Propietario sin poderes
Locos por el Balón aún no ha podido entrar de manera oficial en el club cuando se cumplen ya seis meses desde la compra del 49,5% de las acciones a Antonio Muñoz
Un día como hoy, hace justo seis meses (un martes también), Carlos Medina, como buena parte del resto de los periodistas que cubren la actualidad relacionada con el Cádiz, llegaba a la notaría de Carlos Cabrera, enclavada en un edificio del casco antiguo de la capital gaditana. Lo hacía al filo de las nueve y media de la mañana. La diferencia entre los compañeros de los medios y Medina era que él accedía al interior de la notaría y los demás no. Pocos podían imaginar que el editor de la revista ¡Ese Cádiz... oé!', de Línea 6, se disponía a representar, en calidad de apoderado, a Locos por el Balón, el grupo que compraba el 49,5% de las acciones que Antonio Muñoz ponía a la venta ante el incumplimiento por parte de Sinergy del segundo plazo que debía abonar al empresario cordobés.
Ante la incredulidad de muchos, Carlos Medina anunciaba, a las puertas de la notaría, minutos después de estampar su rúbrica a la operación, la adquisición del paquete accionarial por parte de Locos por el Balón, la única firma que se había presentado a la puja. La mercantil murciana, nueva dueña del Cádiz (como poseedora de casi la mitad del accionariado), aparecía como una bombona de oxígeno en una entidad al borde del abismo, inmersa en un proceso concursal y con la soga al cuello debido a la nula capacidad de Sinergy para aportar dinero. Los italianos dejaban el Cádiz peor de cómo lo habían cogido, con la amenaza de la disolución encima de la mesa ante la falta de soluciones de Gaucci y compañía. Sinergy nunca pasó de las palabras a los hechos y generó una deuda superior al millón y medio de euros en su corta trayectoria en un club que además estuvo cerca de conducir a Tercera.
Seis meses se cumplen hoy de aquel frío 3 de diciembre que abrió una ventana a la esperanza, los mismos que lleva Locos por el Balón sin poder hacerse con el control del Cádiz pese a ser el dueño del 49,5% de las acciones. El considerable retraso que acumulan los trámites impiden que los dueños tomen las riendas y obstaculizan la gestión que quieren desarrollar en un club que precisa de soluciones rápidas para poder sobrevivir. Los propietarios son nuevos, pero el Consejo de Administración es obsoleto, sigue siendo el designado en su día por Sinergy cuando aterrizó en el verano de 2012. Los italianos ostentan la mayoría en el Consejo y han impedido que este órgano convoque la junta general de accionistas en la que dar paso al nuevo órgano nombrado por la mercantil que acudió a notaría hace medio año. El caso está ahora en manos de la jueza de lo Mercantil, que debe decidir sin convoca esa junta decisiva para el futuro del Cádiz.
No está siendo nada fácil el camino para Locos por el Balón en su intento de coger el mando de la entidad. El primer paso que debía dar era la obtención de la autorización por parte del Consejo Superior de Deportes (CSD), que tenía la última palabra sobre la entrada de la nueva propiedad en el Cádiz. El dictamen del órgano estatal tardó en llegar y cuando lo hizo la fumata fue negra. Dos meses y medio después de la adquisición de las acciones -el 18 de febrero-, el CSD informó de que no permitía el acceso de Locos por el Balón al club inquilino del estadio Carranza porque tanto el administrador único como el accionista de la sociedad eran Elena Pina y Juan José Pina, hermana y padre de Quique Pina, respectivamente. El organismo del Estado argumentaba que se incumplía la Ley de Deporte por el grado directo de parentesco entre el presidente del Granada y las personas que aparecían como responsables de Locos por el Balón. De hecho, al día siguiente de la compra de las acciones, el propio Quique Pina había comentado que su ilusión era ver a su padre como presidente del Cádiz en el ascenso del equipo amarillo. Quique Pina se postulaba como colaborador, pero no como propietario.
El exceso de confianza pasó factura a Locos por el Balón, víctima de su error al presentar a los familiares directos de Pina como dueños de la sociedad. Pero la tardanza del pronunciamiento del CSD no obedeció a esos vínculos familiares, sino a la abundante documentación enviada por Sinergy y por ciudadanos de la capital gaditana -cuyos nombres no ha salido a la luz- que tenían por objeto torpedear al nuevo dueño.
Locos por el Balón se vio obligado a rehacer las escrituras de la empresa y perdió un mes y medio hasta que el CSD sí dio el o.k. Esta vez no figuraban los Pina como propietarios, sino Manuel Vizcaíno, que entonces trabajaba para el Sevilla. Vizcaíno dejó la entidad de Nervión para centrarse en Locos por el Balón y el Cádiz aunque sin poder ejercer de manera oficial en el club gaditano al no estar conformado el Consejo Administración.
Una recibido el visto bueno del CSD, el siguiente paso era y es la convocatoria de la junta de accionistas, y ahí es donde se ha atascado el proceso para que Locos por el Balón puedan tener el control. Los miembros del Consejo de Administración estaban citados el 15 de abril a una reunión en la que debían convocar esa junta, pero los italianos, con mayoría en ese órgano, no daban la cara, perjudicaban una vez más al Cádiz y el encuentro del Consejo carecía de oficialidad por falta de quórum.
Ante la situación de bloqueo, Locos por el Balón solicitó la convocatoria de la junta a la jueza de lo Mercantil, que a su vez remitió la petición a la administración concursal y al Consejo de Administración para que dieran su visto bueno como paso previo al inicio del procedimiento para convocar la asamblea de accionistas. Tanto los administradores como el presidente en funciones del Consejo, Luis Sánchez Grimaldi, y el secretario, Diego García, enviaron un escrito a la magistrada en el que explicaban la urgente necesidad de celebrar esa junta. Manuel Calderón se negó a firmar. Ahora es la jueza la que debe mover ficha para la convocatoria de una junta que se celebrará a finales de julio como pronto o ya en agosto. Todavía puede tardar dos meses más. El tiempo corre en contra del Cádiz y Locos por el Balón se ve obligado a gestionar desde fuera.
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