Pepito Martínez: “Si la música no entra, el pasodoble no te llega aunque lleves una gran letra”

Retrocarnaval

Es uno de los grandes músicos del Carnaval gaditano y pionero en el punteado

Ha participado en comparsas tan señaladas como 'Los mandingos', 'Ángeles y demonios', 'Agua clara' o 'Suspiros de Cai'

Pepito Martínez: "El pasodoble lo tenía hecho desde el confinamiento esperando una oportunidad como esta"

Pepito Martínez en el Paseo Luis Arenal Plat, del barrio de Astilleros donde reside. / Iván Barba

En un barrio eminentemente flamenco como Santa María también se cantiñeaba Carnaval. Lo hacía Pepito Martínez con los amigos, sacando diversas agrupaciones para cantar por las calles y los bares. Era una pandilla “donde se cantaban muchas coplas de El Puerto en la escalinata de la iglesia del Nazareno, porque esa comparsa gustaba mucho en Cádiz. También las de Martín, Romero, Paco Alba, Villegas...”.

Pepe ya tocaba la guitarra a los 8 años, influenciado por su padre y su hermano Manolo, que manejaban este instrumento. “Yo era autodidacta y aprendía escuchando discos. La primera guitarra que tuve, que me la trajeron los Reyes, se la regalé años más tarde a mi sobrino Nene Cheza”, destaca.

Con solo 15 años los ‘ojeadores’ descubrieron en él un diamante en bruto, y entró en su primera agrupación, una comparsa de adultos llamada ‘Grandes recuerdos’, de 1972. “La escribía Paco Oviedo y el grupo se creía que iba a ir a la final. Fíjate, el mismo año que ‘Los aventureros’ o ‘Los play-boys’. Era malilla, sí”.

Tras dos años sin salir llamó a su puerta el gran Manuel de Agustín ‘El Carota’. “Vinieron a buscarme. El Carota siempre pasaba por el barrio cuando venía del trabajo para su casa, que vivía en los pisos de la Renfe. Y me decía “sobrino, tienes que salir conmigo”. Y así fue como salí en ‘Los majaras del desierto’, en 1975, segundo premio. Con el Carota te reías mucho. Íbamos a actuar y él se ponía a contar chistes. Y ya el público solo quería escucharlo a él”, recuerda.

Un salto más grande le esperaba en 1976: salir con Antonio Martín en ‘España y olé’. Y con la dirección, ojo, de Manolo Moreno, uno de los lugartenientes de Paco Alba, que fallecía ese mismo año en enero, poco antes del último concurso en mayo. “El Moreno siempre apostó por mí y fue mi padre carnavalesco. Eso se lo agradeceré siempre”, evoca.

/ D.C.

“Tenía 19 años y ya empecé a puntear en una comparsa de Antonio Martín, casi nada”, señala antes de contar una anécdota: “Yo estaba haciendo entonces la mili y la comparsa fue a grabar el disco a la casa Belter en Barcelona. No me daban permiso y Antonio Martín fue a hablar con el alcalde para que convenciera a los jefes del cuartel y me dejaran ir. Me llamó el comandante: ‘Cabo Martínez, ¿tú cómo te buscas estos enchufes’. Yo no sabía de qué me estaba hablando. Ya me lo explicó y me dejó ir bajo mi responsabilidad”.

“Manolo Moreno siempre apostó por mí y fue mi padre carnavalesco. Eso se lo agradeceré siempre”

Su manera de puntear con la guitarra se considera pionera en el Carnaval, aunque él realiza un matiz. “Paco Campos fue quien hizo grande a la guitarra en el Carnaval. Fue el precursor del punteo. Otra cosa es que yo luego ya fui el primero en hacerlo en todo el repertorio”, reconoce.

Llegó el primer Carnaval democrático, el del 77, y Pepito seguía en el grupo de Martín para sacar ‘Los mandingos’, comparsa que se alzó con el primer premio en un histórico duelo con ‘Nuestra Andalucía’. “Antes de cantar una noche en el Falla coincidimos con ellos en el bar La Villa de Madrid, y ahí empezamos a decirnos cosas. En los camerinos también hubo sus más y sus menos. Había mucha rivalidad. Y ya en El Anteojo fue la bronca total, con empujones y patadas. Fue un mal trago”, cuenta.

"Con 'Nuestra Andalucía' hubo mucha rivalidad. Y ya en El Anteojo fue la bronca total, con empujones y patadas. Fue un mal trago

Martínez descansó en 1978, aprovechando que Martín no escribió en Cádiz e hizo en El Puerto ‘Los arrabaleros’. Pero el coplero de San Vicente volvió a contar con él para otra gran comparsa en 1979: ‘Ángeles y demonios’. Otra vez a batirse con el grupo de Nuestro Andalucía, que ese año era ‘Navegantes gaditanos’. Fue un primer premio compartido “gracias a que Perico, el Catalán Chico, formó una buena al final del popurrí. Empezó a cantar de rodillas y encendió al Falla”.

