Luis María Rodríguez: “Siempre me ha gustado hacer cosas raras y arriesgar en el Carnaval”

Retrocarnaval

Es el autor más atrevido y experimental, al que se le recuerdan muchas chirigotas ‘locas'

Tiene en su haber la autoría de agrupaciones como ‘Los combois de a pejeta’ o ‘Los juancojones’

Luis María Rodríguez: "A mis 62 años no voy a cambiar y sigo experimentando"

Luis María Rodríguez en la hemeroteca de 'Diario de Cádiz'. / Lourdes de Vicente

El autor contemporáneo menos convencional, el de las ideas más disparatadas y el que más riesgos ha asumido en su trayectoria se llama Luis María. Y a pesar de sus casi 40 años de Carnaval, se apresura a decir dos cosas: que llegó a la fiesta por accidente y que “a mí lo que de verdad me gusta es la guitarra flamenca”. “Aprendí de José Herrera y de Pepe Ruso, y llegué a tocar en reuniones informales al Beni de Cádiz o a Chano Lobato”, dice quien es sobrino de Carnicerito de Cádiz, guitarrista flamenco de la posguerra.

Su accidental llegada al Carnaval tiene que ver con una peña, El burgaíllo, que tenía su sede primitiva en la calle La Palma, donde ahora hay un estanco. “Yo paraba allí con mi amigo Manolo Alejo y un día cogí una guitarra que había por allí y empecé a tocarla. Como allí paraban también los del coro que patrocinaba la Caja de Ahorros de Cádiz, que dirigía Rafael Llompart, me echaron el ojo. A Alejo lo convencieron y yo me fui con él al coro”, relata.

Así fue como llegó al coro ‘Tela marinera’, de 1984, en el que repitió al año siguiente con ‘De plata fina’, que estuvo muy cerca de entrar en la final. “Lo bueno de ese coro es que la Caja de Ahorros lo pagaba todo y no había que vender números”, apunta entre risas.

Del coro a la chirigota. “En ‘De plata fina’ también salía José Antonio Valdivia. Y desde la batea veíamos que las chirigotas se lo pasaban mejor. De ahí salió la idea. Sacamos para 1986 ‘Los descompuestos’, uniéndose ya gente como Quique Valdivia, Luiti Madueño o El Cabra, que el primer día cantó en la fila de atrás, pero era tan gracioso que lo pusimos delante en la segunda actuación”, relata.

El grupo dio un paso adelante en 1987 con ‘Los que van a la final’. “Se me ocurrió vestirnos del público que iba a la final del Falla. Un tipo muy casero. Aquí se unieron Pepín y Bermúdez. Quedamos a un punto de la final. Era un grupo muy enrollado”, apunta.

En el coro 'De plata fina' (1985). / D.C.

Las buenas maneras apuntadas les dio “un subidón” y ya en El Burgaíllo, en su nueva sede de la calle Zaragoza, donde paraba la chirigota, empezaron a pensar en una nueva idea. Surgió de la manera más casual. “Salí una noche de la peña con un colega y antes de llegar a Benjumeda le di una patada a algo… algo que era un muñeco de plástico, un indio de color rojo. Me lo metí en el bolsillo y lo llevé al siguiente día. Lo enseñé y le dije al grupo el nombre. ‘Con peana incluida’, les advertí. Y así es como nacieron ‘Los combois de a pejeta’, para ir al Falla de vaqueros e indios que venían en sobres para los niños de mi época”.

Pronto hubo diferencias con la manera de entender el disfraz. “José Antonio Valdivia tenía una idea, pero yo tenía claro que teníamos que vestirnos igual que los muñecos, con telas brillantes. Buscando y buscando encontramos las telas en El Piojito, nos vendió un gitano los cuatro colores del parchís. Todos los disfraces y los complementos los pinté yo en el patio del colegio San Rafael, donde ensayábamos”, recuerda.

