Feria de El Puerto

Un recorrido por la Feria de todos de la mano de Mario Prieto Nieto

  • El pregonero ofreció en su intervención cuatro estampas feriantes, a modo de los cuatro palos de las sevillanas, con las que se identificaron los asistentes. Las dedicó al recinto ferial, a la caseta, a las mujeres y los niños y al Vino Fino

El lunes por la noche, con las huellas de la motorada aún recientes y sin solución de continuidad, la caseta de Helo-Libo en el recinto ferial de Las Banderas se llenaba de público para asistir al XXVIII Pregón de la Feria de Primavera y fiesta del Vino Fino organizado por la Hermandad de la Oración en el Huerto. El encargado de presentar al pregonero de este año fue el jefe de la sección de Televisión de Diario de Cádiz, el portuense Francisco Andrés Gallardo —que  por cierto también pregonó la Feria hace unos años— y que definió a Mario Prieto como “una voz del corazón de El Puerto”.

El pregonero, que  reconoció que para él la exaltación de la Feria de Primavera era “un sueño hecho realidad”, explicó que tras recibir el encargo primero sintió una gran felicidad que posteriormente se fue transformando en miedo y  responsabilidad. Explicó cómo fue tomando cuerpo su pregón en las últimas semanas y cómo en los momentos en los que le faltaba la inspiración se trasladaba al Real de Las Banderas en busca de sus recuerdos más personales. Y ciertamente, el pregón resultó ser el de una persona que ha vivido muchas ferias y sabe de lo que habla. Durante su intervención, a ratos de corte más poética y a ratos más coloquial, con guiños divertidos a situaciones que todos hemos vivido alguna vez en Las Banderas, Mario Prieto dividió su pregón en cuatro grandes apartados dedicados, cual los cuatro palos de una sevillana, a rememorar algunos de los capítulos en su opinión más importantes de la fiesta. Así, la primera estampa la dedicó al recinto de Las Banderas. En palabras de Mario Prieto, “la Feria no necesita pregón. Su pregón es el Real de Las Banderas, la portada, el albero, las casetas repletas de buena gente”.

La segunda estampa de estas sevillanas estuvo dedicada a la caseta, ingrediente básico de la caseta, y a las personas que hacen posible con su trabajo  que la Feria funcione. “Montar la caseta es como un milagro”, dijo, “todos son arquitectos y peones, se trabaja en equipo con prisa y con pausa”. Y como no, su primer brindis de la noche fue para la figura de la cocinera, esa que desde el corazón de la caseta es el alma para que todo funcione.

La mujer y los niños protagonizaron la tercera de las estampas. Muy celebrada fue la recreación de ese momento en el que los chiquillos piden ir a la Calle del Infierno, un momento siempre temido por los padres y que siempre suele coincidir con el momento en el que uno mejor se lo está pasando en la caseta. Finalmente, la cuarta estampa de Feria  la dedicó  al Vino Fino, que en la Feria “cura todas las heridas”, dijo. No eludió  hablar de los peligros de este elixir, que mal bebido puede tener las peores consecuencias, aunque eso sí,  nos hace a todos iguales en el momento de la temida resaca. Las reuniones de empresa fueron otro de los recorridos que más risas desató, con esa imagen del soso de la oficina bailando desencajado con la secretaria atónita. “Con unas copas, nos nace dentro un artista”, dijo el pregonero de forma muy gráfica.

Tras el pregón el alcalde, Enrique Moresco, deseó a todos los asistentes una feliz fiesta y expresó un deseo en voz alta: “Que nada ni nadie os amargue la Feria. Disfrutadla”, toda una declaración de intenciones contra los agoreros.

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