El Palo-Cádiz

El valor de un empate que sabe a gloria (0-0)

  • El líder mantiene su privilegiada distancia de ocho puntos sobre el segundo gracias a unas trabajadas tablas, cosechadas en un feo encuentro que casi pierde en el tiempo de prolongación.

Una jornada menos y el primer objetivo de la temporada está más cada vez más cerca. El empate obtenido por el Cádiz en el estrecho campo de El Palo vale su peso en oro porque le sirve para mantener los ocho puntos de ventaja sobre el UCAM Murcia, que también firmaba una igualada ante La Hoya Lorca. Eso resultado hizo que el Cádiz sumara entre comillas tres puntos, el que logró en la Costa del Sol y los dos que se dejó su rival directo. Llegar al crepúsculo de la competición liguera con semejante diferencia sobre el segundo es un lujo al que se ha hecho acreedor un equipo que protagoniza una trayectoria imparable en la segunda vuelta. 

 

Todo sigue igual que hace una semana y ahora sólo restan seis encuentros para que el conjunto amarillo quede campeón del grupo IV. Porque el Cádiz llegará a la fase de ascenso como primer clasificado salvo hecatombe difícil de imaginar en el sprint definitivo del campeonato. Puntos como el sumado ayer en la barriada malagueña son los que ayudan a avanzar, aunque sea con paso corto. Cuando no se puede ganar, el empate es bienvenido en un partido de los considerados típicos de Segunda B, en un terreno diminuto y frente a un rival aguerrido que además se jugaba la vida en la batalla por la permanencia. 

El Cádiz hizo méritos para marcar en la primera parte, pero apareció poco en ataque en la segunda y al final, en la prolongación, el larguero, primero, y Aulestia, después, evitaron una derrota que no hubiera hecho justicia. Las tablas reflejaron con fidelidad el desarrollo de un combate nulo que deparó un reparto de puntos. Uno que le viene de perlas a los visitantes, y uno que de poco le vale al equipo local, enmarañado en la zona de descenso después de plantar cara a la mejor escuadra del grupo IV.

 

Claudio Barragán sorprendía en la alineación con la titularidad de Arregi, una novedad inesperada en el centro de la defensa en detrimento de Servando, que ayer esperaba turno en el banquillo. El técnico ponía en la medular a los dos únicos medios disponibles, Mantecón y Juanma Espinosa, y Hugo se hacía cargo de la banda derecha que el lesionado Juan Villar había dejado huérfana.

 

Desde los compases iniciales quedaba de manifiesto la dificultad de dar dos pases seguidos en un terreno tan pequeño que apenas había espacios para la sorpresa. Los porteros, a poco que golpeaban con un pizca de fuerza, colocaban la pelota en el área contraria con una facilidad pasmosa. Y si sacaban con la mano, el balón cruzaba de largo la línea del centro del campo, como demostraba Oinatz Aulestia poco después del comienzo.

 

El encuentro resultaba entretenido en los coletazos iniciales pese a las limitaciones del campo y al siempre molesto césped sintético. El Cádiz empezaba con energía, intentaba mover el esférico y penetrar por los costados, aunque los paleños, adaptados como un guante a su feudo, se las ingeniaban para inquietar a la zaga. El balón merodeaba las dos áreas -no era complicado llegar habida cuenta de la escasa longitud del Municipal San Ignacio- y ambos contendientes disfrutaban de claras ocasiones para abrir el marcador. Jona no quería pasar inadvertido en el barrio donde se crió y avisaba en el minuto 5 con un zurdazo dentro del área repelido por Pol Ballesté. El cuero quedaba suelto y Airam Cabrera, tras recibir de Hugo, a punto estaba de marcar con un lanzamiento que se perdía por encima del larguero.

 

Avisaba primero el Cádiz, pero la respuesta de los locales era inmediata e igual de estéril. En el 8, Cala culminaba una buena acción individual -tras un servicio de Apoño- con un duro disparo en el interior del área, con poco ángulo, que Aulestia desviaba con los puños bien colocado. Sin tiempo para respirar, de nuevo Jona (minuto 10) veía cerca el gol con un cabezazo detenido por el arquero en dos tiempos.

