El Alambique
Rafael Morro
Lo que la verdad esconde
Flamenco
José Montoya Carpio, conocido artísticamente como 'El Berenjeno', nació en Jerez de la Frontera en 1994 y creció en el emblemático barrio de la Plazuela, cuna de grandes sagas cantaoras. Pertenece a la familia de los Carpio, con profundas raíces flamencas que se entrelazan por lazos de amistad de su abuelo con los Moneo, los Rubichi o los Agujetas. Su abuelo, Alfonso Carpio 'El Berenjeno', ya dejaba el eco del cante en casa, y figuras como Manuel Moneo, El Torta, Rubichi o Garbanzo formaban parte de las reuniones navideñas que marcaron su infancia.
Aunque lleva el apellido Montoya, por parte de padre vinculado al barrio de Santiago, José se cría en el ambiente de la Plazuela, donde la música y el cante eran el pan de cada día. Desde niño sintió esa llamada interior que solo el flamenco verdadero despierta, y fue gracias a Dios —como él mismo confiesa— que pudo encauzar ese don para dedicarse profesionalmente al arte jondo.
Su carrera dio un giro decisivo al obtener el Primer Premio Naranjito de Triana, y más aún al ingresar becado en la Fundación Cristina Heeren de Sevilla. Allí vivió, según sus propias palabras, un antes y un después en su formación artística, consolidando sus conocimientos y ampliando su expresión desde una base sólida y tradicional. La Fundación ha sido, sin duda, uno de los grandes pilares en su evolución como cantaor.
Descendiente del mítico Juanito Mojama (Juan Valencia Carpio), El Berenjeno representa hoy a una nueva generación que honra la memoria del cante con autenticidad y personalidad. Desde hace siete años reside en El Puerto de Santa María, tierra que también siente como suya y donde ha encontrado una segunda raíz, gracias al apoyo de su mujer.
José Montoya 'El Berenjeno' es, sin duda, una de las voces emergentes más prometedoras del cante flamenco actual. Su eco, profundo y jerezano, resuena con fuerza en peñas y festivales por toda España, y su compromiso con la tradición no le impide aportar su propio acento. En esta ocasión, lo acompañará el virtuoso guitarrista Paco León, portuense como él en alma, formando así un tándem de emoción y compás que promete una noche inolvidable.
'Ali de la Torta' y su hermano Alfonso Montoya Carpio estuvieron al jaleo de compás, al toque Paco León y al cante Manuel Berenjeno.
El teatro municipal Pedro Muñoz Seca se convirtió el viernes en un ambiente familiar dentro del escenario para aproximadamente 160 espectadores, que llenaron la sala por completo. Daba la sensación de estar entre amigos en una peña flamenca por la intimidad. Como anécdota, hubo poca presencia de peñistas, quitando excepciones donde hubo más presencia, y por la de la decana Peña Tomás El Nitri. Comenzó a las 20:05; subieron los componentes del cuadro flamenco y se presentó el trío flamenco de cante, toque y jaleo flamenco, agradeciendo el cantaor cantar, como dijo, en su propia casa, lo que entregaría buena sensación antes de empezar. El público aplaudió, se escucharon los toques por alegría, empezó a sonar un toque sencillo de Paco León que calentó el ambiente. Cantó El Berenjeno por Alegría en las medidas de los medios del cante, comenzando jugando con el juguetillo de "tirititán", subiendo al estilo más de Caí; palma y jaleo lo justo. La gran guitarra de Paco León tocó para el cante, haciendo El Berenjeno suyo el cante. La palma y el toque lo hicieron para él; hoy el protagonista era el cantaor, voz con poderío, con letras alusivas a Cádiz con guiños al Puerto, terminando con alusión al Mellizo y a la creación de su malagueña.
Anunció los cantes de Levante, haciendo alusión a la gitanería del que llama su tío de la Peña El Nitri, 'Carrasco, el guardia', aficionado. Continuó cambiando, haciendo un recorrido por los cantes mineros y murciana, llamados de levante. Paco León se hizo un lujo escuchando su guitarra, tocar, meciendo el toque al cante; un cantaor con vocalización, con los tercios del cante completo. Terminó con un recorrido por los cantes de Levante y de la tierra de Murcia.
