Cádiz CF

Más allá del VAR: el Cádiz CF se parte en dos, poca resistencia, mentalidad frágil y necesidad de refuerzos

Minuto de silencio antes del Cádiz-Elche.

Minuto de silencio antes del Cádiz-Elche. / Jesús Marín

El partido que el Cádiz CF y el Elche disputaron el pasado lunes 16 de enero en el estadio Nuevo Mirandilla (17ª jornada de Liga) quedará para el recuerdo como el del mayor escándalo desde la implantación del VAR en el fútbol español.

Nunca se había visto hasta ahora que un fuera de juego quede sin ser señalado por la nefasta actuación de los responsables del vídeo arbitraje. Nunca se sabrá qué hicieron en la jugada clave del encuentro. El VAR llegó en teoría para mejorar el fútbol, pero su manejo es más que discutible. A la vista está. La falta de crédito de sus responsables es absoluta. Que no vengan a Cádiz con milongas. Aquí no engañan a nadie.

Pero las cuestiones del arbitraje y la tecnología no pueden ocultar las carencias de un Cádiz CF que se empeña en reproducir errores. Quizás es que no dé más de sí. Si hubiese hecho bien sus deberes, el grave error arbitral sería un asunto menor, como en Valencia.

El equipo amarillo no da con la tecla de la regularidad necesaria para encadenar triunfos. Volvió a caerse en una secuencia parecida a la que padeció en el partido contra el Almería. Arrancó con brillantez, con un juego prometedor, golazo incluido, hasta pasada la primera media hora, cuando empezó a desinflarse antes de hundirse en la segunda mitad.

La valiosa victoria en Mestalla había generado las mejores expectativas, pero la realidad es que el Cádiz CF tiene un problema que le está pasando factura. El equipo dura media hora en los partidos. Se evapora como por arte de magia aunque a última hora intente reaccionar.

El equipo se parte en dos con el avance de los minutos. El centro del campo pasa de la luz a la oscuridad, la defensa se vuelve un mar de dudas y el balón deja de llegar a los atacantes.

Un cortocircuito general para el que no hay respuesta. En el fútbol actual el físico es fundamental y el Cádiz CF desprende la sensación de no aguantar al mismo ritmo los 90 minutos.

Más allá de la resistencia, emerge una mentalidad colectiva frágil que de pronto hace desaparecer a los jugadores. La más mínima situación durante un partido se convierte en un obstáculo difícil de superar: el golazo anulado a Brian Ocampo ante el Almería, la lesión de Fali contra el Elche…

Los amarillos no terminan de arrancar el motor en casa. La presión es un factor que puede jugar en contra. La afición cadista es única pero a veces la toma con los futbolistas en vez de apoyarles y todo se vuelve en contra. El ambiente no fue el más propicio el pasado lunes cuando más sufría el equipo, aunque es lógico que el respetable, que esperaba otra cosa, no esté contento cuando ve que pasan las jornadas y la zona de descenso es la residencia habitual.

En cualquier caso, siempre será mejor animar que pitar a los jugadores. La salvación es cosa de todos: equipo, afición y por supuesto el club.

La plantilla está sujeta a limitaciones que deberían ser subsanadas por la entidad cadista en el mercado de invierno. No es una misión sencilla a mitad de temporada, pero son necesarios refuerzos en el centro del campo y banda además de la delantera. Lo único seguro es el aterrizaje de un ariete. Lo demás está por ver hasta el próximo 31 de enero.

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