 

En el intercambio de golpes, le tocaba a El Palo, esta vez con un libre directo lanzado por Apoño (minuto 15) que se perdía cerca del poste.

 

La estrechez del campo minimizaba la teórica diferencia entre un equipo en zona de descenso y otro que lidera la clasificación con autoridad. Las fuerzas se equilibraban, tanto uno como otro ejercían una presión asfixiante con la que estrangulaba cualquier tentativa de fútbol. Apoño era el único que, con sobrada calidad en sus botas, conseguía poner un poco de criterio en un duelo de juego directo y pocas transiciones. El  medio se inventaba diagonales, dirigidas en especial a un activo Zamorano.

 

El conjunto amarillo -ayer con camiseta negra- se diluía con el paso de los minutos. Dejaba de llegar a puerta y era incapaz de aprovechar las acciones a balón parado. No veía puerta ni con centros ni con lanzamientos directos que se marchaban al limbo. El paso atrás de los gaditanos coincidía con los mejores momentos de un adversario envalentonado en los estertores del primer acto. Poco después de la media hora, Cardellino recogía un rechace dentro del área y su tiro cruzado salía desviado por centímetros, y un zaguero cadista (en e 35) se anticipaba a los justo al mismo delantero, situado en boca de gol tras una asistencia de Zamorano. Del Cádiz no había más noticias en ataque en la primera mitad salvo una internada de Andrés Sánchez (en el 39), que sacaba el balón de las instalaciones con su definición defectuosa.

 

La segunda parte arrancaba con una falta a favor de los locales cercana al área cadista a modo de aviso, pero el intento de Apoño se topaba con Aulestia. Los anfitriones apretaban aunque sin llegar a generar auténtico peligro en un partido de mucho despliegue físico y total ausencia de fútbol.

 

Claudio se decidía a mover el banquillo y daba entrada a Migue García en sustitución de Hugo con media hora por delante y todo por decidir. El jiennense se convertía pronto en uno de los estandartes del equipo con su velocidad.

 

Poco ofrecía el encuentro salvo aproximaciones esporádicas que acababan en nada. Una de las contadas llegadas del líder en la segunda parte, en el minuto 70, finalizaba con gol de Kike Márquez a puerta vacía tras el pase de la muerte ofrecido por Airam Cabrera, pero la jugada ya estaba invalidada por fuera de juego inexistente del canario mal señalado por el auxiliar de banda. Una jugada clave que pudo haber dado la victoria al Cádiz.

 

La mejor ocasión de los gaditanos se hacía esperar y era Jona el que la tenía en su cabeza en el minuto 73 tras un preciso centro de Andrés Sánchez. El testarazo del ariete se perdía por encima de la portería y poco más daba de sí el equipo amarillo en labores ofensivas salvo alguna acción de Migue García.

 

Claudio apostaba por Fran Machado -en lugar de Airam- para el último cuarto de hora. El Cádiz se empeñaba en tocar la pelota, una misión casi imposible hasta el extremo de renunciar a colgar balones al área cuando disponía de la estrategia, que ayer no funcionaba.

 

El empate ya era un valioso tesoro en la recta definitiva del partido porque el UCAM Murcia tampoco era capaz de abrir la lata en el domicilio de La Hoya Lorca. El Cádiz daba por bueno un punto que ya casi tenía en el bolsillo pero faltaba la traca final de El Palo que metía el medio en el cuerpo a los visitantes. En el último empujón de los locales, en el minuto 92, Juanillo se inventaba una chilena muy cerca de la portería con la que estrellaba el esférico contra el larguero. Seguía la jugada, el propio Juanillo cabeceaba y cuando parecía que la pelota iba a entrar en la portería, aparecía Aulestia para despejar casi en la línea de gol con la inestimable colaboración de Arregi. Un susto que aumentaba el valor de un punto que pone al Cádiz más cerca del objetivo. El líder sale ileso de la jornada.

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