Devociones con olor a incienso y nardos para la Virgen

Festividad de la patrona Procesión de la Virgen de los Milagros

La imagen de la Patrona recorre la ciudad con numeroso público en las calles a pesar del fuerte viento de Levante

La imagen de Nuestra Señora de los Milagros, ya en la Plaza de España ante las banderas de El Puerto, Andalucía y España.
La imagen de Nuestra Señora de los Milagros, ya en la Plaza de España ante las banderas de El Puerto, Andalucía y España.
Teresa Almendros / El Puerto

09 de septiembre 2009 - 01:00

Un año más, y al margen de polémicas como la suscitada este año por la presencia de la Corporación municipal bajo mazas en la procesión, la Virgen de los Milagros recorrió las calles de la ciudad en presencia de numeroso público que se congregó para verla como cada 8 de septiembre, siguiendo una tradición religiosa que va incluso más allá y se ha convertido en seña de identidad para muchísimos portuenses.

Discusiones bizantinas aparte, lo cierto es que la procesión de la Patrona se convierte cada año en el punto y final oficioso del verano, un broche de la temporada antes de que la ciudad vuelva a la rutina del resto del año, ya apenas sin veraneantes y con la vista puesta en el otoño.

La Virgen de los Milagros salía de la Iglesia Mayor Prioral poco después de las ocho de la tarde, cuando ya las calles se encontraban abarrotadas de personas que querían ver el recorrido procesional, a lo,largo del cual azotó un fuerte viento de Levante. Ya por la mañana los cultos organizados por la Archicofradía y Esclavitud de Los Milagros habían atraído a numerosos fieles, primero con el Rosario de la Aurora y después con la función principal celebrada por el obispo de Jerez, José Mazuelos. Fueron muchas las personas que se acercaron a ver a la Virgen en su templo en las horas previas a la salida procesional.

La plaza de España estaba profusamente adornada para la ocasión, con estandartes y banderas en muchos balcones, hileras de hiedra a lo largo de las calles Palacios y Luna, multitud de banderas tanto en la plaza como en las calles del recorrido, un gran arco decorativo al comienzo de la calle Palacios (con las imagenes de los copatronos de la ciudad, San Sebastián y San Francisco Javier), pedestales a lo largo del itinerario y como no, la alfombra de serrín y sal.

Este año la Virgen lucía un manto de terciopelo rojo con bordados, realizado con motivo del cincuentenario de la Coronación celebrado en 1966. Como cada año, cientos de nardos exornaban el templete de la Virgen , dejando a su paso un olor que se fundía con el del incienso. Un año más, la Virgen tuvo que sentirse muy arropada por la devoción de los portuenses.

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