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Gobernará Pedro Sánchez, mandará Puigdemont

Como Sánchez siga cediendo al chantaje a cambio de nada, los independentistas no se irán de España ni con agua hirviendo

Carles Puigdemont y Pedro Sánchez

Carles Puigdemont y Pedro Sánchez / Dpto. de Diseño

NO olvidará Pedro Pacheco el día que conoció a Carod Rovira en las europeas de 2004. El andalucista felicitó al entonces líder de ERC con empatía: "Enhorabuena por gobernar junto a Zapatero", le dijo. Y el independentista le frenó en seco: "Escolti, Pedro: gobierna Zapatero, nosotros mandamos, ¡eh!". La voracidad del soberanismo catalán nunca tuvo parangón. Ya lo plasmó Chaves Nogales con su obra ¿Qué pasa en Cataluña? Los separatistas volverán a declarar la república catalana a la menor ocasión. Y aunque cueste creerlo, sólo Sánchez puede cambiar el rumbo de la historia con su colosal genuflexión al paso del independentismo. Como siga cediendo a su chantaje a cambio de nada de nada, no se irán de España ni con agua hirviendo. Hasta Puigdemont renunciará al desafío. ¿Para qué salir de casa, si aquí gozan de los mayores privilegios políticos, económicos, fiscales y judiciales? A lo sumo, amenazarán con el portazo como los adolescentes cuando se enfadan con los padres, pero al final... la camisa planchada, la cama hecha y el solomillo vuelta y vuelta valen su peso en oro.

Habría que hacerle ver a Sánchez que no necesita humillarse tanto, porque a este paso, muy pronto Puigdemont y compañía indicarán al resto hasta dónde podrán rebajar los impuestos. Habrá que pedirles la venia para mantener las matrículas gratis y para elevar el gasto sanitario. Será muy difícil que se vayan, porque ellos pondrán las reglas y decidirán la jornada laboral y la ruta de las autovías. La amnistía sólo será el punto de partida en esta nueva democracia, según Pedro. El sometimiento de la Justicia y de los principios democráticos lo pagará el PSOE muy caro. Pero para cuando esto ocurra a Sánchez le dará lo mismo.

Todo esto de los indultos y las leyes a la carta son sólo cortinas de humo. Y el referéndum, una trampa en el que no creen ni ellos, porque si se aprobara algún día los independentistas desaparecerían del mapa. Su obsesión pasa por la mayor cuota de autogobierno con un concierto económico del que no nos contarán la letra pequeña. Sí informan de la condonación de la deuda, pero para que se sepa quién manda de verdad, mientras negocian competencias e infraestructuras. Antes lo hacían en la intimidad, hoy es todo muy grotesco. La amnistía alcanzará incluso a los que no pagan las multas de tráfico. Es el precio de Puigdemont para no ser menos que Junqueras. Aun podría dar marcha atrás, porque al prófugo no le gustó nada ver al líder de ERC en la foto del acuerdo con el Gobierno para el perdón de 15.000 millones y el traspaso de Cercanías. Todo es poco porque ellos tienen que ser diferentes. Ni siquiera una España federal les seduce. Quieren una España de las autonomías a su medida. Y gracias a Sánchez, están a punto de lograrlo. Por cuatro votos mantiene a un país en vilo, se entrega al independentismo y humilla a sus votantes. Lo próximo ya se sabe: Sánchez gobernará y Puigdemont mandará.

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