Cádiz CF

El equipo desacelera antes de la traca final

  • El líder pierde siete de los últimos 15 puntos y por primera vez enlaza dos partidos sin ganar con Claudio

Los espías de los rivales directos en la fase de ascenso que han seguido al Cádiz en las últimas semanas no deben estar muy preocupados ante un hipotético cruce con un equipo amarillo que ha bajado sus prestaciones, como así reflejan las cifras y las lagunas en el juego. El liderato del grupo IV no corre peligro a falta de sólo cinco jornadas para el cierre del campeonato de Liga. La pregunta que surge es si el Cádiz levanta el pie del acelerador y se deja llevar en un sprint que sabe que ya tiene ganado, o por el contrario sufre un pequeño bajón de rendimiento y resultados motivado por un conglomerado de circunstancias, como las bajas de algunos jugadores de los considerados fijos (Garrido y Juan Villar), la falta de concentración e intensidad, la pérdida del centro del campo o la sensación de fragilidad defensiva cuando el balón pasa a ser propiedad del equipo contrario.

La cuestión radica en cómo llegará el conjunto gaditano al momento decisivo de la temporada. Sin llegar a ser alarmante, el Cádiz vive el tramo más delicado desde el aterrizaje de Claudio Barragán en el banquillo. Es la primera vez, desde la irrupción del valenciano en el vestuario a finales del pasado mes de noviembre, que el equipo se queda dos jornadas consecutivas sin saborear el dulce sabor de la victoria. Tan acostumbrados a ganar están los amarillos, que dos semanas seguidas sin hacerlo causa extrañeza.

Antes de los dos empates encadenados frente a El Palo (0-0) y la Balona (2-2) un partido sin triunfo se traducía en una inmediata reacción en el siguiente compromiso. Ocurrió tras la derrota (1-0) ante el Villanovense, tras la cual el Cádiz hilvanó nada menos que siete victorias, una detrás de otra -ante Arroyo (4-0), Betis B (0-2), Marbella (5-0), La Roda (0-2), Jaén (1-0), Granada B (0-1) y UCAM Murcia (1-0)-, con las que derribó el muro del liderato que hasta entonces ostentaba el cuadro universitario. Después llegaron las tablas (2-2) en el campo de La Hoya Lorca y la consiguiente respuesta con dos éxitos seguidos frente a Melilla (2-0) y Cacereño (0-3). El varapalo (0-2) en casa contra el Sevilla Atlético estuvo acompañado de un par de triunfos -ante San Roque de Lepe (0-2) y Almería B (3-0)- antes de las dos igualadas recientes en los últimos dos episodios ligueros.

El recorrido del Cádiz en las cinco jornadas disputadas más cercanas en el tiempo demuestra la desaceleración de un equipo intratable hasta no hace mucho y contestado ahora por los adversarios. De los últimos 15 puntos en liza, el equipo amarillo se deja en el camino siete cuando hasta no hace mucho los sumaba casi todos. Una derrota, dos empates y un par de triunfos jalonan la trayectoria más reciente de un equipo que saca a relucir sus puntos débiles sin el más mínimo recato. El agujero negro en el centro del campo, en el duelo provincial contra la Balona, eleva a la categoría de imprescindible la presencia de Jon Ander Garrido en la medular para al menos disimular las carencias. La total recuperación del vasco se antoja fundamental en la batalla por el ascenso.

El equipo ha notado la ausencia del vizcaíno en las últimas citas y ha sufrido para frenar las acometidas de los rivales. Cuando no está Garrido, el pulmón en la zona ancha, el equipo se resiente y la defensa sufre más.

El desacierto en los pases convierte al líder en un equipo vulnerable. Cuando el Cádiz no tiene la pelota, lo pasa mal si encima el rival posee calidad. Y en la fase de ascenso estarán los mejores de toda la Segunda División B. En el choque contra la Balona, el conjunto amarillo no fue capaz de imponer el ritmo de juego porque no consiguió dar más de tres pases salvo en alguna acción aislada.

Hubo fases en las que no jugó como un equipo, ni en labores defensivas ni en misiones ofensivas, y la escuadra linense supo sacar provecho de las debilidades de un rival atascado. Una de las tareas que deben resolver cuerpo técnico y jugadores es cómo salvar la presión del contrario. El Cádiz conocía de sobra el juego presionante que ejerce la Balona, y pese a saberlo cayó en la trampa.

Si la ausencia de Garrido pesa, y mucho, el Cádiz nota también la baja de Juan Villar, pieza básica en el esquema de Claudio. El líder pierde chispa sin la participación del onubense.

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