de una posible reapertura del hotel.

Antes, a las ocho y media de la mañana se había personado en las instalaciones un inspector de trabajo que comunicó al comité de empresa y a la gestora Urbas (al frente del hotel tras el concurso de acreedores del grupo Jale) que no se iba a admitir el Expediente de Regulación de Empleo (ERE) presentado por la empresa al no concurrir una causa de fuerza mayor, ya que el lanzamiento de las instalaciones estaba programado desde hace meses, tras la demanda por impago presentada contra Hoteles Jale por BBVA Renting.

Así las cosas, en la reunión mantenida entre Urbas (a la que el Grupo Jale no reconoce su legitimidad) y el comité de empresa se acordó que la plantilla quede ahora en situación de vacaciones, a la espera de que se tramite la extinción de todos los contratos.

Eran las diez y cuarto de la mañana cuando los agentes de la Policía Nacional accedían al interior de las instalaciones, pasando a custodiar las puertas del edificio aunque con la plantilla dentro. Los llantos de algunos trabajadores se alternaban con los gritos de otros: "Manos arriba, esto es un atraco", o "Del hotel Monasterio no nos moverán", coreaban entre otras consignas.

A las diez y media de la mañana el presidente del comité de empresa, Feliciano Domínguez, se dirigió a los trabajadores, megáfono en mano, para trasladarles el rechazo de la Inspección al ERE forzoso y para informarles del proceso negociador que se abrirá a partir de hoy mismo, ya con el BBVA, empresa propietaria de las instalaciones.

A partir de hoy, la intención de los trabajadores es permanecer a diario a las puertas del hotel hasta conseguir un acuerdo con el banco, mientras que el comité tratará de negociar la subrogación de la plantilla con el próximo operador del hotel y una indemnización cercana a los 45 días por año.

Hoy el comité de empresa tiene una cita en la Inspección de Trabajo y mañana miércoles habrá también una reunión con la empresa en la sede local de los sindicatos.

Hacia las doce y cuarto del mediodía el presidente del comité pedía a sus compañeros que abandonaran el hotel por la puerta principal "con la cabeza bien alta". Tras unos momentos de tensión, en los que algunas trabajadoras se resistían a salir "como borregos", se impuso la calma previa mediación de los asesores laborales de Comisiones Obreras y la plantilla dejó libre el edificio a la una de la tarde, manteniendo después todos ellos una reunión en el auditorio municipal. El hotel cerraba así sus puertas por primera vez en sus 23 años de historia.

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