Cádiz CF

Vizcaíno no va de farol con el nuevo Carranza

Manuel Vizcaíno, en la zona noble del actual Nuevo Mirandilla, hasta hace nada Ramón de Carranza.

Manuel Vizcaíno, en la zona noble del actual Nuevo Mirandilla, hasta hace nada Ramón de Carranza. / Jesús Marín

A finales del pasado mes de junio, el estadio Ramón de Carranza pasaba a llamarse Nuevo Mirandilla tras culminarse el proceso abierto por el Ayuntamiento de Cádiz para cambiar la denominación del recinto deportivo en cumplimiento con lo marcado por la Ley de Memoria Histórica. La propuesta, anunciada por el concejal de Memoria Democrática, Martín Vila, salió adelante sólo con el 25,8% de los votos emitidos.

De inmediato, el presidente del Cádiz, Manuel Vizcaíno, expresó su opinión desde el más absoluto respeto a las instituciones pero también haciéndose eco del sentimiento mayoritario del cadismo. “Es un tema en el que no hemos entrado al tratarse de un estadio municipal. Quiero que el Cádiz CF tenga su propio estadio en un futuro. Me gustaría que fuera así para que los abonados decidan el nombre. Sería como ocurre con todos los grandes clubes de la Primera División de España”. Ahí lo dejó.

Poco más de un mes después, el dirigente ha demostrado que sus palabras no iban a caer en saco roto y sus reflexiones empiezan a tomar forma. De hecho, junto al vicepresidente de la entidad, Rafael Contreras, ha revelado la intención de dar los primeros pasos hacia el objetivo de que el Cádiz cuente con su propio estadio, que, avanza, se llamaría Carranza, una marca que, como la del propio Cádiz CF, entiende que debe cuidarse por lo mucho que representa.

La bomba deportiva del verano en la Tacita de Plata no parece que vaya a ser finalmente ningún fichaje estelar sino el anuncio de que el Cádiz pretende ser dueño de su destino, en palabras de Vizcaíno, y propietario de su propio estadio, de un nuevo estadio que sólo mantendría del anterior, el actual, el nombre de Carranza.

Los acontecimientos han precipitado un proyecto con vertiente deportiva pero también empresarial para el crecimiento del club

Podría parecer que las palabras del mandatario cadista no dejan de ser la respuesta a una medida, el cambio de nombre del estadio por el de Nuevo Mirandilla, que no le ha gustado lo más mínimo. Pero lo cierto es que de fondo hay más, mucho más. No se trata ni de una pataleta ni de un pulso con los rectores municipales.

Porque, llegados a este punto, cabe preguntarse si los pensamientos de Vizcaíno serían diferentes si no se hubiese producido el cambio de denominación, si no sintiese herido el sentimiento cadista ni observara que no disponer de un estadio propio de algún modo condiciona el futuro.

En realidad, lo sucedido a finales del pasado mes de junio lo único que ha hecho es precipitar los acontecimientos. El presidente tiene auténtica obsesión con el crecimiento del Cádiz, en lo deportivo y en lo institucional, con dar pasos para consolidar al primer equipo en la máxima categoría, con mantener la progresión del conjunto femenino para instalarlo igualmente en la élite... No oculta que se mira frecuentemente en el espejo del Sevilla, cuyo crecimiento en los últimos años pocos ponen en duda.

Y en ese sentido tiene toda la lógica del mundo que suspire por contar con un estadio propio, un recinto cuyo aforo se incrementaría para dar cabida a unos 35.000 espectadores y permitiría reducir el desembolso económico de los abonados, aspecto tan prioritario como compatibilizar el ambicioso proyecto con mantener una plantilla competitiva en Primera.

Porque continuar en la máxima categoría se antoja fundamental para todo lo demás, para contar con el respaldo de la afición más allá de la capital. Por algo se hacen campañas por las localidades de la provincia. Y eso sin descartar que los problemas de suelo en la ciudad podrían propiciar que finalmente la construcción de un nuevo estadio tuviera que llevarse a cabo fuera del término municipal.

En todo caso, la apuesta de Vizcaíno tiene una vertiente deportiva y otra empresarial, ambas beneficiosas para la entidad, por lo que implicaría la explotación de un estadio más allá de los partidos de fútbol, con miles de metros cuadrados para uso comercial... El presidente, desde luego, no da puntadas sin hilo.

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