Macandé en el blog Flamencólicos
Gabriel Macandé. El loco que conmovió alflamenco 24 Aug
Manolo Caracol, con la espalda apoyadaen la tapia del manicomio, lloraba desconsoladamente… Esta es la historia de Gabriel Macandé, uno de los personajes más sorprendentes, más auténticos y más dolientes del cante jondo. De su garganta salieron los sonidos más negros del flamenco y, sin embargo, fue el silencio, el de su mujer y sus tres hijos mudos, el que acabó por torcer su cordura. Macandé es como llaman los gitanos de Extremadura a los chalaos. Sí, se volvió loco pero sólo los desalmados se reían de él. Los demás, los más, acompañaban su locura con silencioso estremecimiento. “Gabriel Macandé nació en la oscuridad, vivió en la oscuridad y murió en la oscuridad” escribe Eugenio Cobo en Pasión y muerte de Gabriel Macandé, la que -que sepamos- es la única biografía del personaje que nos ocupa. Francisco Gabriel Díaz Fernandez nació en Cádiz en 1897 en una familia gitana y pobre. De ahí que desde muy pequeño tuviese que ganarse la vida vendiendo caramelos por las calles. Con ese marketing innato que tienen los que pasan fatigas, Gabriel envolvía los caramelos en estampas de los toreros de la época y se lanzaba a la calle a pregonarlos “A la salida de Asturias, a la entrada en la montaña fabrico mis caramelos para venderlos en España. Si los quiere de menta yo los tengo de Limón. Los tengo de Gaona, Belmonte y Vicente Pastor”. El pregón que mezclaba los tercios de seguiriya, soleá, tangos y bulerías “Tenía loco a todo Cádiz y por cualquier sitio que iba siempre llevaba detrás a treinta o cuarenta personas”, cuenta Eugenio Cobo. Uno de los artistas que ha mantenido vivo ese pregón ha sido su amigo el Negro del Puerto. Su carácter un tanto raro y su profesión hicieron que Macandé se convirtiese en una especie de nómada que iba cambiando de residencia con los caramelos a cuestas. Ese carácter especial terminó de torcerse cuando de su matrimonio con Encarnación, muda -la persona que sin duda más lo sufrió- nacieron tres hijos igualmente sin palabras. Cuenta Álvarez Caballero en El Cante Flamenco que el gran Pericón le aseguraba que “no era un loco malo ni na, ni hacía daño a nadie; na más que aquello de los chiquillos mudos lo trastornó de tal manera…”. Fandango de Macandé, por Camarón Y mientras, su fama cantaora no paraba de crecer y cada vez eran más los cantaores y aficionados que le buscaban para que le enseñase sus cantes, en especial el pregón pero también otros, llegando a acuñar un tipo de fandango que hoy sigue muy presente en los repertorios de los más grandes. Camarón llegó a grabarlo. Con los caramelos y su cante terminó en Ceuta donde la grifa terminó de complicar sus pulmones y su orgullo le costó la expulsión de la ciudad. Fue el general Sanjurjo, que le escuchó cantar una saeta, le pidió que la repitiera y le ofreció 20 duros que Macandé rechazó. A quién se le ocurre. Y es que, cuanto más crecía esa fama de cantaor irrepetible, menos le gustaba cantarle a la gente. Muchos de los profesionales del flamenco que bajaron a Cádiz sólo para escucharlo se tuvieron que marchar sin poder oirlo. El joven cantaor gaditano David Palomar David Palomarcuenta que “parece que era una persona bastante complicada y bohemia que sólo le gustaba cantar en los prostíbulos a las mujeres de la vida porque decía que era donde se encontraba a gusto”. Y con 38 años, con la esquizofrenia galopándole las neuronas, una tubérculosis de caballo, la vista perdía por un tracoma y una sifilís que cogería en alguna noche de cante dio con sus huesos en el manicomio de Cádiz. Por allí pasaba Manolo Caracol para buscar explicación a los sonidos que raramente podía oir. En una de esas visitas Caracol, acompañado por Melchor de Marchena, empezó cantándole un fandango, “Gabriel, como si no creyese lo que estaba oyendo, preguntó ´Pero ¿Quién canta? Pero si es mi primo Manolo!´. A continuación empezó a cantar mientras Melchor lloraba y Manolo Caracol se daba bofetadas diciendo que no había oído cantar así a nadie”, relata Eugenio Cobo. Y allí murió 12 años después. El maestro Félix Grande lo resume así :“Me conmueve ese loco Macandé sobrecogiendo a gritos el espacio del manicomio, escuchando aterrado la mudez de su mujer y de sus hijos, pregonando caramelos por seguiriyas, expulsado de Ceuta por Sanjurjo al no haberle aceptado 20 duros (…) Me conmueve Manolo Caracol yendo al manicomio a visitar a Macandé como quien va a una Universidad desgarradora…Me conmueven porque ellos son el resumen de siglos de pena y de verdad, y una alfombra magnífica de música por la que hoy podemos caminar sin herirnos los pies, pero hiriéndonos los pelos de los brazos”.
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