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El Puerto

Preocupación en el poblado de Doña Blanca por la presencia de varios caballos muertos

  • Los animales proceden de un parque público que es utilizado como establo y para la cría de ganado de manera irregular

La aparición de varios caballos muertos en las cercanías del poblado de Doña Blanca ha despertado la preocupación entre los vecinos. Según ha podido saber este diario, uno de los caballos lleva muerto al menos una semana y el hedor es insoportable, sobre todo en las últimas horas de la tarde. Los vecinos afirman que han dado aviso a la Concejalía de Medio Ambiente del Ayuntamiento y también al Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona), sin resultado alguno, ya que los animales, de los que se han contabillizado al menos dos caballos muertos, siguen inertes en el mismo lugar, en un estado cada vez más avanzado de descomposición.

La preocupación es doble, ya que por una parte los vecinos temen el impacto que pueden tener sobre la salud si no se retiran urgentemente los cuerpos de los animales, y por otro lado se preguntan por la causa de la mortandad, si se debe a alguna enfermedad o a un presunto caso de maltrato animal. 

Según ha podido saber este periódico, el origen del problema se encuentra en un parque público actualmente abandonado que es utilizado por algunos vecinos y gente de fuera para la crianza de ganado de manera irregular, ya que se trata de un terreno vallado como merendero y que estaba destinado para que los ciudadanos pudieran hacer barbacoas y comidas en el campo, pero fue ocupado por los ganaderos, de forma que ya no se puede utilizar para el esparcimiento. El terreno pertenece actualmente al Ayuntamiento de El Puerto. 

Al parecer, los dueños de los animales muertos se han puesto en contacto con la comunidad de regantes de la zona para que les faciliten maquinaria para retirar los caballos, pero al ser terrenos de titularidad publica los regantes habrían declinado tal posibilidad, ya que hacerlo sin las preceptivas licencias podría suponer una irregularidad.

Mientras tanto, los caballos se siguen pudriendo en el terreno, desprendiendo un olor nauseabundo que impregna todo el poblado, y la preocupación de los vecinos aumenta, más aún en puertas de un puente festivo.              

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