También se produjo un desencuentro entre Valdivia y el grupo por el repertorio. “Él llegó a retirar a la chirigota de la inscripción, pero nosotros queríamos seguir adelante y nos dejaron apuntarnos de nuevo. Dejó el grupo y nosotros, con Quique Valdivia y yo como principales autores, terminamos el repertorio”, cuenta.

Fueron semanas muy duras, pero el destino le tenía reservado al grupo días de gloria. “Sabíamos que llevábamos una buena chirigota. Y a medida que íbamos viendo la ropa y cuando hice las peanas, le veíamos más color. Recuerdo probarme el tipo en mi habitación y mi madre llevándose las manos a la cabeza”, expone.

"Recuerdo probarme el tipo de ‘los combois’ y mi madre llevándose las manos a la cabeza”

La chirigota dio un ensayo general junto al coro de Los Niños, ese año ‘Camelot’, que ensayaba también en San Rafael. “Cuando cantamos se formó un tacazo. Me acuerdo que Nandi Migueles me dijo que era un bastinazo y yo le dije ‘pues espera a ver el tipo’. Yo creo que si la hubiéramos hecho en cuatro meses no hubiera salido tan bien. Salió adelante por orgullo”, admite.

Lo que vino después es historia del Carnaval. Fue el 31 de enero de 1988 en el Teatro Andalucía. Debut en preselección. “Con solo abrirse las cortinas ya vimos el impacto. Lo curioso es que como entonces no había tele hasta la final y en el Diario salimos en blanco y negro, solo los que fueron al Teatro y nos vieron en el pasacalles disfrutaron del tipo”. ‘Los combois de a pejeta’ se alzaron con el primer premio de manera indiscutible. “Y mira que había chirigotas que a mí me gustaban mucho como ‘Los conquistadores de la trastienda de Casa Crespo’ o ‘Los del perejl lacio’, pero ese año dimos con la tecla”.

En 'Los combois de a pejeta' con su guitarra. / Kiki

Una vez que toda Andalucía vio a la agrupación en la retransmisión de TVE de la final, la fama se disparó. “No sé cuántas actuaciones hicimos. Yo creo que más benéficas que cobrando. Con la euforia nos apuntábamos a todo. En los pueblos nos recibían como a Los Beatles”.

‘Chirigota chentimiento de mi tierra comparsa de Cai’ fue la apuesta para suceder al pelotazo del año anterior, cosa siempre complicada. El grupo parodiaba a las comparsas cursis y barrocas. “Estaba mejor escrita y más pensada que ‘los combois’ y sin embargo nos quedamos fuera, aunque era una locura. Ahí entraron mi hermano Pedro de caja y Juanma Rojo de bombo”, aclara.

Le siguieron ‘Aquellos duros antiguos’ en 1990, con la incorporación de Miguel el Mellao como El guerrero del antifaz, y ‘Los jarabes de la tos’, “donde entró David Carapapa, que nosotros parábamos en el bar que tenía el padre, que fue quien me aconsejó hacer un pasodoble más clásico, el más clásico que he hecho nunca”.

Tras ese 1991 se rompió el grupo y Luis María tomó otro camino, sacando chirigotas como ‘Los dios mío de mi arma’, ‘Los hueveros de 1993’, ‘Che Chentimiento de Argentina…’, ‘El tren de Arganda, que pita más que anda’ y ‘Academia de poesía’, aquí con algunos antiguos compañeros de los ‘combois’.

Era ya un autor muy experimental, con ideas atrevidas. No había medias tintas con sus creaciones. Como los toreros: puerta grande o enfermería. “Me gustaba hacer cosas raras. No me ha importado no haber conseguido muchos premios. He sacado lo que que he querido. Bueno, no me hubiera importado hacer una chirigota clásica, pero no es mi estilo. Me gusta arriesgar. Y como tampoco se me ha ido la vida con el Carnaval…”, argumenta.

