Cuando se proyectó la construcción de la Catedral Nueva, el suelo elegido estaba ocupado por numerosas viviendas, muchas en estado muy degradado. La operación se llevó por delante estas edificaciones. La amplitud del diseño inicial del arquitecto Acero obligaba a más derribos que finalmente no se ejecutaron a limitarse la actuación por diversas cuestiones. Ya construida la Catedral sí se derribaron fincas en su frente para abrir lo que hoy es la plaza que lleva su nombre.

En esta ciudad plantear proyectos urbanos de calado, en cuanto a su ocupación, supone derribar lo ya existente para encontrar espacio para el nuevo equipamiento. Pasó como las naves de CASA, donde iba a levantarse el Hospital Regional; y pasó, también, con la Institución Provincial Gaditana, para dar paso a la Ciudad de la Justicia.

Olvidados estas dos actuaciones son los solares donde iban a levantarse los únicos de gran tamaño que aún quedan libres en Cádiz.

Sin embargo, aún siendo amplios, especialmente el primero, no lo son lo suficiente para dar cabida a un estadio como el que pretende el Cádiz CF, que con 35.000 asientos tendrá que ser mayor que el actual Carranza (o Nuevo Mirandilla).

Más allá, poco donde buscar. Resulta impensable ocupar suelo del polígono exterior de la Zona Franca, al ser el último espacio que tiene la capital para contar con nuevas industrias. E igualmente impensable sería una operación de relleno en la Bahía, tanto por el daño medioambiental que supondría como por el coste económico que habría que pagar.

Con todo, habrá que buscar suelo en el resto de la Bahía.