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El orden de los tiempos

El taller de platería de Vanderheiden

  • En la segunda mitad del siglo XVIII destacan dos orfebres de gran calidad artística: Esteban José de Sierra y Jacobo Vanderheiden. Por aquel entonces, era grande la importancia del gremio de plateros

EL 22 de marzo de 1740 nace en la ciudad quien a la postre se convertiría en el orfebre portuense más destacado de la Edad Moderna, Jacobo Vanderheiden. Su padre, Guillermo Vanderheiden, pertenecía a una familia proveniente de la ciudad holandesa de Amberes que había recalado en El Puerto cuando se convirtió en un enclave comercial de primer orden. En 1771 -como recoge en su trabajo la historiadora local María Dolores Barroso- y con apenas 31 años, abre su primer taller de platería de la calle Larga.

Junto a Esteban José de Sierra -la otra figura de la orfebrería portuense- se formó en el taller que poseía José Fernando de Sierra, copando ambos condiscípulos la mayoría de los honores y encargos de la platería portuense del último tercio del siglo XVIII.

A pesar de las distintas obras que ejecuta hasta bien entrado el siglo XIX, Jacobo Vanderheiden se dedica de lleno al denominado oficio de fiel contraste marcador. De este desconocido oficio hay que reseñar que entre sus competencias está la de visitar e inspeccionar todos los talleres de platería de El Puerto, así como el marcaje de las obras en garantía de la corrección en el ajuste de la ley de los metales preciosos empleados en la confección de cada pieza.

El marcaje de las piezas lo hacía con punzón, habiéndose apreciado en la catalogación de numerosas piezas de orfebrería de nuestra ciudad la mano de Vanderheiden.

El 14 de noviembre de 1774 es designado como fiel contraste marcador de la platería portuense, siendo confirmado un año después por la Real Junta General de Comercio y Moneda, una vez efectuado su juramento ante la autoridad municipal y su posterior aprobación como 'ensayador' del reino. En distintos períodos, Vanderheiden permaneció en su cargo hasta 1811.

Desgraciadamente son pocas las obras documentadas de Vanderheiden como platero, a pesar de que fueron muchas las restauraciones y limpiezas, así como la ejecución de obras de nueva factura.

Se sabe que en 1799 renovó el sobredorado de la custodia del altar mayor y cinceló una pareja de ciriales y un año después ejecutó un salero de plata para el bautismo. Esta escasez de de datos documentados dificulta un análisis completo de su técnica y estilo, aunque las pocas piezas estudiadas denotan una manera ajustada a los cánones de la platería neoclásica propia de finales del siglo XVIII.

A decir de la historiadora María Dolores Barroso, Vanderheiden "fue un artista inquieto y capaz, ocupado en más de una disciplina artística, tal y como evidencia su rúbrica al pie de algunos grabados de excelente factura conservados en su ciudad natal.

La formación dibujística del platero adiestrado en el manejo de gubia, buriles y cinceles propiciaron el cultivo de ambas especialidades artísticas por más de un orfebre". Su faceta de grabador y escultor de metales es destacada, así encontramos un par de piezas firmadas por el platero portuense: el grabado del túmulo erigido en 1789 en la Iglesia Mayor con motivo de las honras fúnebres de Carlos III y el retrato del presbítero portuense Pedro Antonio Villarello datado en 1768.

La multiplicación de los talleres de platería y la competencia entre grabadores y joyeros foráneos, hizo necesaria la existencia de un 'corpus jurídico' que regulase de alguna manera su práctica.

La importancia del gremio de plateros portuenses es tal que en nuestra ciudad se empadronaron maestros plateros de otras nacionalidades, alcanzando un auge que va más allá de los límites locales.

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