Tertulia con las agrupaciones callejeras en el teatro

La calle pisa el Falla

  • ‘Diario del Carnaval’ reúne en el escenario del coliseo de la plaza Fragela a tres miembros de tres agrupaciones callejeras punteras para reflexionar sobre el presente, pasado y futuro de la fiesta

Alejandro Leiva (El Perchero), David Medina Tamayo (Showmancero) y Susana Ginesta (Cadiwoman), en el Gran Teatro Falla.

Alejandro Leiva (El Perchero), David Medina Tamayo (Showmancero) y Susana Ginesta (Cadiwoman), en el Gran Teatro Falla. / Jesús Marín

Cualquier otro jueves de Carnaval también se hubieran visto las caras pero, seguro, que no en aquel lugar... El Teatro Falla, como las habitaciones, siempre parece más grande cuando está vacío, todavía más, desde el escenario. Allí están los tres, Susana Ginesta, Alejandro Leiva y David Medina Tamayo –calle pura– oteando el horizonte de butacas, respirando el ambiente dominado por la escena de Abarzuza, inmortalizando el momento con alguna instantánea... ¿Os veis aquí? Ríen, se miran, y aunque alguno de los tres lo ha probado, la respuesta es unánime: Me quedo con la calle.

¿Pero, qué tiene? ¿Qué tiene la calle? “Yo que he estado en los dos sitios puedo decirte que para mí ese feedback inmediato, ese tener a la gente cerquita y la viveza del repertorio, que no está sujeto a esos límites creativos tan potentes que tiene el Concurso, donde existen estructuras de tiempo e, incluso, humorísticas muy arraigadas, hacen que me compense más la calle”.

A la respuesta de Ginesta se suman sus compañeros de mesa que, además, confiesan, no les gusta ensayar. “Es que el ratio satisfacción/tiempo empleado en la creación me compensa más la calle. Esto del Falla necesita muchos ensayos y yo eso de repetir por repetir como que no”, dice el componente del Perchero al que, rápido, el miembro del Showmancero le recuerda ese recurso del que ambos tiran en sus actuaciones, produciéndose uno de los muchos momentos de carguita, coña y buen humor de esta tertulia entre buenos amigos organizada por 'Diario del Carnaval' en el mismo escenario del Gran Teatro Falla.

“Tú en leer eres un gran maestro, Ale. Yo aprendí de ti y llevo también el atril”. “Es que yo soy un gran lector”. “Y tienes muy buena vista”, echa leña Ginesta. “Pero ya me está fallando... Pero existe el Word... Empecé por la letra 8 y ya voy por la 18. Antes, entraban cuatro cuplés en una página y ahora entra uno...”.

Las carcajadas vuelven al teatro durmiente mientras los carnavaleros van amontonando situaciones con el repertorio, la memoria y el ambiente distraído de la calle como factores de la surrealista ecuación. “Yo soy un profesional de esto y llevo los papeles plastificados por si se derrama cualquier cosa”. “Yo es que me muevo tanto cantando que mandaría a tomar por saco el atril”. “Ya sin papeles es que uno no es nada”...

Qué cachondeo la calle... Cuánto se echa de menos. Cuánto la echan de menos. Leiva reconoce que ha estado “de mal humor” toda la semana porque le han quitado su “válvula de escape del año”; a Ginesta se le caían “dos lagrimones” al levantarse por la mañana “y no ver ni un papelillo en el suelo”; y para Medina Tamayo ha sido un “auténtico palo” porque se descubre como “de los optimistas” que hace unos meses pensaba “que sí, que al final algo habría aunque fuera en los bares”. Y es que para estos tres gaditanos con décadas participando en la fiesta “el Carnaval también forma parte de una rutina del año” y al quitársela se sienten “como desubicados”, describe Leiva.

Un momento de la tertulia sobre carnaval callejero en el Gran Teatro Falla. Un momento de la tertulia sobre carnaval callejero en el Gran Teatro Falla.

Un momento de la tertulia sobre carnaval callejero en el Gran Teatro Falla. / Jesús Marín

Imagínense la situación para David, 30 años (éste hubiera sido su 31) saliendo en callejeras de manera ininterrumpida (¿quizás es la persona que ostenta ese récord?), sin perjuicio del mono de Susana (ha sido cuartetera en el Falla y chirigotera en la calle donde en los últimos años destaca con la propuesta Cadiwoman) o de Leiva, que tampoco tiene malaje al recordar su primera chirigota callejera...

“Era muy mala pero fue uno de los mejores carnavales que recuerdo. Íbamos con un ataúd y un muerto, ‘Excursión a Chiclana’ se llamaba... Y cantamos por primera vez un sábado de Carnaval en la calle Ancha... Imagínate... Qué pedazo de Carnaval... En un momento del repertorio tirábamos al muerto para arriba para que la gente lo cogiera, pero había veces que caía en el suelo... Y después ese muerto otra vez para arriba con toda la porquería de la calle... El ataúd lo partió el último día la Uchi, que se tiró encima...” (...) “Uff, la primera vez que salí yo era también en una que tela, se llamaba ‘Mar adentro’ e íbamos de surfistas...”, rememora la chirigotera, mientras que el showmancero que ha pasado por la chirigota de Cossi recuerda haber cantado con gente al lado que ni sabía quiénes eran “de tantos que éramos al final”.

Alejandro Leiva. Alejandro Leiva.

