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Director de cine

Benito Zambrano: "El salto' es la película más necesaria de todas las que he hecho"

El director de cine Benito Zambrano.

El director de cine Benito Zambrano. / Juan Naharro

Benito Zambrano (Lebrija, 1965) estrenó en el Festival de Málaga El salto, un retrato del drama de las migraciones a través de la historia de un subsahariano que, tras ser expulsado de España, quiere regresar a nuestro país en busca de su pareja que está embarazada. En su camino, además, se encontrará con Aminata, una jovencita que quiere también saltar la valla que separa Marruecos de Melilla. Y es con Aminata con quien Zambrano traza un hermoso hilo entre la cinta que se estrena el 19 de abril en cines y un reciente encargo que ha recibido, el de hacer la audioguía de las Cuevas de Nerja. "La protagonista de la historia que he hecho para este proyecto es Pepita, que es como bautizaron a los restos de una joven del Paleolítico que se encontraron allí. Pepita, como han demostrado los arqueólogos por una reconstrucción de IA era negra. ¿Alguien le pidió a Pepita, que es nuestra tatarataratatabuela, una visa para entrar? ¿Estaríamos hoy aquí sin ella? Pues a Aminata se la estamos pidiendo.

–“Solo intento hacer algo que merezca la pena ser visto, ser oído... y ser olvidado”, reza en su perfil de una red social. Palabras extrañas para un cineasta

–Es que yo quiero pensar en el presente, en ser útil ahora y no en ese concepto de vanagloria del artista. Creo que en la importancia de currárselo día a día, sin vivir del cuento, sin vivir del pasado, y, por supuesto, no estar con esa cosa de tener que dejar algo para la posteridad. Bueno, eso es lo que pienso ahora, a lo mejor cuando sea más mayor... (ríe)

–’El salto’, su última película, no es de esas cosas que merezcan ser olvidadas...

El salto es la película más necesaria de todas las que he hecho y más en un momento como en el que vivimos donde se está volviendo a utilizar el tema de la migración como un elemento político de confrontación social y con intención electoral. Y es que, a estas alturas del partido, sabemos lo necesaria que es la migración para Europa. Estamos hablando de que Europa, y cito datos oficiales, necesita mínimo de 60 millones de personas extranjeras de aquí al 2050.

–¿Ha costado levantar este proyecto?

–Esa pregunta la debería responder la auténtica heroína que debe llevarse todos los méritos de que este proyecto exista, la guionista. Flora González Villanueva. Escribió este guion sin que nadie se lo encargara. Ella, junto al productor, Jesús Ulled, de Cine365 Films, son los que se atrevieron. A mí me llegó bastante armado, pero es cierto que desde hace años yo estaba detrás de hacer una película de este tema, pero no encontraba la historia, hasta que apareció este guion de Flora. Eso sí, un proyecto así no sale sin la financiación pública, que son los que están obligados a facilitar hacer un cine diferente. Pero reconozco que cuando lo vi, no me lo podía creer, ¡que hay dinero para contar esta historia que trata sobre el salto de la valla y sobre el drama de la inmigración y que además los protagonistas van a ser negros y parte de la cinta se desarrolla en francés! ¡Me quito el sombrero!

–El rodaje habrá tenido sus complicaciones, entiendo.

–Varias, de hecho. Una, como te decía, que parte la tuvimos que rodar en francés porque la mayoría de los migrantes africanos que llegan son anglófonos o francófonos, porque sus países eran antiguas colonias de Inglaterra y Francia. Además, no hay muchos actores profesionales negros en España y es por la sencilla razón que no se hacen películas que pidan actores negros para interpretar cualquier papel, como ocurre en el cine americano. Así, tuvimos que tirar de actores semiprofesionales. Y después, prepararlos para saltar la valla. En este sentido, cogimos a la figuración que había y preparamos a algunos, y menos mal que estamos hablando de chavales con una fuerza física increíble, son gladiadores, y aprender a subir una valla o colgarse de un arnés no les costó trabajo. La otra parte complicada fue la de las localizaciones...

–Inviable rodar en la valla, ¿no?

–Ni en la valle, ni en el monte Gurugú de Marruecos. Pero tuvimos suerte de que en Pelayos de la Presa encontramos unos bosques de pinares muy parecidos a los que hay en Nador, y ahí construimos todo lo que fue el Monte Gurugú y echamos un par de semanas de rodaje intensas y difíciles. Y para la valla, que además tenía un protagonismo importantísimo en la película, encargamos a la misma empresa que hizo la valla de Melilla 30 metros de valla, bueno, de las cuatro vallas que son realmente las que forman lo que llamamos la valla de Melilla. Buscamos una urbanización de Madrid rodeada de carretera así que se parecieran al entorno real y ahí se construyó y rodamos 5 noches intensísimas. Había muchas escenas de acción, los actores subiendo una y otra vez, un trabajazo hicieron porque subían sin ayuda de nada, tenían un arnés con un cable de seguridad, pero era por si se caían, subir lo tenían que hacer a pulso. Fue extenuante, durísimo, pero no se podía hacer de otra manera.

–'Solas', 'La voz dormida', 'Habana blues', 'El salto'... Su compromiso social en el cine es innegable pero, ¿hay un precio?

