Crítica Teatral

Enemigos Nucleares

Malena Gutiérrez, Emilio Gutiérrez Caba y Carlos Hipólito en un momento de la representación.

Malena Gutiérrez, Emilio Gutiérrez Caba y Carlos Hipólito en un momento de la representación. / Andrés Mora

CopenhagueTeatro Municipal Pedro Muñoz Seca de El Puerto de Santa María. Día: Sábado 18 de mayo de 2019. Aforo: Lleno. Intérpretes: Emilio Gutiérrez Caba, Carlos Hipólito y Malena Gutiérrez. Dirección y Adaptación: Claudio Tolcachir. Ayudantes de Dirección: Maite Pérez y Nacho Redondo. Diseño de Iluminación: Juan Gómez Cornejo (A.A.I) e Ión Aníbal López (A.A.I). Autor: Michael Frayn. Escenografía y vestuario: Elisa Sanz. Iluminación: Juan Gómez Cornejo. Producción ejecutiva: Olvido Orovio. Dirección de producción: Ana Jelin. Distribución: Producciones Teatrales Contemporáneas, S.l

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La temporada teatral de este invierno/primavera del teatro Pedro Muñoz Seca se está caracterizando por las grandes figuras que están viniendo a representar sus obras sobre las tablas de nuestro escenario. Hemos visto a grandes maestros de la escena como José Sacristán, Juan Echanove o ahora, Emilio Gutiérrez Caba, Carlos Hipólito y la gran actriz Malena Gutiérrez.

Hay distintos tipos de teatro, todos válidos si están bien resueltos, pero con distintos planteamientos. En algunos predomina la puesta en escena, atrevida en unos casos, espectacular en otros, a veces trasladando los hechos narrados a épocas distintas a las que se sitúan en el original, generalmente adaptándolas a la época actual, pero siempre, por encima de todo, está el texto, lo escrito por el autor y eso está muy presente en esta función donde lo que prevalece es la palabra, la inteligencia y la reflexión sobre los hechos que nos cuenta Michael Frayn, el autor de la obra, que recibió en el año 2000 el Premio Tony a la mejor obra de teatro, una de las piezas más premiadas y representadas de los últimos años y que en esta ocasión dirige Claudio Tolcachir porque Copenhague no es un obra nueva ni siquiera de estas últimas de temporada, sino que ya puede ser considerada un clásico. La obra fue estrenada en Londres en 1998 y el 11 de abril de 2000 en Broadway. El estreno en Latinoamérica, en Buenos Aires en 2002 y de Argentina dio el salto a España, a Madrid, donde se estrenó en abril de 2003 con los actores Fernando Delgado, Juan Gea y Sonsoles Benedicto dirigidos por Román Calleja.

Actor, director y dramaturgo, Claudio Tolcachir, el director de la función, es uno de los principales representantes del nuevo teatro argentino y ha dirigido numerosas obras en España.En la función somos testigos del encuentro que tuvo lugar en 1941 en la capital de Dinamarca, ocupada por las tropas nazis, entre el gran científico danés Niels Bohr y su ex alumno Werner Heisenberg, representante de los estamentos nazis y enemigos por la situación de sus dos países durante la II Guerra Mundial, poniéndose de manifiesto el problema moral que suponía el uso de los avances en Física teórica para desarrollar armamento nuclear, reflexionando sobre si la utilización de la Física en el desarrollo de la guerra podía considerarse ética o no. Hay que tener presente que Heisenberg había sido el estudiante predilecto de Bohr lo que confiere a la obra un trasfondo y un enfoque humanista de la relación entre ambos, trasfondo y enfoque presentes en toda la obra.Maestro y discípulo, se enfrentan al problema ético del uso de los avances en Física teórica para el desarrollo de armamento nuclear en el conflicto armado.

Otro momento de la representación. Otro momento de la representación.

Otro momento de la representación. / Andrés Mora

La acción que se desarrolla ante nosotros nos muestra a los tres personajes cuando ya han muerto, lo cual aumenta el carácter reflexivo de la obra que concluye con un emocionante parlamento final dirigido al público por Emilio Gutiérrez Caba.  Los actores Emilio Gutiérrez Caba, Carlos Hipólito y Malena Gutiérrez son los protagonistas de esta historia que presenta a esos dos viejos amigos que después de esta reunión van a dejar de serlo, porque estos dos gigantes de la ciencia mundial se enemistaron para siempre después de este encuentro que fue decisivo para el desenlace del conflicto, ya que impidió la creación de la bomba atómica por parte de la Alemania de Adolf Hitler. Tras esa reunión, Heisenberg y Bohr jamás volvieron a saber el uno del otro.

Nos encontramos ante personajes reales, pertenecientes a un mundo real, nuestro mundo, que llegan a la ficción para intentar buscar y mostrarnos la verdad. Ese es el punto de partida de la obra. Los dos hombres y la mujer han muerto. Desde un más allá impreciso empiezan a reconstruir sus dramas que en ocasiones no somos capaces de distinguir si son reales o ficticios.  Michael Frayn se aprovecha de esas dudas y propone múltiples posibilidades para cada personaje. De acuerdo con las situaciones, ellos tendrán la posibilidad de ser más inteligentes o más audaces, más intelectuales o más prácticos, más seguros o más desconfiados, más seguros de sí mismos o más inestables. Frayn nos muestra seres muy fuertes, aunque duden o sientan temor de sus decisiones, de sus ideas y de sus planteamientos. Frayn va desarrollando sobre el escenario cada una de las hipótesis que se fueron barajando a lo largo de los años sobre aquel encuentro y las va presentando a lo largo de la obra.

Aunque los dos científicos son los protagonistas indiscutibles de la obra, poco a poco irán apareciendo realidades más y más inquietantes como la guerra, el nazismo, Hitler o los judíos perseguidos. Pero todo cuanto vemos en la obra está cubierto por una terrible realidad, los efectos que podía tener el uso de la bomba atómica. Y aunque he dicho que la obra es una pieza de personajes, de reflexión, también es un documento que despierta la memoria dormida de los espectadores y es entonces cuando surge el compromiso.

Es muy buena la escenografía que propone Elisa Sanz , donde siempre prevalece el objetivo sobre el cual debemos de fijar nuestra atención. Un decorado bien resuelto que permite el desarrollo de la acción de forma continuada y acertada. En ese sentido, también, la iluminación de Juan Gómez Cornejo es significativa, marcando una progresión dramática real en el desarrollo de la obra. El público premió a los actores con una gran ovación que les hizo salir a saludar repetidamente.

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