Pepito no salió en ‘Caleta’, la comparsa de Martín en 1980. “Estuve dos semanas ensayando, pero ya el grupo no era el mismo, hubo cambios, y yo no estaba cómodo. Antonio Busto y Manolo Moreno sabían que me había ido y me llamaron para salir en ‘Los cholos del altiplano’, una gran comparsa donde Busto escribió muy bien e hizo un gran pasodoble”, relata.

En la comparsa 'Los cholos del altiplano', de 1980. / D.C.

Su fidelidad a Antonio Martín le hizo volver con él para 1981 y salir en ‘Charlatanes de feria’. “El grupo era nuevo y no era tan bueno, la verdad. Para mi gusto no estaba bien afinado, pero era una gran comparsa”. Este fue el primer año en el que Pepe fue autor de música, de la comparsa juvenil ‘Jamaicanos’, primer premio.

Cogió carrerilla con Martín y salió en 1982 en ‘Voces negras’. “Fue tercer premio y se canta todavía. No me explico cómo no ganamos. La presentación es lo que perdura, pero no se premió como se merecía. Fue un palo muy grande, inesperado”, lamenta.

En 1983, año en el que Martínez hizo la música de la chirigota ‘Los tontos achocaos’, llegaría una de las mejores comparsas de la historia, ‘Agua clara’, que se batió el cobre con ‘Robots’ de Quiñones y Aurelio, en un duelo tradición-modernidad. “Nuestra comparsa tenía una esencia, una idea muy gaditana, con el Carli Sibón que se salió, con Pepe Ávila… un grupazo”.

Le sucedió ‘Andaluces por el mundo’. “Ese es el mejor popurrí que ha hecho Antonio Martín”, sentencia. Al grupo le tocó vivir un mal rato en la final, cuando ya 'Diario de Cádiz' había publicado los ‘posibles’ premios’. “Estábamos en el escenario con la cabeza agachada esperando a que terminara la bronca. Nos tiraban los diarios a la cara desde el público. Eso estaba preparado, si no de dónde salieron tantos diarios a esas horas de la madrugada. Nunca entendí qué culpa teníamos nosotros de esa polémica”, expone.

Pepito Martínez en la comparsa 'Voces negras', de 1982. / D.C.

1985 iba a marcar un antes y un después en la trayectoria de Pepe Martínez. Una desilusión le abrió las puertas de la alternativa como músico de campanillas, vaya paradoja. Antonio Martín decide dejar al grupo y coger el de ‘Robots’, el de Quiñones y Aurelio, y el conjunto de ‘Andaluces por el mundo’ se queda en la estacada. “Él contaba conmigo y con Paquito Copero, creo recordar, pero yo no veía la razón para cambiar. No quería dejar a mis amigos. Le dije que se estaba equivocando, que éramos gente muy válida. Pero lo tenía decidido”, destaca.

Fue como un intercambio de grupos, porque Quiñones llamó a Pepe Martínez para hacer la comparsa. “El Congui, que trabajaba con él en Tabacalera, le habló de mí, que me había quedado sin grupo, y le dijo que yo podía hacer la música. Quedamos, hablamos y así empezó ‘Hombres azules’. Hice un pasodoble moruno, adaptado al tipo, como yo siempre he intentado hacer”, expone. ¡Y qué pasodoble! Uno de los mejores de las últimas décadas para una comparsa que en 1985 se quedó fuera de la final, pese a su enorme calidad. “Una jugarreta, a mí me han hecho unas pocas. Como siempre, fue el politiqueo del jurado”, sentencia.

Así nació una de las más exitosas parejas de autores, el mismo año en el que Pepe compuso para la comparsa juvenil ‘Filibusteros’. En 1986 llegaría otra decepción con ‘Orfebres’, que se quedó fuera de la final, y le siguió ‘Clásicos de la música’.

Quiñones y Martínez decidieron descansar en 1988, como otros grandes copleros, y regresaron al concurso y a una final en 1989 con ‘Fábrica de Tabacos’. Ese año, Martínez hizo la música, que también se recuerda, de un pelotazo como ‘El crimen del mes de mayo’.

En 1990 reclutaron a buena parte de los históricos de la peña Nuestra Andalucía para hacer ‘Mississippi Club’, último año de Pepe como componente, tocando el banjo, y ‘Anónimo gaditano’, ambas finalistas, que fueron el preludio de un cambio de grupo, confiando para 1992 en parte del conjunto de ‘La señora’, y dejando la dirección en manos de Faly Mosquera. “Nos reunimos en un bache que había en la plaza de Las Canastas. Vino gente como El Tojo, Ramoni, Reina, Faly el Chino, Valderrama… un grupazo. Y decidimos sacar ‘Suspiros de Cai’. Ganamos el primer premio y es curioso porque los nuevos, incluidos algunos que habían salido con Villegas, no habían conseguido ganar nunca”.

1993 vino de la mano de ‘Pulchinelas’, un cajonazo sobre el que Martínez apunta “siempre nos han quitado más de lo que nos han dado”. Tras ‘Noches de Falla’ en 1994 llegó otro pelotazo como ‘Charrúas’. “Eso fue un trabajo enorme. Componentes tocando instrumentos que eran desconocidos para el gran público. Zampoña, quena, charango… Fui metiéndolo uno a uno y los encargados de tocarlos venían a mi casa a aprender fuera del horario en el ensayo. La zampoña la afiné con la guitarra y con un papel de lija la limaba hasta dar con el sonido que quería”, señala.