“No me hubiera importado hacer una chirigota clásica, pero no es mi estilo”

Diez años después de ‘los combois’ llegó otro primer premio. “El cabra vino a buscarme para hacer la música a su chirigota, la del Love. Fui a la reunión y barajaban cuatro tipos. Uno era de catetos, pero estaba muy visto, aunque ellos nunca habían salido de eso. Y cuando plantearon salir de flojos, lo vi claro. Ese era el tipo: ‘Los Juancojones’”, relata.

Su llegada a este mítico grupo estuvo acompañada de alguna que otra anécdota. “Me dijeron que hiciera un pasodoble y que lo llevara un día después. Yo les dije que era imposible, que me dieran dos semanas, pero llamé al Cabra al día siguiente y le dije que lo tenía listo. Yo tenía los huevos de corbata. En el ensayo me dijeron que el Chico Cornejo había hecho otro pasodoble y que iban a escuchar los dos, para quedarse con el mejor. Yo canté primero y les encantó. Y Chico, que es un caballero, se vino para mí y me dijo que no iba a cantar el suyo, que yo lo había bordado”.

Luis María reconoce la trampa. “El pasodoble lo tenía yo hecho hacía tiempo para una comparsa. Lo único que hice fue ralentizarlo”, indica. Escribió varias letras, parte del popurrí e hizo la música del cuplé. “Yo hubiera experimentado más, pero ellos me paraban los pies”, admite.

El primero por la derecha con su guitarra en 'Chentimiento de mi tierra, comparsa de Cai'. / D.C.

Con el Love y compañía estuvo solo un año. En 1999 inició la cuatrilogía de ‘Esto está…’. Comenzó con ‘Esto está atascao’ y fue en el año 2000 cuando dio el pelotazo con ‘Esto está embobao’, una chirigota muy metida en el tipo, ren la que gracias a un cable de acero sus componentes parecían que iban a caerse hacia adelante. “Tenía muchos detalles… y los trajes de chaqueta regalados. Cero inversión”. La chirigota gustó muchísimo, pero el jurado no consideró su pase a la final, y eso que para la gran noche se clasificaban seis grupos. “Canal Sur hacía unas votaciones entre el público e íbamos primeros. Nos votaban hasta en la final, que tuvo que decir Modesto Barragán que dejaran de votar a los ‘embobaos’, que no se habían clasificado”.

‘Esto está manipulao’ y ‘Esto está amargao’ completaron la serie antes de que este autor regresara a la final con ‘La chulerí...a de Luis Marí..a’ en el 2003. “Para que veas cómo es el Carnaval. Gustó mas los ‘embobaos’, pero entré en la final con esta", destaca.

Llegaron después chirigotas como ‘Luisinho y sus carnavalinhos’, ‘Antoñín de Cai’ o ‘La borriquita’. En ‘Aligera que se va el vapor’ (2008) plantó en escena a una chirigota con mucha prisa… que cantó de corrido sin parones entre las diferentes piezas. Todo engarzado y 15 minutos de actuación. Luis María en estado puro. “Decían que nos podían descalificar, pero yo me había leído el reglamento y no decía nada de que fuera obligatorio cantar la presentación, pararse, cantar un pasodoble, pararse…. Y así hasta el popurrí”, explica.

También sacó una chirigota ¡en blanco y negro!, llamada ‘A esto no se le ve color’, entre varios años de experimentos. Y en 2019 encontró estabilidad con la chirigota de Los Palacios, de la que ha sido autor cinco años hasta este 2025. “Los dos primeros con Carlos Pérez y las otras tres ya solo. Me ha encantado la experiencia, es un buen grupo con gente muy currante”. Esta aventura le llevó a estar de nuevo en la pomada de semifinales con ‘Yo soy tu padre’ en 2020, parodiando a Julio Iglesias.

En 2026 no estará en el Falla, aunque sí en la calle, con sus amigos de Los Palacios, en una chirigota ilegal llamada ‘Vamos a pegarnos unos tiritos’, para la que dice que ha hecho un pasodoble “precioso”.

Fuera del Carnaval prepara un libro de cuentos “gaditanos y humorísticos basados en hechos reales”. Su nombre provisional es ‘Todo me tiene que pasar a mí’.

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