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Las viejas glorias digieren mal el paso del tiempo

  • Antiguas leyendas como Mark Spitz o Carl Lewis no llevan bien el triunfo de las nuevas generaciones, como Michael Phelps o Usain Bolt.

Los viven de lejos, pero no se pierden detalle: los éxitos de Michael Phelps y Usain Bolt en los Juegos Olímpicos parecen ser complicados de digerir para leyendas como Mark Spitz o Carl Lewis. No deja de ser lógico. Con sus ocho oros en Pekin 2008, Phelps clausuró 36 años en los que Spitz había sido el nombre de la natación, la leyenda de los siete oros de Múnich 72.

Y con su oro en los 100 metros el domingo, Bolt le quitó a Lewis el privilegio de ser el único atleta en la historia en haber ganado dos veces el oro olímpico del hectómetro. Si hasta hace pocos años las hazañas legendarias de Spitz y Lewis pasaban de generación en generación, lo sucedido entre 2008 y 2012 cambia el paradigma para las nuevas generaciones, que ya no hablarán de aquellos hombres de los 70 y 80, sino de Phelps y Bolt, jóvenes y mucho más cercanos héroes del tercer milenio.

¿Es Bolt el mejor velocista de todos los tiempos? La pregunta le llega a Lewis con frecuencia, y es comprensible que al hijo del viento no le divierta adentrarse en ella. "La historia y el tiempo lo definirán. No podemos definirlo cuando aún estamos en ello, tiene que poder mirar hacia atrás. Y eso es lo grandioso de Jesse Owens, porque aquí estamos, 76 años después todavía hablando de Jesse Owens", dijo Lewis a la cadena CNN. Lewis viene siendo poco generoso con Bolt, un velocista que es la antítesis del estadounidense en cuanto a físico y personalidad. El jamaicano es dos centímetros más alto que el norteamericano, pero pesa cinco kilos menos que el campeón de Los Ángeles 84 y Seúl 88 en sus mejores momentos. El despliegue de histrionismo del que tanto disfruta Bolt era impensable para Lewis, incapaz de imaginar todo ese conjunto de muecas, gestos y bailes que dejan en un juego de niños aquellas exhibiciones de musculatura que ofrecían Maurice Greene y otros estadounidenses hace una década antes y después de cada carrera.

Porque los 80 y los 90, dominados por Norteamérica, eran eso: mucho músculo, mucha exaltación de fuerza y poder. El tercer milenio, en cambio, es más sutil, más descontracturado, menos previsible. Y Bolt es el hombre ideal para la era de Twitter, aventuró el USA Today, porque "cualquiera puede prestarle atención a algo" que dura 10 segundos.

Muy diferente a la natación, que el propio Spìtz admite que es a veces difícil de "vender".  "Resulta aburrido ver nadar a alguien durante 5 o 6 minutos, o hasta 10 minutos, porque nada cambia muy rápido: es como ver secarse la pintura", dijo recientemente el estadounidense. Spitz tampoco responde con claridad a la pregunta de si Phelps (dueño de 22 medallas, 18 de ellas de oro) es el mejor nadador de todos los tiempos. Y a Spitz, como a Lewis, le importa mucho recordar que, antes de las estrellas de hoy, estuvo él.

"Yo soy la persona que está más cerca de él en esto", destacó Spitz antes de que Phelps ampliara su colección de medallas en Londres 2012 con cuatro oros y dos platas. "Cuando yo gané siete medallas de oro en Múnich 1972, no fue la muerte de la natación. El hecho de que Phelps haya ganado tantos oros no va a ser la muerte de la natación tampoco", señala Spitz. "Cuando yo me retiré, hicieron falta 36 años hasta que otro logró siete oros y uno más. Pero todos los que pasaron después de mí, como Matt Biondi e Ian Thorpe, son reconocidos hasta hoy como los mejores nadadores de su tiempo". "Después llegó Michael Phelps, pero en 2016, 2020, 2024 habrá otro u otros que reemplazarán a Phelps. Sus récords mundiales serán superados, como estamos viendo ya, y una vez que se batan esos récords consideraremos a los que los batan los mejores del mundo". El remate de las reflexiones de Spitz podría firmarlo también Lewis. "No vamos a olvidar lo que hizo Phelps, como la gente no se olvidó en 36 años de lo que hice yo".

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