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Remodelación total en el año I después de Muñoz

  • Nuevos accionistas, nuevo entrenador y nuevos jugadores para un Cádiz que afronta su tercer año consecutivo en Segunda B con la necesidad, deportiva y económica, de ascender

Año I después de Antonio Muñoz Vera en el Cádiz. Y esta vez no es un paso atrás ni a un lado, sino que se trata del adiós definitivo que solicitaba una buena parte de la afición amarilla. El empresario cordobés se deshizo de sus acciones tras más de una década con más penas que glorias como dueño del club y un nuevo grupo inversor, con el italiano Alessandro Gaucci como cabeza visible, se hizo cargo de la entidad con la difícil misión de corregir de una vez la desastrosa situación económica y devolver al submarino al fútbol profesional. 

Aunque aún es pronto para emitir juicios, lo cierto es que el nuevo proyecto cadista tiene mejor pinta de lo que se podía esperar tras la desbanda de futbolistas llegados de la mano de Quique Pina, que no pudo convencer a Muñoz de que su opción era la más ventajosa para el Cádiz y tuvo que abandonar sin el prometido ascenso. Gaucci, conocido en el mundo del fútbol por su gestión en el desaparecido Peruggia, ha inyectado una buena dosis de realidad a la plantilla y en apenas quince días ha confeccionado -a falta aún de varios retoques- ni más ni menos que un equipo de Segunda B, con más hombres que nombres.

El italiano ha confiado las riendas de la plantilla a Alberto Monteagudo, un técnico con gusto por el fútbol ofensivo y de toque, y está firmando jugadores que encajen en ese perfil para acompañar a los tres únicos supervivientes de la pasada temporada, Aulestia, Moke y Dieguito. Así, han llegado futbolistas contrastados en la categoría como el meta Bernabé, los ex del Lugo Garrido y Belencoso, el central Domingo o el ex de la Arandina Vergara, promesas como Garretas o el mediocentro Fall y jugadores de reconocida calidad como Viyuela o el ex recreativista Juan Villar. En total son 17 las altas hasta el momento, a la espera de un lateral diestro, un central, un mediocentro y quizás el canario Guayre, a prueba desde el inicio de los entrenamientos, para cerrar la plantilla. 

Pero sin duda la característica más atractiva del proyecto de Gaucci es la apuesta por jugadores de la tierra. Regresó por fin el hijo pródigo, Pablo Sánchez, tras una exitosa trayectoria en Sevilla, Las Palmas y Huelva; y llegaron el linense Francis, tras un temporadón en la sorprendente Balona, y el isleño Adri Gallardo, autor de 30 goles el pasado año y pieza clave en el ascenso del Atlético Sanluqueño a Segunda División B. Además, el lateral zurdo Tomás Sánchez, del Cádiz Juvenil, ha logrado convencer a Monteagudo en la pretemporada y es ya jugador de pleno derecho de la primera plantilla. Todo ello sin contar a Jaime, la gran promesa de la cantera cadista, que ha rechazado la plaza que se le ofrecía en el primer equipo y actualmente sigue intentando forzar su salida para fichar por el Real Madrid. Con Jaime o sin él, estamos sin duda ante el Cádiz más gaditano de los últimos tiempos

Pero todo parece poco para convencer a una afición que aún tiene demasiado reciente ese 24 de junio y ese maldito ascenso que se escapó desde el punto de penalti ante el Lugo. Son ya muchas decepciones, demasiadas, y ni la solicitada marcha de Muñoz parece haber devuelto la ilusión a una afición cansada de sinsabores y que afronta su tercera temporada consecutiva en la categoría. Los poco más de 4.000 abonados con los que cuenta el club hasta la fecha se antojan muy pocos para el imponente Nuevo Ramón de Carranza y sus 25.000 asientos una vez concluida su remodelación. Por ello, un buen papel en el Trofeo Carranza podría ser ese empujón que necesitan los cadistas para volver al estadio y ayudar al equipo a salir de una vez por todas, y esperemos que para siempre, del maldito pozo de la Segunda B. Dicen que a la tercera va la vencida...

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