Pablo Grandes: "Los países asiáticos tienen una cultura futbolística muy pasional"
Fútbol | Internacional
El entrenador portuense inicia su aventura en solitario en Arabia Saudí al frente del Najran FC
El técnico portuense Pablo Grandes Melgarejo arranca en Arabia Saudí su nuevo proyecto, abriendo otra página en el fútbol internacional al que tanto se está uniendo en los últimos años.
-¿Cómo comienza la historia de Pablo Grandes como entrenador?
-Desde mi etapa como jugador ya me interesaba mucho la faceta de entrenador. Empecé mi carrera en El Puerto; todo comenzó en el Trasmallo, donde estuve ocho años. También pasé por la Estrella Portuense. Más tarde, me marché al Xerez juvenil de la mano de Juan Carlos Ramírez, quien me dio la oportunidad de dar un salto en mi carrera. Esa experiencia me permitió llegar al Cádiz.
-Ahora le ha tocado emigrar a Arabia Saudí. ¿Qué puede contar de su nueva andadura?
Estoy muy ilusionado con esta nueva etapa. Es un país donde el fútbol está creciendo mucho; solo hay que ver el nivel actual de su primera división. Decidí venir precisamente por todo lo que están consiguiendo. Mi adaptación ha sido muy rápida: es un país muy desarrollado y muy preparado para acoger a personas extranjeras.
-¿Cómo se dio su fichaje por el Najran FC?
-Se concretó a través de un agente. Tras mi paso por Irak, recibí varias ofertas; una de ellas estuvo muy cerca de cerrarse, pero finalmente apareció la opción de venir aquí. Aunque he bajado de categoría, todo lo que se está invirtiendo en el fútbol de este país me da más posibilidades de que se abran muchas puertas en el futuro si logro hacer una buena temporada.
-Hábleme un poco del club… ¿Cuál es el objetivo del Najran?
-Es un club histórico, el sexto con más afición del país. La nueva dirección deportiva apuesta por la estabilidad antes que por grandes inversiones en fichajes. El objetivo es el ascenso. Están viviendo una situación similar a la de clubes como el Deportivo o el Málaga en España, por lo que están manejando todo con mucha cautela.
-¿Cómo es la cultura futbolística en los países asiáticos?
-Es una cultura muy pasional. En Irak, por ejemplo, hay aficiones increíbles. A los partidos de la selección acuden cerca de 60.000 personas. Lo más llamativo es que, incluso en ciudades con condiciones de vida muy complicadas, encuentras campos de fútbol. Tienen lo justo para vivir, pero el fútbol nunca falta. Si las cosas van bien, te tratan como a un dios; si van mal, todo se complica.
-Defínase como entrenador. ¿Qué pide a sus equipos?
-Me cuesta definirme porque el fútbol exige una adaptación constante. Tienes que saber ajustarte a muchos contextos. Aun así, tengo preferencias claras: me gusta que mis equipos estén bien trabajados defensivamente, que sean intensos tras pérdida y muy ordenados. A la hora de atacar, intento que seamos protagonistas, que llevemos la iniciativa y que ataquemos con muchos jugadores para generar ocasiones. Pero todo depende también del rival y del contexto.
A Jesús Casas le estaré eternamente agradecido por haber confiado en mí varias veces"
-Estuvo trabajando en canteras como las del Cádiz CF y el San Fernando CD. ¿Qué puede contar de esos ciclos?
-Mi etapa en el San Fernando fue muy corta, duró apenas dos semanas. Justo al entrar, recibí la llamada de Jesús Casas para unirme a la selección de Irak. Es una pena lo que ha sucedido con el club. En cuanto al Cádiz, fue una etapa espectacular: entrené en varias categorías, hice labores de scouting y llevé la zona de tecnificación. Tuve la oportunidad de representar al club en Túnez e India.
-De la mano de Mere, llega la oportunidad de entrenar a la UD Logroñés. ¿Fue un punto de inflexión en su carrera?
-Sin duda. La llamada de Mere para irme con él como segundo entrenador al Logroñés fue indescriptible. Le estoy muy agradecido. Fue mi primera experiencia en el fútbol profesional. Llegar a un club de esa dimensión, estar en Primera Federación, imaginarme en el estadio de Las Gaunas… era todo lo que había soñado. Fue una categoría preciosa, con grandísimos equipos y jugadores que hoy están en Primera División.
-También ha vivido experiencias importantes con la selección de Irak junto a Jesús Casas. ¿Cómo surge?
-Todo comenzó con una llamada de Jesús Casas. Al principio, al pensar en el país, surgen ciertas dudas. Pero al asegurarte de que es un lugar tranquilo, todo cambia. Entrenar a una selección nacional era otro sueño cumplido. A Jesús le estaré eternamente agradecido por haber confiado en mí varias veces. Empezamos de manera espectacular ganando la Copa del Golfo. Jugábamos en casa y siete horas antes de cada partido ya estaban llenos los aledaños del estadio. El recibimiento tras ganar fue increíble: millones de personas nos esperaban. Lo más emotivo fue ver cómo tanta gente podía disfrutar después de todo lo que han sufrido como país.
-¿Por qué termina su etapa en la selección?
-La aventura terminó en agosto del año pasado. En ese momento estaba con la selección en los Juegos Olímpicos de París. La Federación cesó a varios miembros del cuerpo técnico y me tocó salir. Otra experiencia impresionante. Enfrentarnos en fase de grupos a selecciones como Argentina y Marruecos. Jugar contra futbolistas como Julián Álvarez, Otamendi o Hakimi no tiene precio. Participar en unas Olimpiadas es el sueño de cualquier amante del deporte. Estando en París, me llegó la oportunidad de ser primer entrenador en Asia, en el Al-Mina.
-¿Qué es lo más difícil de trabajar en otro continente?
-Sin duda, estar lejos de la familia. Siempre me he adaptado bien a los nuevos entornos. Trato de mantenerme ocupado con el trabajo, lo que me ayuda a no pensar demasiado. Aun así, la distancia pesa. Mi familia siempre me ha apoyado; el fútbol es mi vida. Cuando vuelva a España, solo quiero estar en El Puerto junto a ellos. Les echo de menos.
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