El Rastas
Confieso que no tengo ni la más remota idea sobre sila sentencia del Tribunal Supremo que condena a inhabilitación y cárcel al diputado de Unidas Podemos Alberto Rodríguez es justa y fundamentada. No la he leído, me he enterado por encima del asuno: una patada a un policía. Doy por supuesto que si el Supremo le ha condenado de una manera tan benigna (un mes que se puede salvar con una multa y la inhabilitación) será por algo. No leí la sentencia ni le presté especial atención al juicio. Comprendo las dudas de la presidenta del Congreso a la hora de cumplir la sentencia, sobre todo porque los mismos letrados de la Cámara también han tenido dudas. Ahora bien, el postureo de Podemos y su alegre muchachada me resulta risible. Tampoco es pa ponerse ajín. Alberto Rodríguez dejará de ser diputado, volverá a su oficio como técnico de laboratorio o similar y podrá retomar su papel de activista por las más nobles causas. Otra persona de Podemos le sustituirá en el Congreso y la vida seguirá como si nada hubiera pasado. Es más: Alberto Rodríguez que denostó las instituciones ahora podrá trabajar fuera de ellas por sus ideales.
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