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El último recorrido del padre de Valderrama

  • Jaime Ortiz Patiño, el hombre que puso a San Roque en el mapa mundial del golf, fallece a los 82 años en Torremolinos Su campo albergó la Ryder Cup de 1997, una decena de Masters y dos Campeonatos del Mundo

En el paraíso hay campos de golf. Está confirmado desde ayer. En 1999 Jaime Ortiz Patiño declaró: "Si en el Cielo no hay golf, no quiero ir". El tercer día de 2013, a los 82 años de edad, decidió emprender el camino hacia el que será su campo eterno, donde a buen seguro ya ha tenido tiempo de conversar con Severiano Ballesteros, con el que compartió el proyecto más ambicioso y en principio descabellado de su vida. El expropietario de Valderrama, el hombre que desafió a la lógica y consiguió que la Ryder Cup se jugase a las mismas puertas de su casa, fuera por primera y única vez de las Islas Británicas en el turno europeo, cerró los ojos para siempre en el Hospital Santa Elena de Torremolinos (Málaga), al que fue desplazado en los últimos días del año tras empeorar su estado de salud. El próximo sábado se llevará a cabo la incineración en un acto que por expreso deseo de su familia tendrá un carácter íntimo.

El Ayuntamiento de San Roque, ciudad en la que está ubicado el mítico escenario de Masters (primero como Volvo y más tarde con el apellido de Andalucía) y de pruebas del Campeonato del Mundo, declaró ayer tres días de luto oficial como señal de respeto por quien fue uno de sus vecinos más ilustres. Las muestras de condolencia tanto institucionales como de jugadores se sucedieron a lo largo de todo el día y entre ellas destaca, por sus innegables connotaciones, la del guadiareño Club La Cañada, al que siempre ayudó y protegió.

Con el fallecimiento de Jaime Ortiz Patiño, que en 2010 vendió su perla a la empresa del exjugador australiano Greg Norman por 35 millones de euros, se cierra el capítulo más importante del deporte en el Campo de Gibraltar, que albergó los acontecimientos más significativos de su historia gracias a la labor de este empresario.

Nacido en París el 20 de junio de 1930, Jaime Ortiz Patiño era hijo de bolivianos, bisnieto de españoles y nieto de Simón Patiño, que fuera conocido como el rey del estaño en Bolivia y embajador de aquel país en la capital de Francia.

De su familia heredó una gran fortuna, parte de la cual invirtió en engrandecer el campo de Las Aves, en la urbanización de Sotogrande. A los 55 años adquirió la mitad de dicho escenario. No mucho más tarde se hizo con la totalidad de accionariado y de la mano de uno de los mejores diseñadores del planeta, Robert Trent Jones, emprendió una remodelación que llevó a convertirlo en Valderrama, varias veces aclamado como el mejor recinto golfístico de Europa y que no precisamente por casualidad fue denominado el Augusta de este continente.

El propio magnate lo mimaba hasta el último detalle. En sus mejores años no era nada extraño verle a primera hora de la madrugada repasando hasta el último milímetro de césped para que todo estuviese a un nivel inalcanzable para el resto de los campos. En realidad, ni siquiera aspiraban a parecerse.

Por sus calles se pasearon los más grandes de la historia, pero sólo el intento de elaborar una lista sería un atrevimiento. Todos y cada uno de ellos se desesperaron con las trampas del 17 y miraron con envidia los éxitos de sus competidores.

Lo que para muchos no era más que la obra faraónica de un millonario excéntrico se convirtió en la principal fuente de riqueza de Guadiaro, la barriada golfística por excelencia. Muchos de habitantes comenzaron a vivir directa o indirectamente de esta práctica deportiva y aún hoy sigue siendo la principal fuente de riqueza para esa zona privilegiada en la que para muchos finaliza -o empieza- la Costa del Sol. Jaime Ortiz Patiño puso Sotogrande en el mapa mundial del golf y su iniciativa no tardó en extenderse por contagio a las zonas aledañas.

No contento con eso tuteló personalmente el que fue el primer campo municipal del país, La Cañada, donde dieron sus primeros pasos jugadores de la talla Álvaro Quirós y en los últimos años, antes de retirarse de la actividad pública como consecuencia de su delicado estado de salud fue el impulsor de Valderrama II, que algún día será realidad en el término de Castellar.

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