Tribuna Económica

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San Telmo Business School

La tregua

El mundo ha respirado aliviado tras conocer la tregua pactada por Donald Trump y Xi Jinping en Osaka. Las bolsas asiáticas y occidentales subían, con moderación y desconfianza. No era una fiesta. Las treguas de Donald Trump son muy frágiles. Donald Trump se ha comprometido a aplazar sine die la amenaza de los 300.000 millones de aranceles a las importaciones chinas, que sumados a los 250.000 ya aprobados, afectarían a la totalidad de las exportaciones chinas. También deja en suspenso, bajo control, la prohibición de venta de componentes electrónicos de empresas americanas a la tecnológica Huawei . China se compromete a comprar mas productos agrícolas a Estados Unidos. También a aumentar el grado de apertura de su mercado a la inversión exterior, sacando 8 sectores de la llamada "lista negativa" de 48 sectores protegidos frente a la inversión extranjera. No hay calendario. Tampoco fecha límite para las negociaciones. El desarrollo de los términos del acuerdo no existe o se desconoce. Un frágil acuerdo fraguado ante la fuerte desaceleración de sus economías. Acuerdo impulsado por las advertencias de los organismos internacionales de que la principal causa de la desaceleración de la economía y el comercio mundiales es el grave daño que la guerra arancelaria está provocando a las complejas cadenas de suministro mundial.

La proximidad de las elecciones a la presidencia de Estados Unidos han sido determinantes para la reanudación de las negociaciones. A pesar del natural optimismo de Donald Trump, que sigue afirmando que Estados Unidos está ganando la batalla, la realidad es que ambas potencias están desangrándose en una absurda contienda. El déficit comercial de Estados Unidos sigue aumentando. El crecimiento económico se está desacelerando. Las exportaciones de productos agrícolas se están reduciendo. Los aranceles están provocando un incremento de los precios de los productos intermedios y finales, de tal manera que son las empresas y los consumidores los perjudicados . El dólar se está fortaleciendo reduciendo las exportaciones . La política arancelaria está neutralizando el efecto benéfico de la reducción de los impuestos sobre el poder adquisitivo de los ciudadanos. Y son más de 600 las empresas que han enviado una carta Donald Trump suplicándole que detenga la alocada guerra arancelaria.

China teme que la guerra arancelaria provoque un aterrizaje forzoso de su economía, que está apoyando con nuevos estímulos fiscales y monetarios. Su endeudamiento público y privado no dejan de crecer. El desarrollo de la banca paralela es preocupante y las dudas sobre la solvencia de la banca y la estabilidad financiera del país son crecientes.

Es casi imposible estimar cuánto durará la tregua, dado el carácter voluble e impredecible de Donald Trump. Él desearía llegar a las elecciones con el acuerdo firmado, que proclamaría como el mejor de la historia de Estados Unidos. Tras las elecciones, si resulta ganador, todo es posible. La guerra arancelaria es un pretexto. Lo que está en juego y por lo que se está combatiendo, es por el liderazgo tecnológico, económico y político mundial. La nueva guerra fría del siglo XXI no ha hecho nada más que empezar.

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