El viento, ese otro enemigo

Las fuertes rachas que azotan la ciudad estos días también podrían motivar que una cofradía tuviera que suspender su salida procesional

Un hermano de Las Aguas cruza el Campo del Sur un Miércoles Santo con viento, en una imagen de archivo.
P-M. Durio Cádiz

18 de febrero 2016 - 01:00

La lluvia es siempre el factor más temido por los cofrades cuando se acerca la Semana Santa. Después de décadas con hermandades sorprendidas en la calle por el agua y de escenas variopintas de carreras, regresos precipitados o recogidas improvisadas en la Catedral o donde se ha podido, en los últimos años la obsesión con este fenómeno meteorológico ha derivado incluso en la suspensión de las salidas procesionales ante la mera amenaza de precipitaciones, que en algunos casos ni siquiera llegaron a materializarse después.

En esta Cuaresma que ha comenzado lluviosa -obligando ya a suspender el vía crucis del Despojado por las calles de San José y amenazando la salida de Siete Palabras el pasado lunes- hay otro factor meteorológico que se ha hecho presente con fuerza: el viento. Un fenómeno al que no se le suele prestar atención pero que puede llegar a condicionar la salida procesional de una cofradía.

¿Cómo puede afectar el viento a una cofradía en la calle?

El cofrade y bordador gaditano Ramón Fernández, miembro también de los equipos de Mayordomía de Vera-Cruz y Servitas, señala a los pasos de palio como principales focos de preocupación cuando el viento azota con fuerza y una cofradía se pone en la calle. Fernández tira de su hemeroteca particular para recordar que a principios de los 80 hubo un paso de palio en Sevilla (el de la Virgen de la Victoria, de las Cigarreras) "que le entró una bocanada de aire y le rajó el techo"; y aquí en Cádiz, comenta el suceso que sufrió la cofradía del Carmen en su salida procesional del año 2012, cuando el viento 'levantó' el manto de la Virgen "y dobló el enganche del pollero".

Estos ejemplos le sirven a Fernández para poner de manifiesto que cuando el viento sopla fuerte, se corre el peligro en los pasos sobre todo de palio "de que entre por los costados y forme una especie de cámara de aire que ocasione daños". Tanto es así, que este bordador llega a afirmar que un viento fuerte "puede ser incluso más peligroso que la lluvia". "La lluvia puede afectar o dañar algo, pero un vendaval puede llegar a partir", añade. Por todo ello, Ramón Fernández apuesta por que en días como los pasados donde el viento ha soplado con fuerza en la ciudad "es para pensar quedarse en casa".

El lado menos preocupante parece estar en las imágenes que procesionan sobre los pasos. En este asunto, el imaginero gaditano Luis González Rey coincide con la opinión de Ramón Fernández en que las Dolorosas son las que más pueden sufrir por los palios que las cobijan o por los mantos, que al sufrir los efectos del viento podrían acarrear daños en la talla.

Menos incidencia, por su parte, tendría en el resto de imágenes, donde González Rey estima que "estaríamos hablando de vientos excesivamente fuertes" para ocasionar daños en las tallas procesionales. "Quizá un Cristo que vaya de pie puede sufrir en los tobillos, que es su punto de sujeción al suelo, según el estado de la madera, pero tendría que ser con un viento demasiado fuerte", valora este imaginero gaditano, que tampoco cree que los Crucificados pudieran sufrir demasiado ya que "una Cruz es casi como una viga". "Estaríamos hablando casi de vientos huracanados", concluye González Rey, restando importancia a este asunto.

Desde el ámbito del bordado también se pronuncia otro cofrade gaditano, Francisco Javier Piñero, que al respecto de este asunto señala que la acción del viento "puede provocar daños en función de su intensidad, lógicamente". Y analizando el asunto más técnicamente, Piñero explica que es la tela sobre la que se reproduce el bordado la que puede sufrir alguna rotura. "La pieza bordada como tal no sufre, porque está cosido por muchos sitios y está bien reforzada; pero el conjunto de la obra sí", argumenta este bordador.

Y el peligro no sólo se limita a las bambalinas de los pasos de palio, sino que también se extiende a las insignias de gran formato (como por ejemplo un Simpecado) que pueden sufrir igualmente roturas por efecto del viento. "Es que un simple hermano sufre. Las hermandades de capa tendrían que estar luchando contra el viento, y si a eso se suma portar alguna insignia es un sinvivir", expone Javier Piñero, que concluye su valoración haciendo referencia a "un día de levante fuerte en Cádiz". "Cualquiera que haya pasado por un día así, que se imagine con túnica y capirote intentando avanzar", resume el bordador para argumentar, en definitiva, que en días de viento "habría que valorar si se suspende la salida", ratificando que las hermandades también tiene en el viento otro enemigo hasta ahora no muy tenido en cuenta.

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