Alejandro Leiva. / Jesús Marín

Los minutos van desfilando por el escenario al compás de los fantasmas de los Carnavales pasados y de los presentes. Carnaval 2021 en el que las tres formaciones se plantearon hacer, respectivamente, “algo virtual” aunque finalmente no cuajó bien porque “yo salgo en Carnaval, sobre todo, para pasármelo bien yo y como colofón de algo que me encanta que es el proceso creativo, que significa quedar con los amigos y compartir ese rato y si eso no se podía hacer...” (Alejandro Leiva); o bien porque “no funciona igual delante de una cámara, nosotras siempre hacemos el repertorio colocándonos en ese momento de compartirlo en la calle (...) grabamos algo en mi casa pero no nos convenció...” (Susana Ginesta); o bien porque la inspiración no había llegado... “fue hace unos días, yendo para trabajar, se me ocurrió un romancero, tipo sobre la pandemia, el confinamiento, vamos, basado en hecho reales, pero ya veré si me da tiempo de ponerlo en pie y subirlo a internet” (David Medina Tamayo).

El fantasma del Carnaval futuro, cómo no, también llega a tomar la escena haciendo coincidir, de nuevo, a los tres protagonistas de la tertulia en su visión de una fiesta que “en los últimos 15 años” ha visto triplicarse, “o más”, el número de agrupaciones callejeras, como apunta Ginesta.

“Pero no hay que ponerle puertas al campo, el Carnaval callejero no se debe regular. Lo único que hay que hacer es no molestarlo”, apuesta el componente del Perchero poniendo voz, también, a la opinión de sus compañeros de mesa y aportando un acertado resumen de la historia de la popularidad del movimiento carnavalero callejero.

Susana Ginesta. Susana Ginesta.

Susana Ginesta. / Jesús Marín

“Recuerdo las primeras callejeras pues mis padres me llevaban al carrusel de coros cuando prácticamente era de La Guapa al Merodio. Me montaban en la rueda delantera del tractor y allí escuchaba los coros para, después, irnos por las calles de la Cruz Verde para ver a aquellas chirigotas de los 80 ‘Los buscaoros’, ‘Los pellejazos’, ‘Autopista hacia Benalup’..., toda esa época de Paco Leal. Después llegó el primer boom a primeros de los 90 con ‘Los hijos secretos de Lola Flores’; luego a finales de los 90 o principios del 2000 pegó otro boom con ‘Los fantasmas’ y ya después la expansión definitiva cuando el carnaval callejero ha empezado a extenderse con las redes sociales”.

Una expansión que a Ginesta le parece “muy bonita” y “muy positiva” pues significa que “cada vez más gente se está empoderando y confiando en que puede exponer sus ideas”. “Yo, como dice Ale, con tal de que nos pongas dos o tres servicios, nos corten cuatro calles y, sumo, no nos rieguen los pies y no arrastres un bidón cuando estoy cantando... Creo que lo demás se resuelve, el número de agrupaciones no es un problema, ya nos arreglaremos...”

“Como en una reserva natural, que nos dejen a nuestro aire... Además que siempre nos hemos ido moviendo y conquistando nuevas calles y perdiendo otras. Yo al principio empecé cantando en el Corralón, calle Belén, Tío de la Tiza... Luego se fueron perdiendo por el botellón y luego se han ido recuperando poco a poco... ¿Os acordáis cuando salíamos entre semana ocho agrupaciones, literal, y el público éramos nosotros mismos...?”

David Medina Tamayo. David Medina Tamayo.

David Medina Tamayo. / Jesús Marín

Los carnavaleros recuerdan calles perdidas –Robles, Patrocinio, la esquina del Manteca...–, los “mano a mano” de los 90 incluso “por temas” –“como el Saque Bola” (comentario no apto para millennials)–, y las primeras veces en las que miraron atrás y vieron un reguero de personas siguiéndoles –“cuando nos pasó eso yo pensé que es que ustedes estabais delante y seguían al Perchero, pero no, era a nosotras”–.

Y es que tanto Cadiwoman, como el Perchero, como el Showmancero son tres de las formaciones punteras de la semana de Carnaval. Tres formaciones que reconocen que la presión por cada año sacar algo que agrade al público viene solo impuesta por su propio nivel de “autoexigencia” y que, ¡oh aquí una discrepancia!, consideran que hay límites (o no) en el humor.

Leiva opina que uno puede hacer humor “con todo, con cualquier tema” y que tiene que ser “la propia sociedad” la que “te afee lo que esté fuera de tono”, aunque reconoce que en El Perchero tienen marcadas sus líneas para hacer sólo el humor con el que se sienten cómodos. Límites que también se ponen en el Showmancero, como asegura Medina Tamayo. Sin embargo, Ginesta y la suyas van un paso más allá porque consideran que el creador, el que hace el humor, “es también sociedad” y es una “responsabilidad colectiva” hacer humor “hacia arriba, hacia el poder, y no hacia abajo”. “De hecho, es que si no hubiera límites en el humor la sociedad no hubiera avanzado y nos reiríamos de cosa de hace 40 años ahora impensables”.

Cadiwoman, Perchero y Showmancero. Cómo cerrar el encuentro sin preguntarle con la cuestión que está sobrevolando el ambiente de las callejeras en los últimos años. ¿Hay una elite en la calle?

Tras unos segundos de silencio, quizás más de los habituales, los carnavaleros reconocen que sus formaciones son bastante seguidas (“es normal, llevamos muchos años”) pero rechazan la carga oscura que encierra el término. “La palabra elite va asociada a los privilegios y te aseguro que no tenemos ningún tipo de privilegio con respecto a otras agrupaciones. Ninguna calle es nuestra y respetamos a todo el mundo”.

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