Deportes

Cara a cara con el Titán

  • 350 atletas tomarán mañana la salida en el pantano de Zahara · Este triatlón extremo alcanza su séptima edición con el rango de prueba mítica

"Última vuelta, voy cada vez peor, pero siempre hacia adelante, último giro, empiezo a subir al pueblo, las rampas son muy duras y más en mi estado, voy trotando, ando, troto, troto hasta esa señal, de la señal hasta el coche, y así hasta arriba, llega lo más duro y yo voy andando, oigo gritos, mi novia, mis amigos desde arriba, voy zombi, los veo y no quiero que me vean así, me piden que corra, lo hago, es la última rampa, llego arriba y entonces sí corro como un loco, la gente aplaude, yo casi no los oigo, ni los veo, sólo quiero cruzar la meta, llegar, llegar". [Dani H2O, en el foro del club Aguaverde tras participar en el Titán Sierra de Cádiz 2008].

La mayoría de los deportistas que han participado en el Titán Sierra de Cádiz coincide en que lo que sucede cada año en la comarca es mucho más que la disputa de un triatlón. Ellos refieren visiones del amanecer en el pantano de Zahara, hablan de una lucha colosal contra los puertos que jalonan la Sierra, de la aventura solitaria de cruzar los Pueblos Blancos, y del reto que supone vencer los límites del cuerpo y de la mente en un escenario único. Tras apenas seis ediciones, la prueba ha alcanzado el rango de mítica entre los triatletas de todo el país. Mañana, desde primera hora, 350 hombres y mujeres volverán a enfrentarse al Titán.

Es posible presentar la prueba describiendo su recorrido: los participantes nadan dos kilómetros en el pantano; suben en sus bicicletas para recorrer 90 kilómetros con ascenso a dos puertos de gran ronda ciclista, Las Palomas y El Boyar; después, aún deben correr 21 kilómetros entre Zahara, Algodonales y de nuevo Zahara, en cuya plaza se sitúa la meta después de una cuesta infernal. Los tiempos: casi cinco horas los primeros, y ocho horas los últimos en registro de control.

Hasta aquí llega el circuito, muy exigente. Pero lo que ha convertido al Titán en una prueba diferenciada en el país es su "espíritu". Así lo defiende uno de sus promotores, el abogado y deportista José González. "No es una prueba dura porque se quiera llegar al extremo, porque si nos lo planteamos así siempre es posible hacerlo más duro. Es una prueba dura porque el escenario elegido así lo marca. Es dura pero con armonía, la esencia de la cantidad y de la calidad, en un escenario que es realmente espectacular y en el que los triatletas no están acostumbrados a competir".

El Titán aparece en 2004 como una rareza, una prueba tardía en el calendario de triatlón con un tramo de bicicleta inusual para la media y larga distancia, donde no se suben puertos de envergadura. González recuerda que él había realizado durante varios años sus propios titanes, pruebas individuales en las que combinaba natación, ciclismo, carrera a pie y piragua por mera pasión por el deporte. "Retos personales". En 2004, ideó una prueba en la Sierra y, con el apoyo de colaboradores como Javier Beltrán y Jesús Sanduvete, organizó el evento de forma que pudieran participar otros atletas gaditanos. Se inscribieron 40 personas en aquel embrión del Titán.

Uno de ellos fue Jesús Fenoy, del club portuense Ociosur. Él y su compañero de club Marcos Virseda son dos de los pocos triatletas que han participado en todas las ediciones de la prueba. Ahora aspiran a llegar a la décima. "Cuando surgió la iniciativa, no me lo planteé. Muchos deportistas gaditanos pensamos lo mismo, que había que estar en ese gran reto. Estábamos acostumbrados a competir fuera, en España y en Europa, pero ahora teníamos una prueba importante en casa", recuerda Fenoy a unas horas de su séptimo asalto a la Sierra.

