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CHARLEVILLE / METZ (3ª etapa)

161 kmEspañoles, sin orden ni concierto

  • En clave nacional. Persistentes rumores de un levantamiento militar para derribar el gobierno legal de la II República

SE presentaba una nueva etapa por "el infierno del Norte". De nuevo el pavé, carreteras estrechas, caídas y viento frío. Se produjeron otros cuatro abandonos durante el desarrollo de la carrera.

"Los españoles corrimos como Dios nos dio a entender. Ninguno nos ocupamos del otro", recordaría Julián Berrendero de esa etapa años más tarde.

Pese a todo, al tratarse de una distancia más corta, no se establecieron grandes diferencias en la meta de Metz.

Federico Ezquerra fue el mejor de los españoles entrando el séptimo, con un tubular deshinchado y pisando sobre la llanta, a 1' 58'' del ganador de la etapa, el luxemburgués Mathias Clemens. Los hermanos Pierre y Mathias Clemens corrían en el mismo equipo conjunto hispano-luxemburgués, sin que la palabra "equipo" aquí tuviera mucho significado. Mathias, recordaba Julián Berrendero, era un tipo de gran cultura que llegó a ser diputado por su ciudad y que, aún así, siguió corriendo en bici.

Los demás españoles entraron así en la meta: 14º Molina, a 2' 05'', 38º Berrendero, a 4' 20'', 66º Álvarez, a 10' 46'' y 72º Cañardo, a 17' 19''.

De nuevo se produjo cambio de líder, pues Maurice Archambaud se había quedado rezagado, perdiendo en la meta tres minutos y medio. Este traspié de "Le Nabot" hacía que el luxemburgués Arsène Mersch se enfundara el codiciado jersey amarillo, con los franceses Yvon Marie a 31'' y Archambaud a 57'' siguiéndole en la clasificación general.

Este Tour, como se ha dicho, se corría en medio de una gran agitación política. Las medidas sociales adoptadas por el gobierno del Frente Popular estaban en boca de todos, y la prensa -incluso la deportiva-, el público y los deportistas lo hacían todo más temperamental y teñían a la 'Grande Boucle' con el color político de cada cual. Además, el que se corriera por equipos nacionales y la exclusión de los ciclistas de la Italia fascista, no hacía más que subir la temperatura y la pasión en la carrera.

Así era muy significativa la pancarta bajo la que pasaron los corredores el día anterior en Mauberge, cerca de la frontera belga: "Los trabajadores en lucha saludan a los obreros de la ruta".

Y los ciclistas también tomaban partido; se distinguían Antonin Magne quien se declaraba cercano a las ideas socialistas, mientras que René Vietto, un "auténtico camarada" para las izquierdas, no escondía su militancia comunista.

A muchos kilómetros de allí, en España, el líder socialista Indalecio Prieto alertaba a los suyos ese día en "El Liberal" de Bilbao: "Vivid prevenidos. Hombre prevenido vale por dos. Gobierno prevenido vale por cuarenta". Y es que los rumores de un levantamiento para derribar a la República e implantar un régimen dictatorial similar a los de Italia y Alemania, eran cada vez más insistentes.

Nuestros cinco corredores en el Tour vivían ajenos a aquellos sombríos ecos que llegaban de su tierra. Para ellos, de momento, lo verdaderamente importante es que en la etapa del día siguiente llegaba por fin la montaña. Esa era, sin duda, una buena noticia…

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