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Un Inesperado Hallazgo en las Obras de Apemsa

La primera batalla ganada en El Puerto al Guadalete

El tramo de escollera aparecida en la Rotonda de la Puntilla y la avenida de la Bajamar.

El tramo de escollera aparecida en la Rotonda de la Puntilla y la avenida de la Bajamar.

El Puerto de Santa María no se puede entender sin el Guadalete y sin el estrecho vínculo que siempre ha mantenido con este río, que enlaza la ciudad con la Bahía de Cádiz. La relación de la ciudad con el río ha sido compleja a lo largo de la historia, por la dinámica cambiante de este curso de agua navegable. El Puerto ha vivido épocas más o menos prósperas, dependiendo a veces del estado en que se encontrara la desembocadura del río Guadalete.

Se cree que fueron los Balbo quienes en el siglo I a.C. encauzaron el río a su paso por El Puerto, dragándolo y ensanchándolo para transformar la ciudad en un potente enclave portuario, permitiendo la entrada de grandes barcos para un comercio próspero. Pero aquellos tiempos pasaron y desde entonces la ciudad ha mantenido una lucha incesante con el río Guadalete, para encauzarlo y tratar de mantenerlo en buen estado para la navegación.

En una de las escolleras han aparecido unos escalones de acceso. En una de las escolleras han aparecido unos escalones de acceso.

En una de las escolleras han aparecido unos escalones de acceso. / Cedida

Por algunos estudios se conoce que el río no volvió a tener muelles estables hasta época Contemporánea. Es de suponer que anteriomente, el desembarco de mercancías se hacía en sus orillas o en embarcaderos de madera, mediante barcas, con los navíos fondeados o en las playas fluviales.

Es bastante conocido el dibujo de Anton Van den Wyngaerde, de 1567, en el que aparece la flota de las Galeras Reales junto a los pilares y arcos del antiguo puente romano, que usaban como precario lugar de amarre. No debía ser fácil sacar la flota al mar cuando era necesario, debido a las dificultades para salvar la barra de arena que se formaba en la desembocadura, por lo que a finales del siglo XVIII la base de invierno de estas naves se trasladó a Cartagena.

La lucha por la canalización del Guadalete se extendió durante siglos, y ni siquiera en la época floreciente del comercio con América fue fácil la entrada y salida de los barcos por el río portuense.

Y es que la canalización del río, la construcción de muelles de piedra y el control de la arena que cegaba la bocana es bastante reciente. En el Parque Calderón se conserva el antiguo muelle de piedra ostionera que continuaba hacia el mar, como atestigua el tramo aparecido en las obras del Paseo de la Bajamar. Algunos estudios recientes, indican que este muelle-escollera tenía mayor extensión de la que en principio se suponía.

Las estructuras son del siglo XIX y están compuestas de piedra arenisca y piedra ostionera. Las estructuras son del siglo XIX y están compuestas de piedra arenisca y piedra ostionera.

Las estructuras son del siglo XIX y están compuestas de piedra arenisca y piedra ostionera. / Cedida

En este sentido, el hallazgo arqueológico realizado recientemente durante las obras del nuevo tanque de tormentas que construye Apemsa en el Paseo Tejada, vendría a confirmar este extremo. La obra incluye la Rotonda de la Puntilla, por donde irán los tubos de saneamiento de las aguas pluviales hasta el tanque de tormentas, que estará más pegado al río, debajo del paseo Tejada. En el lugar de las obras se ha efectuado un hallazgo sorprendente: dos escolleras o arrecifes cuya función era canalizar la desembocadura del río para solucionar el problema de los bajos de arena que obstruían y hacían arriesgada la navegación.

Según el arqueólogo de Apemsa, José Manuel Lojo, que hace el seguimiento de las obras, estas escolleras antiguas, datadas a finales del siglo XIX, no estaban documentadas hasta la fecha. Al parecer tampoco dieron mucho resultado, ya que el problema de la bocana del Guadalete, producido por la arena de las playas que arrastraba el viento, no quedó resuelto hasta la construcción de los espigones.

Lo que sí lograron estas escolleras recién descubiertas es ganarle terreno al río, creando el primer ensanche artificial junto a la Playa de la Puntilla, que fue aprovechado por la burguesía de la época para un saludable esparcimiento: la instalación de servicios para los baños de mar y la construcción de un restaurante y el famoso balneario de aguas termales, todo ello ya desaparecido.

La potencia de los antiguos muros es considerable. La potencia de los antiguos muros es considerable.

La potencia de los antiguos muros es considerable.

Las escolleras han sido medidas y situadas en unas coordenadas mediante GPS. El hallazgo además ha sido inspeccionado por la Delegación Territorial de Cultura, que ha dado las directrices para que las nuevas conducciones pasen por debajo de estos antiguos muelles, preservándolos de la demolición. Posteriomente, la zona se cubrirá de nuevo para volver a construir los viales de circulación.

El hallazgo no ha afectado a las obras del tanque de tormentas, que siguen con normalidad, con la precaución arqueológica de proceder al cribado de la tierra y el fango que es extraído del lugar, donde están apareciendo fragmentos de cerámica de los siglos XVII, XVIII y XIX, así como algunos restos de ánforas de épocas púnica y romana.

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