El Titán repitió en 2005 con una organización muy tardía que estuvo a punto de costar su desaparición. Pero superó el bache gracias a la promoción que los participantes hacían de la competición a través de internet y pese al escaso respaldo de las administraciones. Sólo los ayuntamientos de Zahara y Algodonales vieron en la prueba una oportunidad para la comarca.

Así se alcanzaron los 160 participantes en 2006, y más de 200 en 2007 y 2008, años de consolidación de este circuito. Los organizadores sostienen que la "calidad" y "singularidad" de la prueba debe estar por encima de los ingresos económicos. Este año han limitado el cupo de plazas a 350, con un precio de inscripción de 180 euros. Los dorsales se agotaron pocas horas después de abrirse la inscripción.

Juan Antonio Bruzón, triatleta gaditano con 11 Ironman (3,8 kilómetros nadando, 180 en bicicleta y 42 corriendo) en su currículum, expone dos factores que han sido decisivos para el auge que ha alcanzado el Titán: el "componente de aventura" y "una organización que está pensada para el triatleta". "Es una cuestión de cercanía de la organización, de que los problemas se resuelven, de que la gente se siente integrada en la carrera desde el día anterior... No es un negocio, como está ocurriendo con muchas competiciones. Creo que es una prueba pensada para disfrutar. Hasta cierto punto, mágica".

Como ejemplos, Bruzón cita la amplia presencia de voluntarios en todo el recorrido, la convivencia de los participantes y la implicación de los vecinos. Hay quien asegura que el Titán es el único triatlón en el que han visto a la Guardia Civil animando a los corredores.

Todos los apoyos son pocos para superar las pendientes de Las Palomas y El Boyar. La dureza de las rampas revientan las piernas y un esfuerzo excesivo con la bicicleta puede ser una sentencia de retirada para la carrera a pie, que también tiene un perfil irregular. Jesús Fenoy opina que la prueba "empieza" en El Boyar, cuando, tras más de dos horas de esfuerzo, hay que enfrentarse a 19 kilómetros para coronar el puerto con tramos que presentan más del 10% de desnivel. "He visto gente con mucho nivel desfallecer ahí. Falla el coco, llegan los calambres... y aún queda la carrera", relata el corredor.

El portuense David Márquez, que este año ha disputado en Niza su noveno Ironman, sostiene que  "hay que saber leer la prueba y dosificar para llegar a la carrera con garantías" y que, aun así, hay que sufrir para llegar a Zahara "tanto o más que en un Ironman". Él, como Bruzón y Fenoy, acumulan años de experiencia en la larga distancia, pero en el Titán celebra muchos bautizos cada año.

De gentes como Óscar Gandul, gaditano de 32 años, conocido por sus andanzas deportivas como el Triatleta caletero.  Gandul cumple este año su tercera temporada con planificación, como triatleta "serio". Completó su primer Medio Ironman (1.900+90+21) en Marbella en abril. Se inscribió en el Titán y ha entrenado de forma específica para la prueba durante "cuatro meses y dos semanas", a una media de 14 horas semanales de trabajo y 17 en picos de actividad. "Le he dedicado mi vida a esto, un sacrificio enorme... Días festivos, vacaciones... Todo, todo pensando en el Titán", repasa el triatleta en una oficina de la piscina municipal de Chiclana, donde trabaja.

A Gandul también se le conoció en las dos últimas ediciones del Titán como El niño del megáfono, por su aliento a los corredores desde el arcén. Fue en esas ediciones como espectador cuando vibró con la épica de la Sierra y el "afán de superación" de los participantes, cuando pensó "algún día estaré ahí". De aquellas escenas, recuerda bien a uno de sus compañeros de club derrotado en el suelo a sólo tres kilómetros de meta, en la rampa de Zahara, con el estómago vuelto y sin ningún resquicio de fuerzas para seguir. "No podía seguir. Estaba muerto. Le animé, pero él no podía. Entonces le dije, Peque, que ahí arriba está tu mujer esperándote. Tres curvas. Y él se levantó y echó a correr. Así es el Titán".

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