El ingenio gaditano se alía con la elegancia en ‘La chirigota clásica’. Un tipo que a simple vista parece el de una orquesta barroca inspirado en el siglo XVIII, pero que a poco que te fijes, derrocha imaginación al más puro estilo de Cádiz, con marca de Emilio Santander.

La idea original del tipo es de los autores de la chirigota -José Manuel Sánchez Reyes y Manolín Santander-, que parten del hecho de conjugar la chirigota clásica como estilo, en la música clásica, con la de ser unos clásicos o antiguos como filosofía de vida. Y Santander lo ha llevado a su terreno, desbordante en detalles, “clásico y elegante en todos los sentidos”, en el tipo, la escenografía, que es de Imaginarte, y la forma de presentarse y cantar la chirigota.

La peluca con tiras de pentagramas

En el tipo destaca la peluca de retales de pentagrama, “con todas las tiras de pentagramas de una partitura musical, cada una de una forma diferente, más bajas o altas, con dos o tres rulos”. La chorrera “es del piojito, realizada con los manteles de estos de punto de croché, como esos que se utilizaban en los 70 y 80, al igual que las puñetas”, mientras que el chaleco ha sido manufacturado con tela hule, “que la tela normal salía cara”, y si de algo sabe este gaditano es del arte de la economía del disfraz más genuino, “que no debería perderse”.

En la ristra de detalles llaman la atención el embellecedor de enchufes a modo de hebillas de los zapatos de estos músicos clásicos, y el mar contenido en los diseños de la casaca, también obra suya, con los que representa “a modo de tribales esas pequeñas olas y sus pompas, en un azul marino y celeste suave”. Las costureras del pantalón, casaca y chaleco son Marisa Segura y Regla Lorenzo.

Y como no podía ser de otra manera, la emblemática luna que acompaña al grupo desde el año de ‘Los del puntazo en el coco’, “que diseñé para la escenografía y mi hermano siempre quiso mantener”. Ahora forman parte del tipo en los camafeos y en la luna que asoma tras la escena de la famosa obra que luce en el Vaticano de Rafaello ‘La Escuela de Atenas’ en la que se ha inspirado para idear la escenografía, obra de Imaginarte, con los que siempre trabaja codo con codo. “No quería volver a La Caleta, para no repetirnos, y pensé en este lugar que concentra a los clásicos de los clásicos, Platón, Plinio, Miguel Ángel, los mejores escultores, músicos y arquitectos, germen de la cultura Occidental”. Pero en esos pedestales ocupan un lugar de honor Fletilla y Manolo Santander.

Todo ello con una puesta en escena estudiada al más mínimo detalle, “en la perspectiva y punto de fuga a través de tres rompimientos de maderas, para trasladar al público la profundidad del espacio”.

Materiales reciclados en los instrumentos

Pero no queda aquí la cosa, han llevado el ingenio hasta la instrumentación. En primer lugar el violín ‘estradilbarrio de la Viña’, idea de Emilio Santander y elaborado con dos macetones, un cepillo para rascar, un tenedor y una visagra. De elaborar el resto se han encargado Isidro Casado Rosales ‘Isi’ y Jesús Melero ‘El Bola’. Cuenta Jesús Melero que durante horas y horas de trabajo han creado también un violonchelo y un contrabajo, además de una flauta. “El palo del mástil donde van las posturas son tutores, los que aguantan los árboles, el violín se ha hecho con dos latas de atún, el mástil con una escoba y un tubo de pvc como diapazón, mientras que la flauta es de pvc, incrustada en la pata de una silla y la tapa que cubre la caja de resonancia es de chapa de muebles”. Todo perfectamente afinado para sonar. Ingenio clásico de Cádiz, el de toda la vida, llevado al tipo.