–Hago las películas que puedo, que siento y me gustaría hacer más, pero no doy para más. Me cuesta mucho trabajo hacer algo que no siento aunque tengo que hacer de todo porque tengo que comer y que vivir, y hago publicidad, alguna campaña, y también me gusta, porque lo que a mí me gusta contar historias audiovisuales. Pero, como en el caso de El salto, si puedo hacer mi vocación, que es hacer cine, puedo hacer una película que emocione , que guste y si, además, consigo que la película tenga un contenido y sirva para algo, pues soy feliz.

–25 años de 'Solas', ¿qué ha cambiado y qué permanece entre el que fue y el que es hoy?

–Pues me ha cambiado lo mucho que he aprendido en estos años, que envejecer, como decíamos en un personaje, no es sólo acumular arrugas sino acumular algo de sentido común. También tengo menos pelo, estoy más gordo, y económicamente estoy mejor, porque cuando hice Solas estaba viviendo con 33 años en casa de mis padres porque no tenía dinero. Pero en cuanto a lo que pienso y siento, a veces me miro al espejo y digo, ¿este viejo quién es? Quiero decir que tengo la impresión de que sigo pensando lo mismo de muchísimas cosas en las que creía. El tiempo me reafirma en muchas de las cosas que pensaba del oficio y de la vida. Mi deseo de contar y hacer películas como Solas, o como cuando me fui a estudiar cine sin saber muy bien qué iba a hacer, pues es el mismo. Me siento un cineasta andaluz, en el sentido que de donde soy y de donde vengo me hace sentir y pensar de una manera determinada. Me han inculcado los valores de la tierra de la que soy, de la que me siento orgulloso y es mi patrimonio. Mi escudo aristocrático es el escudo aristocrático de mi familia jornalera. Todo eso me sirve y me hace pensar sobre la manera de contar las historias desde un cineasta del sur. 

-¿El cine puede emocionar y conmocionar en un tema como este más que un medio de comunicación, por ejemplo, donde se lleva denunciando esta situación desde hace años?

-El cine es el arte que se construye con más mentiras para contar la verdad más grande en menos tiempo. En hora y media, dos horas, de una película tú estás con el corazón en vilo y movido por lo que está contando. Yo sí creo en esa capacidad del cine, y creo que prueba de ello es que ha sido utilizado por los gobiernos para imponer sus ideas o transmitir su estilo de vida o vendernos una muñeca, hablo desde los nazis hasta los americanos, que de lo segundo se dieron cuenta rápidamente. Además, su alcance es muy alto, y ya no sólo hablamos de acudir al cine sino también de la vida de las películas en televisión y, sobre todo ahora, en plataformas.

-Si la dignidad es el derecho a tener derechos, ¿en qué lugar nos deja como sociedad cuando hablamos de personas ilegales? De hecho, ¿pueden ser las personas ilegales?

-Ilegal es la palabra mal usada, una persona puede entrar irregularmente en un país o, como se suele decir técnicamente, por puerto no habilitado. Y te voy a contar una historia en la que estoy metido ahora que puede servir como reflexión y metáfora. Hace unos meses me pidieron que hiciera las nuevas audioguías de las Cuevas de Nerja, querían algo que fuera más en la dirección de una experiencia inmersiva y entonces pensamos en hacer una especie de película sonora, en 8 o 9 capítulos pequeñitos, que corresponden a cada sala y, bueno, es una ficción, donde un personaje va narrando la historia. Teníamos que elegir al personaje y nos fuimos al Museo de Nerja donde están conservados los restos de una mujer, supuestamente entre 16 y 18 años, del Paleolítico que encontraron allí en la cueva. Bien, pues cuando los expertos hicieron una reconstrucción por IA de cómo sería esta persona, a la que pusieron de nombre Pepita, pues efectivamente, es negra. La cuna de la humanidad nace en África pero moverse, viajar, es una necesidad vital del ser humano. El ser humano ha viajado por cambios climáticos, ha viajado por comida, ha viajado por curiosidad, ha viajado por guerras... Es vital para el ser humano. De hecho se da la circunstancia de que gracias a que esta mujer y otras personas se movieron, pues estamos hoy aquí los que estamos. Resulta que nuestros pasados más lejanos eran negros, ¿quién les pidió visa?, ¿quién les pidió un permiso?, qué valla les pusieron ahí? Y yo estuve hace unos días presentando una película que se llama El salto donde hay una mujer, que podría llamarse Pepita, pero que se llama Aminata, le prohíben entrar y tiene que saltar una valla, con todo el riesgo que tiene y jugándose la vida después de haber hecho el mismo recorrido que nuestra antepasado hizo sin que nadie le dijera usted no puede venir. También hay que preguntarse por qué la gente se va de su pueblo. Los ricos viajamos por placer y los pobres viajan por necesidad. Y eso pasó aquí, cuando España era uno de los países más pobres de Europa. ¿Nos olvidamos de todo eso? ¿Nos olvidamos que en los años 50 o 60 éramos los españoles los negros de Europa? Que, bueno, cuanto más lo pienso más me cabreo porque es la sinrazón y estupidez humana cuando Europa necesita a la población migrante pero, claro, ¿cómo los queremos?, ¿sin papeles para aprovecharnos de ellos, queremos que vengan en situación irregular para que así no puedan protestar y tenerlos siempre sometidos...?

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