Soleá por bulerías, y agradeció que estuvieran presentes, y que él se pudiera sentir dichoso de cantar a su tierra y a la de su mujer, porque él se siente portuense. Agradeció a Tolo, presidente de la Peña El Nitri, al cual está agradecido y comentó que pisaba este teatro gracias a él, como también agradeció la presencia del peluquero peñista Pepe Muñoz, dejando caer que con él no gana dinero. Empezó el cante con fuerza, voz arriba con poderío y una conjunción de palma y jaleo con palmitas sordas, como hay que hacer por tercios del cante; no se achicó, tiene fuerza, lo sabe, hace el cante valiente, canta por frijoles con dominio y juego de los melismas al más puro estilo de Jerez de la Plazuela, Santiago, la Albarizuela. La soleá por bulería la dejó plasmada en su saber del cante. Sonaron los aplausos, comentando que su abuelo le dijo: “cuando cantes, cuando te subas a un escenario vestido, hay que bajar vestido”, dando a entender que cuando él se sube a un escenario, aunque se rompa cantando, da lo que tiene que dar de su cante. Hizo un recorrido por su tierra Jerez, sonaron los aplausos y anunció que iba a cantar Tientos por tangos. Paco León se lució; qué toque, qué dominio, qué agilidad, demostrando que es verdaderamente un guitarrista en ascenso. Los tientos son un palo creado en Cádiz por Enrique Mellizo, haciendo los tangos más lentos, por eso siempre se suele cantar terminando por tangos. Cambió a los tangos; me gustó el jaleo de las palmas, preciso y justo, terminando por los tangos del gurugurú y tangos nuestros, recorriendo Jerez y los Puertos.
Fue la mitad del espectáculo, el interludio por seguiriya. Si hay cante en este estilo, él lo demostró; tiene voz redonda, flamenca, con matices oscuros, con los hipidos dominantes bien hechos, el dolor del cante hecho. El público aplaudió la seguiriya por derechos; el cantar dejó tal sensación que el público lo agradeció con aplausos y, de vez en cuando, dentro del cante, algún que otro aficionado le jaleó con “olé”. Pasó a interpretar su palo donde se encuentra a gusto, por bulerías; la fiesta llegó con un recorrido del cante más puro, La Plazuela, Santiago y la Albarizuela, un conjunto de letras escogidas con una sensación que dejó al público con más ganas. Cante profundo, toque magistral y palma y jaleo como hay que hacer, justo, preciso, sin buscar protagonismo; esto es un cuadro de cante, guitarra, toque y palma. Cantó a capela y se dio su “pataíta”; sabe lo que hace un cantaor que promete y lo que no vinieron a verlo se lo perdieron. El público de pie y palmas por bulerías, terminando por fandangos a la Peña El Nitri, a la que dio las gracias. Él, agradecido, volvió a repetir que estaba pisando las tablas de El Puerto de su mujer gracias a ellos. Tal es el agradecimiento que dice que si hay flamenco en el Puerto es gracias a ellos. Terminó por fandangos valientes, con fuerza, tiene un cañón en los pulmones, y subió e hizo los cantes, dos fandangos, y con ello terminó con la pataita por bulería de Alí, el palmero. ¡Qué arte, qué sensaciones más intensas en un espacio del teatro que, como dije al principio, se convirtió en una peña flamenca para un público selecto!
Así lo viví, así lo explico, así lo quiero transmitir, reflejando lo que sentí: una velada flamenca para un selecto público.
José Montoya 'El Berenjeno' no solo canta, vive el cante. Con una voz jonda, una entrega total y un respeto profundo por la tradición, demostró ser uno de los jóvenes valores con mayor proyección del panorama actual. Su cante tiene raíces, pero también alas. Quien estuvo allí, lo sabe. Y quien no, se lo perdió. Una noche para el recuerdo.
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