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Pablo, historia del Chiclana CF

  • El joven delantero reconoce que cada vez que ve el gol del ascenso a División de Honor "se me ponen los pelos como escarpias"

Pablo Rodríguez, autor del gol del ascenso del Chiclana CF.

Pablo Rodríguez, autor del gol del ascenso del Chiclana CF. / Sonia Ramos

Todavía colea la resaca del ascenso a División de Honor conseguido por el Chiclana CF recientemente. Sobre todo en la cabeza de uno de sus protagonistas: Pablo Rodríguez, el joven delantero que llegó este año de la mano de Lupi, todavía se estremece al recordar el momento del gol.

Para un chaval de 19 años, pasar de la principal escuela deportiva de su localidad al que ha resultado ser el mejor equipo de Primera Andaluza y ascender ese mismo año, todo esto supone “una alegría inmensa. Cada vez que recuerdo o veo el video del gol se me ponen los pelos como escarpias. Mira, ¡es hablar de ello y ya estoy otra vez con la piel de gallina!” (ríe).

Entró con cinco años en el APA Sancti Petri y no se ha movido de allí hasta este año. Coincidió con Lupi un par de cursos en juveniles “y es él el que me ha hecho madurar en mi posición. El míster confiaba que lo mejor para el proyecto era incorporar gente joven combinada con los veteranos y nos llevó a Toledo y a mí con él al Chiclana”. A la vista está que los resultados avalan las decisiones del técnico.

Si en septiembre le hubieran dicho a Pablo que iba a ser él el que marcara el tanto del ascenso “no me lo habría imaginado ni en broma. Tuve la suerte de disputar bien los minutos que me dio el mister, salí con muchas ganas y en casa siempre tengo ese plus de motivación que, en partidos tan intensos, ayuda muchísimo. Además, vivimos 200 microinfartos previos al gol, pues fueron numerosas las ocasiones que tuvimos para anotar antes”, reconoce el delantero.

“Esta temporada me ha servido mucho para madurar en el aspecto deportivo. Para mí ha sido un orgullo que cuenten conmigo y que me hayan dado el protagonismo que finalmente he tenido. Me he encontrado muy cómodo desde el primer momento porque ya conocía a algunos compañeros y enseguida hicimos piña. El vestuario es como una familia”, relata el ariete. “Intento absorber todos los conocimientos que nos enseñan para plasmarlos después sobre el césped, aunque todavía queda mucho por pulir”.

El Chiclana no solo consiguió clasificarse para disputar la liguilla sino que además terminó la campaña como campeón de Primera Andaluza. Para Pablo, los partidos de una y otra fase han sido muy diferentes: “El esfuerzo físico y la intensidad se triplican, la emoción dentro del campo es muy grande y cuando nos empezamos a soltar hay que darlo todo para que no se nos escape la meta por la que tanto hemos luchado”, reconoce.

Lo más complicado en el largo camino hasta conseguir el ansiado y merecido ascenso llegó “cuando estábamos empatados a puntos con el Balón y perdimos en casa contra ellos; pero nosotros nunca agachamos la cabeza y seguimos luchando hasta el final. Luego, en una eliminatoria a doble partido puede pasar de todo, pero teníamos el objetivo muy claro y sabíamos que íbamos a conseguirlo”.

Frente al Trebujena se vivieron momentos de auténtico estrés y que podrían haber cambiado el curso de la final, “pero con el paradón que hizo Muralla dejó claro que el premio estaba hecho para nosotros. Ahí casi me da un infarto, porque de haber entrado la pelota, habría cambiado todo lo demás”.

Es más que probable que este verano empiece a recibir ofertas de otros equipos, incluso cuenta que le encantaría poder dedicarse al fútbol de manera profesional y no lo descarta, pero de momento lo que Pablo tiene en mente es disfrutar del periodo estival, que merecido lo tiene, y de la próxima temporada en División de Honor con el Chiclana Club de Fútbol.

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