Chapó, Carmen
Doña Cuaresma
Me estoy acostumbrando este año a darle la razón a estos ropa sueltas del Carnaval. Y me duele, porque una pierde prestigio aceptando que algún miembro o alguna miembra puede llegar a decir algo coherente. Si ayer daba a Martínez Ares las gracias por su letra al ‘Kichi’, hoy tengo que pararme en la frase más importante que se ha dicho sobre las tablas del Gran Teatro Falla desde que los esmayaos estos lo asaltaron hace décadas. Voy a tirar de Google, que yo, por supuesto, estas silvestres cancioncillas no las he escuchado nunca, Dios me libre y María Santísima de la Redención. Porque no hablo de ‘Ay qué casualidad ahora una guerra mundial’, qué va. Ni ‘Viene a esta tierra un barquito’ o ‘Si caminito del Falla’. Aunque los carnavalistos tengan mitificadas frases como ‘Cruzado, me dice el enemigo’, ‘Si te sientan mal los cubatas’, ‘Que eres Taza de Plata’ o esa escalofriante ordinariez de ‘A mí Juan yo lo he matao’. O esa cursilada de ‘Loquito por verte a mi vera’. Por no hablar de ‘Entre las flores de un jardín bello’, ‘Al influjo de la luna’, ‘Dicen que cuando jubilen’, ‘Vuelve ya el 3x4’, ‘Iba por Canalejas’ o ‘Arremángate la chilaba’. Ninguna de esas frases tiene tanto calado, tanta verdad y tanta valentía como la que se escuchó hace unos días. La pronunció una mujer y no era precisamente componente de una agrupación, pero resumió lo que yo y muchos gaditanos pensamos del COAC: “Esto es suplicio”. Carmen, lo clavaste.
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