Llegaron luego ‘El legado andalusí’, ‘Dando leña’, ‘El baratillo’ y ‘El circo’. En esta última comparsa se para y asegura no entender cómo fue segundo premio. La comparsa fue en el año 2000 ‘La batucada’ y en 2001 ‘Los mercenarios’. ‘En propia mano’, en 2002, fue su última comparsa con Quiñones y Mosquera. “Yo propuse un descanso después de tantos años arriba. Veía que la comparsa, y yo mismo, estábamos saturados. Hacía falta parar para coger fuerzas y nuevas ideas, pero el grupo no quiso. Yo lo tenía claro y la comparsa decidió contar con El Noly para hacer ‘Los vikingos’. Les fue bien y ya no me llamaron más. Fíjate, después de tantos años. Las cosas del Carnaval”.

En la comparsa 'Orfebres', de 1986. / D.C.

Pepe Martínez hizo músicas luego para comparsas como ‘Los tristealegres’ o ‘Los enviados’, “que la dirigió mi sobrino Geni Cheza, hermano de Nene. Yo he tenido en mi comparsa a cuatro sobrinos. A estos dos y a Leo y Paquito Fernández”.

Incursiones en chirigotas como la virtual o ‘Los pintores de palacios’ dieron paso a su incorporación a una comparsa que siempre admiró: Los Majaras. Fue en 2009 para sacar, con letra de El Canijo, ‘Perdiendo el norte’. En 2010 volvió a probar las mieles del éxito con ‘Medio siglo’, un homenaje de los portuenses a los 50 años de la modalidad de comparsas, con letra de Antonio Rivas. Un segundo premio. “El popurrí fue un bombazo, con la gente pidiendo ¡otro, otro!. Y el pasodoble lo tiré para abajo en el final. Los Majaras no estaban acostumbrados a eso, pues les gustaba acabar fuerte y arriba. Me hicieron caso y al final me felicitaron”, cuenta con orgullo.

En 'Medio siglo', el pasodoble lo tiré para abajo en el final. Los Majaras no estaban acostumbrados a eso, pues les gustaba acabar fuerte y arriba

Continuó su trayectoria en comparsas como ‘Un país llamado Cádiz’, ‘3.000 años’, ‘Los incontrolables’, ‘Músicos sin fronteras’ o ‘Mi reino en tus manos’. “En la comparsa ‘3.000 años’ fue cuando me dio el infarto en bambalinas. Menos mal que estaba cerca el hospital San Rafael. Me atendió Mario, un cardiólogo que me atendió y me salvó la vida, que tocaba la guitarra con las antologías de Tito Iglesias”.

Volvió a las chirigotas con ‘La legionaria’ o ‘Dios mío qué tarde’, y su última participación fue en este 2025 con ‘Los trastos’, de José Juan Pastrana. Y a pesar de que hace tiempo que no disfruta del reconocimiento en forma de premios, mantiene la ilusión. “Esto es parte de mi vida y mientras haya un grupo que merezca la pena, yo haré la música. Voy a seguir con la comparsa, me gusta el ambiente y cómo son los chavales”, indica.

"La música es lo que entra primero por los oídos. Si no, ya puedes llevar la mejor letra del mundo que el pasodoble no llega”

Un pionero en el punteo no ve con buenos ojos “los largos punteados” introductorios de los pasodobles de comparsa. “No es necesario y menos si no va al tipo”, añade. En cuanto al cante, de lo que sabe mucho porque ha afinado a grandes agrupaciones, destaca que “hay mucha gente buena”, pero sigue teniendo al Catalán Chico “como el mejor de todos los tiempos”. En el podio, como contraltos, coloca a Caracol, Fali Vila y Pelahígo.

Sobre las músicas de pasodoble actuales, dice que “hay algunas que me han gustado, pero deben ir al tipo. Y las hay tan largas que en la mitad se pierde el hilo y parece que los autores se han hecho un lío”.

Ha salido con grandes autores y tiene claro que el más completo, “el número 1”, ha sido Antonio Martín. Y como músicos, “Paco Alba estaba por encima de los demás”. Y es que “la figura del músico hay que ponerla en valor. Yo siempre digo que la música es lo que entra primero por los oídos. Si no entra, el pasodoble no llega aunque lleves una gran letra”.

Un portuario del barrio de Santa María

José Martínez González nació el 14 de enero de 1957 en el número 10 de la calle Santa María. Estudió en el colegio del Campo del Sur, denominado entonces Generalísimo Franco, antes de ponerse a trabajar como escayolista y luego en una farmacia y en una agencia de seguros. Después de un tiempo en Astilleros entró en Portuarios, en la colla del pescado, como estibador. Se formó y se jubiló en el muelle como especialista de medios mecánicos. Está casado con Rosa Vargas. Tienen dos hijas: Vanessa y Mayra. Y cuatro nietos: Hugo, Aroa, Carla y Darío.

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