La Balompédica enlazó, a manos del San Fernando de nuevo cuño, su cuarto partido en casa consecutivo en casa sin ganar. Una seña inequívoca de que este equipo albinegro es el ejemplo vivo de lo que significa estar atenazado por el miedo escénico. Un resultado que, como su propio técnico advirtió el pasado viernes, aviva la sensación de que está en ese grupo que suele vivir con la soga al cuello durante toda la temporada. La mayor parte de la grada se quedó con la sensación de que conjunto de la Isla ganó sin hacer nada, pero es una impronta injustificada, propia de un análisis hecho con las entrañas y con la indignación de un nuevo revés. Los azulinos ejercieron ayer de equipo de Segunda B: tácticamente exquisito e incluso un poco más, sin apenas cometer errores en defensa y aliándose con la fortuna, en forma de tarde desafortunadísima de Pagola, para hacer sus dos tantos. Los ingredientes que alumbran a los conjuntos que suelen vivir una temporada salpicada de sonrisas.

La diferencia principal entre los que perdieron y los que ganaron es que unos -los de blanco y negro- no sabían a qué jugaban y otros, los de azul, conocen perfectamente su libro de ruta. Por eso unos están en el puesto de promoción y otros coquetean con la parte alta de la tabla.

Después de que David Hernández hubiese alertado a la defensa visitante y mientras los rivales aún andaban mirándose a los ojos, a los nueve minutos llegó el cero-uno. Fue en un falta botada para que el balón llegase al borde del área pequeña, donde Germán, libre totalmente de marca, cabeceó en las mismas barbas de Pagola, que se quedó a media salida. Empezaron los murmullos contra el cancerbero navarro, que derivarían más tarde en gritos pidiendo la titularidad para Mateo.

El gol apenas cambió el panorama. La Balona tenía el balón, pero más por una decisión del San Fernando, cómodamente atrincherado en su medio campo, que porque hubiese una catarata de ideas en los de casa. Más cierto sería decir que éstas brillaban por su ausencia.

Fruto de ese control territorial llegaron disparos de Juampe Rico por dos veces (19' y 31') y un golpe franco botado por Rubén Cuesta (29') que sólo sirvieron para empezar a acreditar que los de la Isla cuentan con un portero, David Valle, al que se le queda pequeña la categoría, aunque para eso no tuviese que hacer paradas de extraterrestre.

En el 43' encontró el equipo de casa premio a esa presión sin argumentos que venía ejerciendo. Juampe Rico dejó el balón muerto a los pies de David Hernández muy cerquita del punto de penalti y el de Puerto Real ejerció de lo que es, un depredador del área, y la colocó en el agujero negro que todos los porteros ven en sus marcos. Abajo y a una esquina. Uno-uno.

La segunda parte comenzó con Escobar tratando de desmontar la tela de araña del rival, dando entrada a Bello y Copi. Su equipo ganó en fuegos artificiales, pero eso, artificiales. Y encima despedía una preocupante sensación de desorden con tanta permuta de puestos. Ismael Chico acabó en el lado derecho de la zaga y Ocaña retrasó su ubicación. Ya dicen los sabios que a veces, cuando no se puede ganar, hay que saber empatar. Y es un error muy común confundir osadía con temeridad.

Para colmo, durante una decena de minutos se desató un temporal en el que el fútbol pasó a segundo plano. Las zonas técnicas de los banquillos y las sillas salieron volando, los aficionados cruzaron de Preferencia a Tribuna para protegerse de la lluvia y lo que estaba sucediendo en el césped no era más que una excusa a la que casi nadie prestaba atención.

Cuando el aire y el agua empezaban a amansarse (73'), otro balón parado, la defensa que tiró mal el fuera de juego, Sambruno que remata como a cámara lenta y el balón, que parecía estar en las manos de Pagola, acaba de manera incomprensible en el marco.

La entrada de Salvi (79') redujo la defensa a tres, pero ante un equipo que se sabe tan bien la lección y con tanto oficio como el San Fernando, la heroica no es buena consejera. Es más, los visitantes pudieron sentenciar cuando el exbalono Cristian se planto solito delante de Pagola, pero el atacante indultó a sus excompañeros.

Es cierto que en ese coletazo final la Balona dispuso de tres claras ocasiones para haber desembocado en un empate que posiblemente hubiese sido lo más justo. Pero para eso juega David Valle, que primero le sacó un disparo envenenado a Javi Gallardo desde la frontal (87') y a renglón seguido sacó casi de la escuadra un centro chut del propio lateral zurdo al que David Hernández no había llegado por una cuarta. Por medio los de casa solicitaron pena máxima en una jugada en la que Ismael Chico no atinó a un metro del marco a golpear el esférico. La queja tenía más de justificar el yerro de su compañero que de recurso con argumentos.

Y llegó el final. Tímidos silbidos de una afición que no termina de entender dónde está aquel equipo bravo e implicado de la pasada andadura. Aquel que presionaba arriba y arrinconaba al rival. Cada día se acrecienta más la sensación de que va siendo hora de acabar con los experimentos y recuperar los argumentos que llevaron hace poco a disfrutar tanto a esa grada que salió del campo ayer cabizbaja.

Ficha técnica:

Balona: Pagola; Fajardo (Copi, 49'), A. Merino, C. guerra, J. Gallardo; Juampe, Ismael chico, Ruben Cuesta (Salvi, 79'), Abraham (Bello, 49'); Ocaña y David Hernandez.

San Fernando: David Valle, Pecci (Cristian, 70'), Germán, Sambruno, Eder, Eric (Asencio, 46'), Verdú, Borrego, Carlitos, Pallarés y Pedro Carrión (Adri Cuevas, 35').

Árbitro: Villena Contreras, castellano-manchego. Amonestó a los locales Fajardo, Ocaña y Juampe y a los visitantes Pecci,  Borrego, Pallarés, Germán y Carlitos.

Goles: 0-1 Germán (9') 1-1 David Hernández (43') 1-2 Sambruno (73')

Campo: Partido disputado en el Municipal de La Línea.