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Fútbol | Primera Federación

El San Fernando gana al Sanluqueño con un gol en el 92'

  • Carlos Blanco, de un soberbio testarazo, deja los tres puntos en La Isla

Celebración de los azulinos en el interior del vestuario.

Celebración de los azulinos en el interior del vestuario. / A. Quintero / SFCD

El fútbol es un estado de ánimo. El fútbol es impredecible. En este bendito deporte, se pasa de la desesperación, de la apatía o del enfado a la algarabía, la alegría y el desenfreno, en cuestión de segundos, en una jugada determinada, en un visto y no visto.

Pues ese estado de ánimo fue el que se vivió en el Iberoamericano de Bahía Sur, que tras presentar un partido soporífero, sin apenas nada, y con un enfado monumental del respetable, en el tiempo de descuento, cuando nadie se lo esperaba, un balón al aire, un remate impresionante de cabeza y todo cambia radicalmente.

El derbi, lo más importante que dejó fue eso, la victoria del San Fernando sobre el Sanluqueño (1-0) en el tiempo de descuento. Porque por lo demás, nada de nada. El partido fue de los que, indiscutiblemente, no hacen afición, de los que no grabas para volver a ver y todo parecía enfocado a un empate final, que previamente había sido pactado.

Si la primera mitad tuvo algo más de movimiento, la segunda resultó tremendamente larga, que unida al frío que se desemboca en el Iberoamericano y la parsimonia exhibida por ambos conjuntos, hubo momentos en que costó, y mucho, aguantar el tipo.

Pero al final, una acción puntual, un gol en el descuento, y todo se convierte en olvido. Atrás quedan 92 minutos de movimientos generalizados de cabeza, de protestas en las gradas y de desesperación.

Para ser justos, el partido debió, y tuvo, que terminar con la misma igualada con la que comenzó y, por ello, el varapalo para el equipo sanluqueño es máximo y costará un mundo recuperar la motivación en las semanas venideras. Por el contrario, al equipo isleño el testarazo de Carlos Blanco, lo sumirá en una nube, le dará confianza, motivación y ganas de creer. Lo decíamos en la previa, el que se llevase el gato al agua, ganaría muchos enteros.

Con esto, el derbi comenzó tal y como tuvo que terminar, parsimonioso, falto de ritmo, sin dominador claro del choque. A veces eran arreones azulinos los que hacían pensar que los de Santaelena cogerían el ritmo y otras veces eran los sanluqueños los que parecían que se iban a marcar el mismo. Pero ni uno, ni otro ofrecían más que eso, mucho entusiasmo en las acciones y, sobre todo, mucha precaución.

Comenzaron pegando los de Abel en el 3’ en un centro de Alex Guti que no encontró rematador, y respondieron, eso si tímidamente, los azulinos con un disparo de David Ramos que obligó a Samu Pérez, era el 9’.

Parecía que los sanluqueños tenían cogido un poco mejor el pulso al partido y en el 14’ Luis Vaca remató y tuvo que sacar José Carlos de debajo de los palos, un minuto después fue un remate de cabeza de Coke que se encontró con Fuoli. La mejor de los isleños la tuvieron en el 20 en una falta directa que José Carlos quiso aprovechar con el viento a favor, pero entre el palo y Samu Pérez desbarataron la ocasión. Fueron los mejores minutos de unos isleños que parecían despertar y en el 21’ contaron con una triple ocasión que finalizó con un disparo del joven Yerai (de largo el mejor del partido) que se fue alto.

Con eso y poco más terminó la primera mitad. Y la segunda comenzó y se desarrolló, por los mismos derroteros. Ambos equipos, cuestión pasaban los minutos, parecían haber sellado la paz, la no agresión, la repartición de puntos. Yerai contó con su segunda oportunidad en el 70 y Jeremy puso en nudo en los aficionados en el 75, pero todo parecía dictado para sentencia.

Hasta que llegó el descuento, hasta que llegó el balón sacado por el propio Yerai desde la esquina, y hasta que llegó el testarazo de Carlos Blanco y con él, la algarabía, la alegría de un equipo que cumple con las expectativas de sumar 23 en la primera vuelta, la mitad de lo que le hace falta para mantener la categoría. El Sanluqueño, que ha sumado 18, tendrá que poner en este segundo ciclo toda la carne en el asador para la permanencia.

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