Cádiz CF

Las preocupantes carencias del Cádiz CF

Fernando y Lozano no pierden de vista el balón.

Fernando y Lozano no pierden de vista el balón. / Julio Muñoz/Efe

El tropezón en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán encajaba dentro del encuadre de la lógica. Pero una cosa es el qué (el hecho de la derrota) y otra muy distinta el cómo (la forma en que se produjo). El Cádiz CF se dio de bruces con la cruda realidad y además de llevarse un doloroso varapalo (1-0), dejó sobre el tapete una imagen más que preocupante. Imposible para los visitantes extraer algo positivo del duelo andaluz.

Es cierto que el conjunto amarillo se quedó muy cerca de arañar un empate (recibió el gol a última hora con un lanzamiento de penalti) que hubiese sido oro puro dadas las circunstancias y la entidad del oponente, aunque pocos pueden poner en discusión una derrota que mereció a todas luces.

Los gaditanos contribuyeron a la resurrección de un Sevilla tan nervioso como necesitado que se mostró ambicioso y devoró a un adversario completamente encogido, sin personalidad, agarrado al cerocerismo como único asidero que podía romperse en cualquier momento, como así sucedió.

El Cádiz CF sólo existió en la destrucción, la faceta más simple del fútbol. No hizo nada más. Batalló de principio a fin (la pelea no está en cuestión) pero causó una impresión bastante pobre, como si no fuese capaz de más. El Sevilla se pudo lanzar con todo arriba porque no se vio amenazado atrás.

Lo peor de la falta de aptitud es que no se trata de una actuación puntual fruto de un mal día. Fiarlo todo a la defensa es una operación de alto riesgo que suele dar disgustos. No siempre va a salir como en Valencia.El conjunto de Sergio González careció de cualquier otro recurso más allá de proteger su muralla, incapaz de salir de su parcela, escaso de ambición, impreciso en los pases hasta la desesperación, con pocos mimbres en el banquillo, sin un plan B con el que dar un volantazo.

Aquella esperanzadora victoria (0-1) en Mestalla frente cuadro che empieza a convertirse en un oasis en el desierto de un juego con lagunas y puntos que escapan por el camino. Si no vence en casa a rivales directos de la zona baja (empates contra el Almería y el desahuciado Elche), la salvación se encarece.

Y más allá de los resultados, que es lo que importa a la hora de la verdad, inquieta la falta de eficacia de un equipo que depende un chispazo aislado, de los futbolistas que tienen que desequilibrar y están lejos de hacerlo, de un equipo que se hunde en las segundas partes, que no ofrece una argumentos que hagan pensar en una regularidad que es indispensable para poder optar al menos a la 17ª posición.

Lo único bueno de todo esto es que el Cádiz CF, penúltimo clasificado con 16 puntos, está a sólo uno de los puestos que permiten la continuidad en Primera. Está a tiempo de salir a flote, pero no debe demorarse en demasía para no correr peligro de verse descolgado. Los fallos de otros contrincantes ejercen de salvavidas.

La reacción pasa por los jugadores que ya están y los que deben venir para subir el nivel. Es imprescindible que lleguen refuerzos para ser titulares. Cuantos más, mejor porque hay carencias en varios puestos (media, bandas, y delantera además del centro de la defensa por lesiones). Los dos que han aterrizado ejercen el rol de suplente.

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